En enero DeepSeek provocó un terremoto al anunciar su modelo de inteligencia artificial R1, que había sido desarrollado utilizando infraestructuras mucho más simples y baratas que las estadounidenses.
Tras el primer momento de sorpresa, Estados Unidos está estudiando la prohibición del modelo, una fórmula que recuerda a lo que todavía se cierne sobre Huawei y TikTok.
La Casa Blanca también estudia otro tipo de restricciones que impidan a DeepSeek adquirir equipos de última generación necesarios para desarrollar nuevos modelos de lenguaje. La ofensiva ya está en marcha porque a NVIDIA y a otros fabricantes de semiconductores ya les han notificado las nuevas restricciones a las exportaciones a China.
El pretexto que ha inventado el New York Times es el mismo de siempre: la Casa Blanca y el Departamento de Comercio acaban de descubrir que la empresa tiene vínculos con el complejo militar industrial de China. DeepSeek recopila datos sensibles de los usuarios estadounidenses y los comparte con el gobierno de Pekín.
La empresa, dicen los intoxicadores, incluye a decenas de investigadores que en el pasado formaron parte del Ejército Popular Chino o institutos de defensa e investigación chinos. Eso es suficiente para justificar, según Estados Unidos, controles más exhaustivos.
En febrero los congresistas Josh Gottheimer y Darin LaHood presentaron un proyecto de ley para prohibir DeepSeek en los dispositivos gubernamentales, similar al impuesto contra TikTok. El proyecto cuenta con el apoyo de ambos partidos.
Algunos parlamentarios, como el senador Josh Hawley, han propuesto medidas aún más radicales, como prohibir todas las tecnologías de inteligencia artificial china en Estados Unidos, lo que podría incluir penas de cárcel a los usuarios.
En fin, la prohibición de Huawei y TikTok, lo mismo que la subida de los aranceles, demuestra que Estados Unidos ya no es capaz de competir en pie de igualdad. China está ganando la partida, no sólo en el terreno tecnológico, sino también en el económico.