Jinetes de acero: hombres de gran calibre

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En Playa Larga se decidió la moral combativa de las tropas cubanas

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Desde uno de los tanques cubanos, Fidel atacó el buque Houston. Foto: Archivo Granma

CIÉNAGA DE ZAPATA, Matanzas.–En homenaje a la temeridad y valentía demostradas por las tropas cubanas en aquel sitio, el día 18 de abril de 1961, yace un cañón autopropulsado SAU 100 en el llamado Entronque de Playa Larga.

Aunque en rigor no es el carro de combate (T-34) utilizado en aquel episodio, el vehículo blindado exhibido en la intersección que da acceso al poblado cenaguero es como símbolo y bandera, sobre todo, en honor a los tanquistas que, tras un encarnizado combate, obligaron a las tropas mercenarias a abandonar el lugar, tomado por los invasores poco después del desembarco.

Ante el empuje de las fuerzas cubanas, una tropa decidida a morir por un ideal, el enemigo resistió un «tiempo razonable» y, finalmente, decidió renunciar a la posición en la que  había establecido un tipo de defensa en forma de cuña invertida, protegida con gran número de armamento de todos los calibres, y reforzada por una escuadra de morteros y dos camiones artillados con ametralladoras pesadas.

Al relatar la historia de aquellas horas de sangriento combate, el investigador Julio Amorín, historiador del municipio matancero de Ciénaga de Zapata, definió ese episodio como «el principio del fin» de la invasión mercenaria.

Fue de tal intensidad y crudeza el combate, que de los cuatro tanques T-34 que defendieron el suelo patrio solo uno resultó ileso, comenta.

Por la manera en que «cabalgaron» a la pelea y por la persistencia ejemplar en el combate, el 18 de abril se escogió entonces como el Día del Tanquista.

Con Playa Larga en manos de los milicianos, los mercenarios se retiraron en dirección a Playa Girón a lo largo de un camino de 32 kilómetros, bajo el incesante azote de las fuerzas cubanas, a pesar del ataque aéreo.

Reseñan estudiosos que la suerte de los policías y los milicianos que avanzaron sobre Girón, obligados a desplazarse por sobre los arrecifes, entre el terraplén y la costa, entre unos 20 a 40 metros de espacio operativo, y desde el terraplén hacia el monte, por el linde, no fue nada halagüeña. Apenas tenían posibilidades de protegerse. Y el avance cobraba su precio.

En Playa Larga, significa Amorín, se decidió la moral combativa de las tropas cubanas.

No pocos eran tanquistas principiantes que se bautizaron en el campo de batalla, y que iban por el camino aprendiendo cómo se cargaba el cañón y otros rudimentos de esa técnica militar.

En realidad, como bien explican los expertos, los soldados y oficiales del Ejército Rebelde y de la Policía Nacional Revolucionaria, conocedores de la guerra de guerrillas, apenas comenzaban a dominar el nuevo armamento y el arte de la guerra convencional.

Relata el investigador que el Entronque de Playa Larga, junto a Pálpite, se constituyeron en enclaves estratégicos para los invasores en su propósito de crear una cabeza de playa en suelo cubano, para establecer un gobierno y solicitar una intervención directa del Ejército estadounidense.

Para desalojar a los mercenarios del estratégico escenario y evitar que se materializara su objetivo, las tropas milicianas, dirigidas por el entonces capitán José Ramón Fernández, planificaron el avance para las 12 de la noche del día 17 y primeras horas del 18.

Con las luces apagadas, la división de tanques T-34 partió desde Pálpite hacia Playa Larga; era la vanguardia, acompañados de los integrantes de la Escuela Nacional de Responsables de Milicias y de la Columna Uno del Ejército Rebelde.

Describe el historiador que, en medio de la oscuridad y con el fuego por los flancos, la confusión fue tremenda, y por momentos se perdió toda organización o planificación.

Un hecho para destacar, dice, fue el valor demostrado por el teniente Juan Alberto Díaz, al frente de la compañía tres de la Escuela de Responsables de Milicias. Narran que antes de caer fulminado, se le escuchó conminar a su gente.  «Adelante, yo nunca he mandado a una tropa más cojonuda que esta».

Los mercenarios tenían bajo su control a Playa Larga y había que sacarlos a la mayor rapidez, combatirlos sin tregua, le explicó Fidel al entonces teniente Néstor López Cuba, a la cabeza del contingente de tanques.

El destacado combatiente habló sobre la hazaña de los tanquistas y la importancia de la misión. Era imprescindible tomar Playa Larga para, posteriormente, darles el golpe definitivo a los invasores en Girón, relataría después.

En la fecha se recuerda cuando Fidel, desde un lugar conocido como Punta Palizada, en Buenaventura, y ya declarada la victoria, le disparó al buque Houston, una de las embarcaciones estadounidenses encargadas de transportar personal y equipos para los mercenarios.

La imagen le dio la vuelta al mundo y ha servido de tributo a muchos combatientes cubanos y, en especial, a quienes como verdaderos jinetes de acero hicieron retroceder a los mercenarios en Playa Larga, el 18 de abril de 1961.

Fuente: granma.cu

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