Alemania evalúa qué mecanismos tiene a su disposición para impedir la reanudación del funcionamiento del gasoducto Nord Stream 2, reporta este martes Bild. De acuerdo con sus datos, en Berlín temen que Rusia y EE.UU. alcancen un acuerdo para reactivar la infraestructura.
El medio señala que representantes de Moscú y Washington llevan semanas debatiendo «la compra por inversores estadounidenses del gasoducto dañado del mar Báltico».
Mientras, en el Gobierno alemán creen que un acuerdo ruso-estadounidense es «un escenario realista». «Actualmente, se están estudiando intensamente las palancas de que dispone Alemania para impedir la reanudación del Nord Stream 2«, indica el artículo.
«El Nord Stream nunca podrá ser parte de la paz y no permitirá negociaciones de paz, más bien lo contrario», comentó Roderich Kiesewetter, experto en Asuntos Exteriores de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU).
Por su parte, desde el Ministerio de Economía declararon que «la independencia del gas ruso es de importancia estratégica para el Gobierno alemán en términos de política de seguridad, y se atiene a ella». «Además, el gasoducto Nord Stream 2 no está certificado y, por tanto, no está legalmente autorizado», agregaron.
Previamente, otra investigación de Bild reportó que el enviado presidencial para misiones especiales de EE.UU., Richard Grenell, ha estado llevando a cabo durante varias semanas «negociaciones secretas» en Suiza sobre la reanudación del funcionamiento del gasoducto para transportar gas ruso a Alemania. Mientras, el propio enviado presidencial de Trump ha negado cualquier implicación en dichas conversaciones.
Tras el sabotaje de los gasoductos Nord Stream 1 y 2, tres de un total de cuatro tuberías quedaron destruidas. Expertos citados por Bild estiman que una reparación del proyecto costaría más de 500 millones de euros.
Alemania se distancia de la energía rusa y cae en una crisis
Uno de los factores en los que se basó el sostenible desarrollo económico alemán era la energía barata, pero en 2022 Berlín decidió renunciar a los recursos energéticos rusos.
Semanas antes de la voladura de los gasoductos, el ministro de Energía alemán, Robert Habeck, se oponía rotundamente a la puesta en funcionamiento del Nord Stream 2, afirmando que esa acción equivaldría a «levantar una bandera blanca en Alemania y Europa». «Alemania tiene un modelo económico que se desarrolló en gran medida en la dependencia del gas ruso barato«, declaró el ministro, enfatizando que dicho modelo «falló y no volverá». El ataque a los gasoductos marcó un hito en el alejamiento de Berlín y Moscú.
El cese del suministro de la energía rusa provocó un crecimiento de los costes. El país europeo dependía de Rusia en alrededor del 55 % de sus compras de gas natural, y ha tenido dificultades para compensar el déficit. En este contexto, importantes empresas —incluidas Volkswagen, Bosch y BASF— han tenido que incurrir en despidos y cierres de plantas, mientras la crisis en la industria alemana sigue agravándose.
En busca de alternativas, Berlín recurrió a sus socios, entre ellos EE.UU., para comprarles su gas natural licuado (GNL) a precios más caros.
Comentando el curso político de Alemania, el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, dijo en el 2023 que Berlín decidió «seguir con paso firme el camino de Estados Unidos». «Ser un miembro ejemplar de la OTAN, que, por supuesto, cumple todas las instrucciones de Washington, porque la OTAN está dirigida por Washington, allí no hay liderazgo colectivo», indicó. En su opinión, el país europeo lo hacía «pisándose a sí mismo y disparándose en el pie».
Tras las explosiones en los gasoductos, el presidente de Rusia expresó su perplejidad ante la negativa de Alemania a poner en marcha el tramo restante del Nord Stream. «En mi opinión, esto es una especie de deformación profesional, esquizofrenia y sinsentido«, dijo en septiembre del año pasado.