
Luis Alberto Portuondo (Granma).— El día 13 de marzo nos levantamos temprano. La réplica del machete del Mayor General Antonio Maceo nos fue entregada por los guantanameros en la Plaza de la Revolución de la ciudad que vio nacer al Titán de Bronce, hace casi 180 años. «Esto promete», me dijo Daniela, periodista integrante de la comitiva indómita que, junto a jóvenes camagüeyanos, tuneros, holguineros y guantanameros, acamparía en Mangos de Baraguá.
Una muchedumbre nos recibió en el poblado del municipio de Mella. «Este es un sitio sagrado para Cuba, allí están los mangos que cobijaron a Maceo y a Martínez Campos, disfruten y aprendan », expresó uno de los lugareños. Éramos 147 cubanos convocados por la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) para acampar en las cercanías del monumento dominado por el obelisco de 30 metros, coronado por el estremecedor nombre de Maceo.
El encuentro con el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, creó muchísimas expectativas, en tanto los precedentes dieron fe de cuánto los jóvenes podemos aprender, y también enseñar y aconsejar.
UN LEGADO QUE COMPROMETE
La Luna se escondía y el Sol comenzaba a asomarse para recorrer el firmamento. Pioneros de pañoletas rojas estaban allí, en la paz conquistada en la manigua y en la Sierra, durante casi un siglo. Díaz-Canel, acompañado por el miembro del Buró Político y secretario de Organización del Comité Central, Roberto Morales Ojeda, nos saludó cual padre y compañero de lucha. La Diana Mambisa y el grito de ¡Viva Cuba libre! estremecieron los centenarios mangos y la monolítica estructura en la que resalta el bronce. Una ofrenda floral a título del pueblo de Cuba fue colocada en la base del obelisco.
El viceministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), general de Cuerpo de Ejército Roberto Legrá Sotolongo, entregó la réplica del machete de Maceo, «que representa el coraje de los que lucharon por la independencia », a la primera secretaria del Comité Nacional de la UJC, Meyvis Estévez Echevarría. «Constituye un símbolo de resistencia y honor del pueblo (…) ustedes son los herederos de esos ideales», expresó el jefe del Departamento de Comunicación de la Dirección Política de las FAR, primer coronel Jorge Luis Velázquez.
En manos de la UJC cobra un nuevo significado, que se materializa en la defensa de la soberanía, y Estévez Echevarría, dio lectura a la Declaración Antiimperialista de la UJC, en la que expresó que los jóvenes cubanos se mantienen firmes, comprometidos y dispuestos a mantener el legado de quienes les antecedieron. «Antes –dijo-, fue el colonialismo implacable, y hoy lo es el imperialismo en su expresión fascista, ambas amenazas han pretendido rendir a los cubanos y hacernos pactar, vergonzosamente, con los enemigos históricos de los pueblos».
El socialismo fue ratificado como el único sistema capaz de garantizar justicia social y dignidad plena para nuestro país, al tiempo que fue condenado el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de Estados Unidos contra el pueblo y las familias cubanas. Desde allí, también la solidaridad con la causa palestina. Como aquel 15 de marzo, cuando Antonio Maceo no aceptó una paz sin independencia, «las nuevas generaciones fieles a la libertad, a la justicia y a la dignidad conquistadas, declaramos que no habrá pacto ni rendición. Reafirmamos nuestra decisión de defender la soberanía y la autodeterminación de Cuba», concluyó la Primera Secretaria del Comité Nacional de la UJC, y entregó la Declaración al Jefe de Estado.
LA HERENCIA DE BARAGUÁ EN EL PATRIMONIO DE LA NACIÓN
Nuevamente el silencio dominó el sitio patrimonial. Omar López Rodríguez, director de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba, recordó el encuentro de los 60 mambises con el escuadrón español encabezado por el capitán general Arsenio Martínez Campos, «conocido como El Pacificador por la trayectoria de convencimiento qué había logrado a partir del Pacto del Zanjón, firmado en el Camagüey».
No se abolía la esclavitud ni ofrecía la independencia por la que tanta sangre se derramó. «Por eso Antonio Maceo lo rechazó y dijo la famosa frase: no nos entendemos (…) José Martí y Fidel Castro hicieron mención a la Protesta de Baraguá en varias ocasiones, lo que implica la continuidad y presencia de la idea de no rendirse y no darse nunca por derrotados».
José Enrique de la Cruz, soldado de la brigada de la frontera, fue el primero en hacer uso de la palabra. «Estoy en la primera trinchera antimperialista, frente a la ilegal Base Naval en Guantánamo (…) y con eso tampoco nos entendemos », afirmó.
Reflexioné entonces sobre la Constitución de Baraguá, de esa guerra de pensamiento que hoy se nos hace, y de cómo ganarla a pensamiento, depende mucho de volver a los próceres de la historia, como Maceo, Martí y Fidel. El Director de Salud Pública en el montañoso municipio de Guamá destacó que, en medio de las carencias, se mantiene la vitalidad de los servicios. Las experiencias de jóvenes holguineros del propio sector fueron expuestas también.
Singular fue la experiencia del escritor Reynaldo Zaldívar Osorio quien, en tiempos de la COVID-19, puso a producir varias hectáreas de una finca en usufructo que nombró Cartacuba. El encuentro fue propicio para sumar nuevos jóvenes a las filas de la UJC y el Partido.
En las conclusiones, Díaz-Canel habló de preservar los tres principios del pensamiento revolucionario que nos legó la Protesta: unidad, soberanía y justicia social.
«Logramos unidad participando; defendemos la soberanía cuando protestamos contra el bloqueo y la asfixia económica que nos imponen los enemigos de la Revolución. Maceo no protestó para rendirse, sino para mantener viva la llama, para obtener la justicia social que hoy se consolida en la defensa del socialismo y la preservación de sus conquistas. Si Maceo hubiese sido pesimista, no hubiera protestado», reflexionó el mandatario.
En la despedida no faltaron los abrazos, que enaltecieron el espíritu fraterno y la irrestricta posición de la mayoría de los que habitamos en la Mayor de las Antillas, de defender la Patria, la Revolución y el socialismo, bajo la profunda convicción fidelista de que Cuba será siempre, «un eterno Baraguá».