La toma se mantiene tras persistentes intentos de diálogo entre las autoridades de la universidad y los dirigentes estudiantiles que, para mejor bísqueda de consenso propusieron como moderador de las conversaciones al auzobispo católico auxiliar de Lima, monseñor Guillermo Cornejo.
Un numeroso grupo de policías se mantiene frente al ingreso principal de la universidad, para dar seguridad al amplio local, según afirman los oficiales, aunque los estudiantes temen un desalojo violento, por lo que apremian al rector, Enrique Flores, lograr prontos acuerdos.
El alumnado demanda una mejor seguridad frente a constantes robos que sufren los estudiantes y la propia universidad, por la deficiente seguridad privada contratada por las autoridades académicas.
También la mejora de la alimentación y la gratuidad de esta, como se brinda en todas las universidades estatales, obras de infraestructura necesarias por el deterioro de las actuales y mayor equipamiento.
Igualmente piden transparencia en el manejo de fondos generados por actividades productivas de universidad y una parte significativa se dedique al bienestar del alumnado.
Preguntado sobre el conflicto, el ministro de Educación Morgan Chero declinó tácitamente involucrarse, al pedir que se establezca el diálogo, y afirmó que los alumnos tomaron con violencia la universidad, lo cual estos niegan rotundamente.
Los alumnos, además, informaron que cuidan del mantenimiento del centro de estudios y cuidan y alimentan a animales y plantas que tiene la universidad con fines de formación profesional.