Los apellidos claves detrás de los llamados «fondos buitre»

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En España, los fondos buitre se han convertido en un problema a la orden del día. Entidades multimillonarias compran cientos o miles de viviendas a tocateja y a la vez para especular con ellas, inflando el mercado y dificultando el acceso a un bien de primera necesidad como son los hogares. En concreto, los tres más grandes que se mueven en nuestro país son Blackstone, Cerberus y Lone Star, y son llamativas sus relaciones con apellidos muy conocidos de la política conservadora y de la banca españolas.

Son innúmeros los casos de escándalo que se han ido sucediendo a lo largo de los años en este sector. Algunos ejemplos pueden traerse a la mesa con tres apellidos concretos como principales protagonistas: Aznar, Botella y Botín. El expresidente del Gobierno es ahora uno de los defensores principales de los fondos de inversión extranjeros, en tanto que habla de la «confianza» que depositan en la economía de nuestro país. Su hijo, José María Aznar Botella, estuvo al frente de Haya Real Estate, que estuvo enmarcado en la estructura de Cerberus y que fue vendido a la empresa sueca Intrum por 136 millones de euros tras haber reportado beneficios millonarios durante años.

Haya Real Estate y Aznar Botella fueron responsables de un intento de desahucio múltiple en el municipio de Paterna, después de que quisiera expulsar de sus casas a muchos vecinos con el objetivo de vender los inmuebles por hasta 10 veces más dinero de su coste original. Se estima, según medios de comunicación, que Aznar Botella posee más de 40.000 millones de euros en activos inmobiliarios.

Ana Botella vendió vivienda pública a Blackstone

La cosa no termina en Paterna con la familia Aznar Botella. La excalcaldesa de Madrid, Ana Botella, llevó a cabo la venta de pisos sociales a fondos buitre en 2013, concretamente 1.860 viviendas públicas protegidas a dos sociedades de Blackstone por debajo del precio de mercado.

La venta irregular de 1.860 viviendas de la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS), realizada en 2013 por el Ayuntamiento, fue archivada por el juzgado 38 de Madrid. El Tribunal de Cuentas consideró que el Consistorio vendió por debajo del precio de mercado estas 18 promociones inmobiliarias. «El precio de venta de todos estos inmuebles fue inferior al mínimo jurídicamente exigible», concluía la sentencia del Tribunal de Cuentas, que el pasado diciembre condenó a Botella y a otros siete miembros de su equipo a abonar un total de 25,7 millones de euros por el perjuicio realizado a la Hacienda Pública con esa venta. Esa investigación concluyó, además, que la operación se hizo aportando información privilegiada a los fondos, «sin pliegos, sin concurrencia, y sin realizar una tasación inicial».

Aznar y sus conatos de lobista

Por su parte, el propio José María Aznar tampoco es ajeno a este submundo inmobiliario. Fiel a las ideas neoliberales que promulgó en su etapa gubernamental, se ha mostrado siempre del lado de estos fondos de capital extranjero. Ya en 2016 se reunía con fondos de capital riesgo y gestores de fortunas familiares extranjeros, a los que presentó las oportunidades que ofrece nuestro país y se ofreció como ‘facilitador‘ de sus inversiones.

Para ello, el expresidente del Gobierno se valió de su hijo, Alonso Aznar, que trabajó en Citi durante cinco años, y de su yerno, el empresario Alejandro Agag. También fue miembro entre 2007 y 2009 del consejo asesor internacional de Centaurus, un fondo de capital riesgo que sucumbió en la crisis financiera.  El exlíder del PP se quiso valer, ante los gestores de los fondos, del peso específico de su figura, su conocimiento de los entresijos del mundo político y empresarial en España y sus buenas relaciones con el PP.

Lone Star, Botín y las residencias de estudiantes

Por último, el tercer apellido en discordia en este mercado es el de Felipe Morenés Botín-Sanz de Sautuola, hijo de Ana Botín, que como miembro de Lone Star, negociaba principalmente con activos de riesgo. En marzo de 2018, creó junto a un socio su propio fondo, denominado Stoneshield, afincando la sociedad en Luxemburgo. Desde allí controla uno de los grupos más grandes de España de residencias de estudiantes, Micampus, con más de 30 centros operativos.

Felipe Morenés es el mayor de los tres hijos de Ana Botín, presidenta del Banco Santander. Trabajó en Londres en UBS y luego en Lone Star, donde coincidió con Juan Pepa, que era el director para Europa del fondo texano. Lone Star envió a los dos a España, donde contaba con una importante cartera de activos inmobiliarios después de haberse hecho con créditos dudosos de la entidad alemana Eurohypo y con la inmobibiliaria de Kutxabank, Neinor. Esta última operación se formalizó en mayo de 2015 y, en menos de tres años, Lone Star vio sus beneficios crecer en 350 millones de euros a base de comprar hipotecas impagadas o en riesgo de caer en morosidad, con descuentos que superan habitualmente el 50%.

El fondo buitre intenta quedarse cuanto antes con el piso o local para rehabilitarlo y ponerlo de nuevo en el mercado por un precio mucho mayor al de compra. «Se habla de fondos oportunistas, pero somos fondos patriotas porque había que dar entrada a la confianza» en el ladrillo español», justificó Juan Pepa en 2015 con una insólita nomenclatura.

Se dispara el número de grandes tenedores

Estos son solo algunos ejemplos concretos de las maneras de operar de esta clase de gigantes inmobiliarios, pero la cantidad de casos es alarmante. En concreto, Madrid se está transformando en un parque temático pensado para las grandes empresas y las fortunas de sus directivos: Fondos buitre y grandes especuladores son bienvenidos a la capital de la gentrificación, donde los vecinos ya no tienen barrios de los que (ni a los que) huir. El Gobierno de Isabel Díaz Ayuso se niega a aplicar políticas de vivienda y no acepta las de ámbito nacional, centrada en reducir impuestos a las rentas más altas y las grandes herencias, que utilizan su creciente y patrocinada fortuna para comprar más pisos con los que especular.

Tan solo en un año, entre 2023 y 2024, el número de propietarios con más de tres pisos alquilados se ha disparado en 2.600. La Comunidad de Madrid goza ahora de 10.242 propietarios con más de tres viviendas, lejos de los 7.600 que acogía en verano. Los datos han sido revelados por la propia administración en una respuesta a una pregunta parlamentaria emitida por Más Madrid. Entre los privilegiados los hay siempre un poco más y los propietarios de diez o más pisos también han crecido, de 1.507 a 1.868.

Entre los conocidos como grandes tenedores acumulan casi 150.000 inmuebles, según recoge el Catastro y adelantaba elDiario.es, saliendo a una media de 75 pisos. «No son pequeños propietarios, son fondos y especuladores que vacían los bolsillos de las familias madrileñas», denunciaba la formación autonómica a través de sus redes sociales. Resulta evidente que las fortunas que se encuentran detrás de estas viviendas no son el perfil de empresario ‘hecho a sí mismo’ que la derecha liberal quiere vender, sino fondos masivos de especulación que destrozan barrios y las vidas de sus vecinos.

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