La miseria en el capitalismo: una consecuencia inherente del sistema

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El capitalismo, presentado como el sistema económico más eficiente y justo por sus defensores, esconde una realidad cruda e innegable: la miseria como consecuencia inherente de su funcionamiento. A pesar de los avances técnico-científicos y el crecimiento económico global, millones de personas en el mundo viven en condiciones de pobreza extrema, explotación y exclusión. Esta miseria no es un fallo del sistema, sino un resultado directo de su lógica interna, basada en la acumulación de riqueza para unos pocos y la explotación de la mayoría trabajadora.

Como ya apuntara Marx en los Grundrisse, la miseria, el hambre y la desesperación por la supervivencia de millones de seres humanos favorecen que el capital pueda ejercer su hegemonía de poder. Es en los nichos de población sometidos a esta situación donde el poder burgués puede dominar con mayor facilidad. En relación con esta condición del ser humano, principalmente la clase obrera, Marx argumentaba que los trabajadores no pueden liberarse solo con ideas o discursos, sino que primero deben resolver sus necesidades materiales. En La ideología alemana, escribió: «No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia». Es decir, las condiciones materiales (económicas, sociales) son la base sobre la que se construye la conciencia y la acción política.

La explotación como base del capitalismo

En el capitalismo se engendra y practica la explotación de las masas trabajadoras. El capitalismo se sostiene gracias a la plusvalía, es decir, el valor que las y los trabajadores generan por encima de lo que reciben como salario. Los capitalistas, dueños de los medios de producción, se apropian de este excedente para acumular riqueza, mientras que las y los trabajadores reciben apenas lo necesario para sobrevivir y seguir trabajando. Dominados por su cultura, la burguesía, en sus ansias de apropiación, desvaloriza más y más la mercancía que compra a las masas trabajadoras, la «fuerza de trabajo». Para llevar a cabo esta desvalorización, el capital necesita de la existencia del llamado ejército de reserva, empobrecido y castigado por la miseria, dispuesto a vender su fuerza de trabajo a un precio que ni siquiera garantiza su reproducción como clase. La miseria, por tanto, no es un accidente, sino una condición necesaria para que el capitalismo funcione. Los bajos salarios, las jornadas laborales extenuantes y la precariedad son herramientas que permiten a los capitalistas maximizar sus ganancias. En este sistema, la pobreza no es un problema a resolver, sino un mecanismo de control y explotación.

El capitalismo no solo genera miseria, sino que la perpetúa. La concentración de riqueza en manos de una minoría implica la exclusión de grandes sectores de la población. Según Oxfam, el 1% más rico del mundo posee más del doble de la riqueza que el 90% de la población.

El capitalismo fomenta la miseria a través de mecanismos como el desempleo, la privatización de servicios públicos y la especulación financiera, reflejada en el crédito de usura. Los despidos masivos, por ejemplo, no son solo una consecuencia de las crisis económicas, sino una estrategia para aumentar la rentabilidad de las empresas. Del mismo modo, la privatización de la salud o la educación excluye a quienes no pueden pagar por estos servicios, condenándolos a una vida de privaciones.

Crisis económicas y miseria

Las crisis económicas son inherentes al capitalismo y agravan la miseria de las masas trabajadoras. Cada crisis, ya sea por sobreproducción, especulación financiera o desregulación, tiene un impacto devastador en la vida de las masas trabajadoras: desempleo masivo, pérdida de viviendas, recortes en servicios públicos y aumento de la miseria. Estas crisis no afectan a todos por igual. El llamamiento a apretarse el cinturón, que en muchas ocasiones es compartido o defendido por quienes se dicen defender al pueblo, como la traidora socialdemocracia (PSOE, PODEMOS, IU-PCE, SUMAR-PCE, etc.), mientras los trabajadores pierden sus empleos y sus ahorros, los capitalistas suelen salir fortalecidos, aprovechando para desvalorizar la fuerza de trabajo. Bajos salarios hacen posible una mayor acumulación.

La pandemia de la COVID-19 es un ejemplo de cómo el capitalismo profundiza la miseria en tiempos de crisis. Mientras millones de trabajadoras y trabajadores perdían sus empleos y luchaban por acceder a servicios de salud, las grandes corporaciones y los multimillonarios aumentaron sus fortunas de manera exponencial. Esta desigualdad no es una casualidad, sino el resultado de un sistema que prioriza el beneficio económico sobre la vida de las personas.

¿Es posible erradicar la miseria en el capitalismo?

Es como preguntar: ¿es posible ganar peso sin comer?

Los defensores del sistema capitalista, que no solo son burgueses con intereses de clase, argumentan que la pobreza puede reducirse mediante reformas y políticas sociales dentro del sistema. Sin embargo, la historia demuestra que estos argumentos son falsos. Mientras el sistema siga basándose en la explotación y la acumulación de riqueza, la miseria será una realidad inevitable. Las reformas pueden aliviar temporalmente algunos síntomas, pero no atacan las causas estructurales del problema.

El papel de las organizaciones obreras, los sindicatos

Los sindicatos, como escuelas de lucha de clases, deben ser herramientas para educar a los trabajadores en la lucha de clases, no limitando su acción a la mera defensa de los aspectos económicos. Los sindicatos deben centrar su acción en la elevación de la conciencia de clase, combatiendo el pacto entre clases antagónicas, el «pacto social», un elemento político que favorece los intereses de la burguesía. Escuelas de formación política de las masas trabajadoras desde las que se haga entender y comprender que la miseria en el capitalismo no es un fallo del sistema, sino una consecuencia directa de su funcionamiento. La explotación, la desigualdad y las crisis económicas son mecanismos que garantizan la acumulación de riqueza para unos pocos a costa del sufrimiento de la mayoría.

Sindicatos sociopolíticos que denuncian al sistema capitalista, no limitando sus críticas a quienes gestionan este, gobiernos y aliados de estos. Que hagan comprender que la única manera de erradicar la miseria, la explotación y la opresión es superar el capitalismo y construir un sistema basado en la justicia social, la igualdad y la satisfacción de las necesidades humanas. Esto solo será posible en un sistema que tenga como modelo la propiedad colectiva de los medios de producción, la planificación económica y la distribución equitativa de la riqueza. El socialismo como sistema de transito a la sociedad COMUNISTA.

El PCPE y su militancia trabajan sin descanso para lograr la unidad sindical desde una perspectiva marxista-leninista. Sabemos que es una tarea compleja, pero esencial para fortalecer la lucha de clases y enfrentar con herramientas sólidas la opresión y explotación capitalista. Nuestra propuesta de unidad de clase claramente establece un objetivo fundamental en esta batalla: la creación de una Confederación de Sindicatos de Clase, una unidad organizativa que hace posible abordar los retos históricos que hoy afectan a la clase obrera y las masas trabajadoras.

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