Rusia va a replantear radicalmente su estrategia militar en África. El cambio estratégico sigue a la pérdida de muchos soldados en Mali y la desaparición de sus bases militares en Siria, cruciales para la logística de las operaciones africanas.
El año pasado fue difícil para el ejército ruso en África. La muerte de un centenar de soldados en una emboscada en Mali, cerca de la frontera con Argelia, fue la mayor pérdida en una sola batalla desde el inicio de la intervención militar rusa en el país a finales de 2021.
Los reveses pusieron de manifiesto importantes debilidades estructurales, incluidos problemas de mando. La situación empeoró con la caída del régimen sirio en diciembre del año pasado, lo que llevó a la pérdida de bases militares clave, mientras que el conflicto en Ucrania continúa drenando recursos importantes.
La calidad de las tropas rusas desplegadas en Mali también se ha visto afectada por una mala evaluación de los desafíos locales. El plan de Moscú es reorientar su estrategia hacia el entrenamiento de las tropas locales, en particular la nueva fuerza antiyihadista de 5.000 hombres de la Alianza de los Estados del Sahel.
Rusia también quiere capitalizar un sentimiento antioccidental creciente.
Una base naval en Sudán
Rusia es un socio clave para Sudán en su búsqueda de diversificar sus aliados y reducir su dependencia de las potencias occidentales.
Hace varios años que Rusia coopera con Sudán, principalmente a través de acuerdos militares e inversiones en los recursos naturales del país. En 2017, uno de los principales frutos de esta cooperación fue el acuerdo firmado para la creación de una base naval rusa en el Mar Rojo, más precisamente en el puerto de Puerto Sudán.
Aunque el proyecto ha encontrado obstáculos y se ha retrasado debido a la inestabilidad política en Sudán, sigue siendo una prioridad para ambos países. A pesar de las turbulencias políticas que sacuden Sudán tras el derrocamiento de Omar Al Bashir en 2019, las negociaciones sobre la base naval continúan.
Más recientemente, un dirigente sudanés confirmó la persistencia del acuerdo, especificando que no había obstáculos para su implementación. El ministro de Asuntos Exteriores de Sudán, Ali Yusef Sharif, expresó su apoyo al proyecto y afirmó que no había dificultades al respecto. “Estamos completamente de acuerdo en este tema y no hay obstáculos. Es una pregunta fácil”, dijo.
La base proporcionaría a Rusia una importante punto de apoyo en el Mar Rojo, una zona importante para la seguridad marítima y el comercio internacional. Permitiría a Moscú fortalecer su presencia en la región para el comercio de energía y las rutas marítimas.
La asociación entre Jartum y Moscú se consolidó notablemente con la firma de acuerdos de defensa que permiten a Rusia suministrar equipamiento militar y entrenar al ejército sudanés. El apoyo de Moscú a Sudán incluye el envío de armas, incluidas municiones y vehículos blindados, con el objetivo de fortalecer la defensa del país.
Ambos países también han discutido el desarrollo de proyectos de explotación de recursos naturales, particularmente en el sector minero, donde Sudán tiene importantes reservas de oro y minerales.
Mali integra a las milicias tuaregs en su ejército
En Mali el programa del gobierno “desarme, desmovilización y reincorporación” tiene como objetivo reducir la presencia de milicias armadas y promover la estabilidad. Iniciado en 2015 en el marco del Acuerdo de Paz de Argel, se enfrentó a numerosas dificultades, antes de que el gobierno de transición lo relanzara oficialmente el 11 de febrero.
Esta nueva fase, denominada DDR-1, prevé la integración en el ejército de combatientes procedentes de grupos armados del norte y del centro del país, fundamentalmente tuaregs. Pero sólo alcanzará a aquellos que hayan decidido cooperar con el gobierno de transición. A diferencia del primer intento, que apuntaba a todas las facciones que firmaron el acuerdo de paz, esta iniciativa excluye a los grupos disidentes en guerra con el gobierno.
El gobierno maliense espera limitar la proliferación de armas y reducir las tensiones en las zonas más afectadas por la guerra. Según el Ministerio de Reconciliación Nacional, alrededor de 2.000 antiguos combatientes serán reclutados como soldados de segunda clase en el ejército regular. Otros mil podrán regresar a la vida civil activa.
La integración militar tiene como objetivo restablecer la confianza entre los diferentes grupos y promover una estabilidad duradera. El ministro de Reconciliación Nacional, el general Ismael Wagué, destacó que el proceso no se limita a la incorporación de los milicianos, sino que debe servir también para crear un clima de estabilidad política. “Se trata también de crear un clima de confianza entre los actores y promover una reconciliación sincera y duradera”, dijo.
Entre los grupos que participan en el proceso se encuentran el Grupo de Autodefensa Tuareg Imghad y Aliados (GATIA), dirigido por el gobernador de Kidal, el general El Hadj Ag Gamou, así como el Movimiento para la Salvación del Azawad (MSA) de Moussa Ag Acharatoumane, activo en Ménaka y Gao. También incluye a grupos armados menos influyentes, como el Movimiento Árabe de Azawad – Coalición del Pueblo para Azawad (MAA-CPA), las diferentes facciones de la CMFPR (Coordinación de Movimientos y Frentes de Resistencia Patriótica), los cazadores tradicionales dozo de Dan Na Ambassagou y ciertos grupos de autodefensa fulani.