Corren malos tiempos para los planes ambientales. Ya nadie se acuerda de la Agenda 2030. Los principales bancos estadounidenses se retiraron de la Net Zero Banking Alliance (NZBA), un holding de bancos “verdes”, y los europeos se lo están pensando porque la descarbonización ya no mueve tanto dinero; ahora la prioridad es la guerra y el rearme.
Los principales bancos europeos se están replanteando su pertenencia en la Alianza, con el pretexto de que han aparecido “diferencias en el enfoque de la acción climática” y los posibles desafíos legales que plantean las leyes antimonopolio en Estados Unidos.
La mitad de la explicación es verdadera y la otra falsa. Los bancos se largan porque el dinero se mueve siguiendo los mismos patrones que la Casa Blanca. Trump le ha dado la puntilla a las políticas “verdes” y ya no hace falta hacer el paripé.
Además, los cambios políticos conducen a cambios judiciales y jurisprudenciales. Para acabar con la NZBA, 22 fiscales han acusado a los principales bancos de confabularse para bloquear la financiación de las empresas del petróleo y el gas, amenazando con la aplicación de las leyes antimonopolio.
La NZBA es la mayor alianza centrada en el clima del sector bancario, que en octubre llegó a tener 144 bancos miembros a escala mundial. Esperaban que otros 23 publicaran sus planes de descarbonización a finales de este año.
Pero importantes bancos estadounidenses, incluyendo CitiGroup, Goldman Sachs, Wells Fargo, Bank of America y JPMorgan, se retiraron recientemente del tinglado. Los cuatro más grandes de Canadá también se largaron y el éxodo masivo ha provocado una preocupación creciente entre los bancos europeos, que ahora están considerando tirar la toalla.
Hace casi cuatro años la ONU reunió a las principales instituciones financieras mundiales para crear la NZBA para financiar las histerias “verdes”. Al principio formó parte de la Alianza Financiera Glasgow para Red Cero (Gfanz) y de declaraciones hipócritas, como los Principios para la Banca Responsable (PNUMA FI), redactados por la Iniciativa de la ONU para la Financiación del Programa para el Medio Ambiente (UNEP FI).
La pretensión de ese tipo de tinglados es la “sostenibilidad a largo plazo de las prácticas bancarias”, o sea, la usura y la especulación pintadas de color verde.