Así lo comunicó este domingo el representante permanente adjunto de la Federación de Rusia ante la Organización de las Naciones Unidas en su canal en Telegram, Dmitri Polianski. La presidencia danesa del consejo de la ONU ha informado que las muertes en ciudades como Latakia y Tartus ascienden a miles de personas.
En la última semana, la situación en el oeste del país ha visto un giro sangriento, con masacres de civiles y el consecuente silencio de los medios occidentales. Los enfrentamientos entre las autoridades del Gobierno de facto que dirige Ahmed al Sharaa y remanentes del antiguo Ejército sirio han sumado más muertes a la masacre de alauitas, cristianos y otras sectas religiosas a manos de Hayat Tahrir al-Sham (HTS).
Pese a la reciente realización de un Congreso Nacional de organizaciones sirias en el que acordaron que la unidad nacional sería respetada y sus delegados rechazaron las expresiones de violencia que impiden la convivencia pacífica, las últimas jornadas han estado marcadas por la muerte indiscriminada de infantes, mujeres y ancianos.
A propósito, el presidente de facto dio a conocer que se conformó una comisión nacional independiente para esclarecer estos hechos ocurridos en la región costera, investigar las violaciones contra civiles e identificar los responsables de delitos. El comité está compuesto por cinco jueces, un general de brigada y un abogado de las autoridades de facto.
La Cancillería rusa reaccionó a la situación mediante su portavoz, María Zajárova, quien llamó a todos los líderes sirios que puedan influir en lo que ocurra sobre el terreno a que pongan fin al derramamiento de sangre lo antes posible.
Zajárova afirmó: se informa de «un gran número de muertos y heridos en ambos bandos (…) en una serie de grandes ciudades del país (…) se ha impuesto el toque de queda». Remarcó que en esas condiciones es imprescindible reforzar la seguridad de los ciudadanos y respetar sus derechos legales, «independientemente de su afiliación nacional o religiosa».
El Gobierno estadounidense condenó a los terroristas islamistas radicales, a cuales atribuyó las muertes de civiles de minorías religiosas y étnicas de Siria; pero olvidó mencionar que su gobierno permitió la toma del poder nacional por parte de HTS, después del derrocamiento del gobierno de Al-Assad.
El secretario de Estado de dicho país, Marco Rubio, en una nota dijo que exigen la investigación de dichas masacres: «EE.UU. está con las minorías religiosas y étnicas de Siria, incluyendo las comunidades cristiana, drusa, alauita y kurda, y ofrece sus condolencias a las víctimas y sus familias», dijo Rubio.
