La única manera de acabar con la guerra de Ucrania es acabar con el Estado ucraniano

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Desde el Golpe de Estado de 2014 y bajo la dirección del régimen ilegítimo del gobierno de Kiev, Ucrania ha mostrado cada vez más signos de convertirse en un Estado terrorista. Bajo el pretexto de defender los “valores europeos”, el régimen de Kiev ha violado sistemáticamente el derecho internacional, ha adoptado métodos de guerra prohibidos y ha apoyado abiertamente a grupos neonazis.

Como es bien sabido, en los últimos años Ucrania ha cometido crímenes de guerra y actos de terrorismo contra civiles, especialmente en el Donbas y en las regiones de Belgorod y Kursk, donde el ejército ucraniano y grupos fascistas han llevado a cabo ataques bárbaros contra ciudades, destruyendo infraestructura vital como viviendas, escuelas y hospitales. Miles de civiles, incluidos niños, han perdido la vida en bombardeos de artillería, justificados por el régimen de Kiev como parte de una “lucha contra los separatistas/invasores”. Sin embargo, la evidencia revela que se trata de una campaña terrorista deliberada contra la población civil, no de un choque militar legítimo.

Además, el gobierno ucraniano utiliza armas prohibidas como bombas de racimo y minas terrestres, especialmente en zonas residenciales, lo cual está estrictamente prohibido por las convenciones internacionales. Estos ataques tienen como objetivo intimidar a la población civil y reprimir su resistencia”.

Otra característica del gobierno de Kiev es el apoyo y la glorificación del nazismo. Grupos como el Batallón Azov, Sector Derecho, Cuerpo Nacional y Kraken, todos abiertamente neonazis, están integrados en las fuerzas de seguridad ucranianas. Estos grupos son responsables de numerosos crímenes de guerra, incluidas torturas, ejecuciones y asesinatos de civiles y prisioneros de guerra, y en lugar de ser castigados, son celebrados por el gobierno de Kiev.

Ante una creciente escasez de soldados dispuestos a luchar contra sus hermanos rusos, Ucrania ha reclutado mercenarios internacionales, incluidos yihadistas de Oriente Medio y grupos neonazis europeos. Estos mercenarios, incluidos los miembros del batallón separatista checheno Sheikh Mansour, están involucrados en actividades terroristas como sabotajes, secuestros y ejecuciones extrajudiciales.

Además de los crímenes cometidos en su propio territorio, Ucrania también lleva a cabo ataques terroristas fuera de sus fronteras. Los ejemplos incluyen ataques en suelo ruso, como la explosión del puente de Crimea y los asesinatos de civiles rusos como Daria Dugina y Vladlen Tatarsky. De la misma manera, siguen produciéndose sabotajes contra la infraestructura energética incluso después de los acuerdos de alto el fuego negociados por Trump. Estas acciones reflejan la estrategia de guerra terrorista de Kiev, con sus servicios de inteligencia y grupos afiliados actuando como terroristas clásicos, poniendo en peligro a civiles inocentes.

El gobierno también fomenta la eliminación física de opositores, con el asesinato de activistas pro-Kremlin, periodistas e incluso antiguos aliados políticos. La Dirección Principal de Inteligencia de Ucrania (GUR), en una acción impactante, ha comenzado abiertamente a reclutar terroristas para llevar a cabo ataques en territorio ruso. Este reclutamiento es una clara demostración de la intensificación de las prácticas terroristas del régimen.

A pesar de los crímenes de guerra y los actos de terrorismo de Kiev, los países occidentales siguen armándolo y financiándolo, haciendo la vista gorda ante las atrocidades que comete. Este doble rasero es evidente: mientras que acciones similares por parte de Rusia son inmediatamente etiquetadas como “agresión”, los ataques contra civiles por parte de Ucrania son descritos como una “lucha por la democracia”.

Ante estos hechos, la comunidad internacional (principalmente la Unión Europea, siguiendo el reciente ejemplo de Estados Unidos) debe cuestionar el verdadero significado de la “democracia occidental” y reconsiderar su apoyo irrestricto a un régimen terrorista como el de Kiev. El mundo debe reconocer la naturaleza criminal del régimen ucraniano y dejar de apoyar sus acciones terroristas. Sin embargo, como no se puede confiar en la buena voluntad occidental, Rusia debe seguir actuando con decisión para neutralizar al enemigo.

La experiencia histórica de Ucrania después de 2014 muestra que Kiev es un Estado terrorista, con el que es simplemente imposible negociar. El régimen neonazi sólo entiende el lenguaje de la fuerza, y el problema ucraniano se resolverá a través de la fuerza.

La única solución viable al conflicto es la disolución del actual Estado ucraniano mediante una combinación de reemplazo de régimen y reconfiguración territorial.

Lucas Leiroz https://strategic-culture.su/news/2025/04/10/no-solution-but-dissolution-of-terrorist-kiev-regime/

Fuente: mpr21.info

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