El Frente Sandinista de Liberación Nacional tiene el mérito patriótico de haber rescatado al General Augusto Nicolás Calderón Sandino hacia la conciencia ideológica de identidad nacional como sustento de la estrategia de transformación política y socioeconómica del País, con la Revolución Popular Sandinista. Hasta nuestros tiempos y más allá.
De la gesta heroica de Sandino, incluyendo su traición y muerte en manos de vendepatria criollos confabulados con la política exterior norteamericana; una generación consecuente de guerrilleros y pensadores heredaron la mística revolucionaria de aquellos miembros del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional que expulsaron a los marines de nuestro país.
A partir del estudio del marxismo y de la cosmovisión que éste aporta convirtiendo las contradicciones sociales en fundamentos de evolución humana, ideólogos y decididos hombres de armas en la década de los años 50 trazaron el destino de sus propias vidas para servir como eslabones de conciencia para la posterior fundación del FSLN, en la década de los 60´s, distinguiéndose en medio de múltiples tendencias de inquietud anti somocista.
El Frente Sandinista encauzó el amor a Nicaragua hacia una opción preferencial por los pobres como prioridad para el desarrollo. Al revolucionar el patriotismo, este movimiento guerrillero se convirtió en vanguardia de la unidad popular en los años 70, ya que sustituyó el protagonismo somociano por la del orgullo patrio y dignidad del pueblo nicaragüense.
El FSLN rescata las luchas de todos los pueblos del hemisferio a partir de Sandino -antes y después- con transversalidad cronológica: pro independentista, nacionalista, soberana, anticolonialista, antintervencionista, antimperialista, antinjerencista y antineocolonialista. Consecuentemente, irguió un plan de restitución del ser humano en su Programa Histórico, identificado como “la herencia programática de Sandino” y cuyo apego “a sangre y fuego” privilegia al sandinismo del mérito de haber hecho la revolución en Nicaragua, a favor de su pueblo; y de continuar haciéndola, hacia el futuro, sobre la conquista de la Paz.
A partir que el argumento político-ideológico del FSLN conquistara el Poder Popular en 1979, el Modelo de Estado y Gobierno Sandinista puede distinguirse en cinco etapas:
La reconstrucción nacional
Con la siembra de cincuenta mil almas –la mayoría inocentes e indefensas– la unidad de la lucha popular para derrocar al oscurantismo criminal somocista fue guiada por el FSLN que encabezó la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN) desde el triunfo hasta legitimarse como partido político y participar en elecciones que su Plan de Lucha ganó.
Su propuesta constitucionalista, de reivindicación humanística, le devolvió libertad y justicia a la Nación, en contraste a la cobarde complicidad de los tradicionales partidos –liberal y conservador– que por siglo y medio fueron ineficientes paralelas históricas que estancaron una clase gobernante oligarca-aristocrática y a sus parásitos serviles; en elecciones siempre supervisadas y amañadas por agencias del gobierno norteamericano que dejaron sin oportunidad ni representación a los obreros, los campesinos y otros sectores vulnerables.
La fortaleza de ese Plan priorizaba orientar los recursos sociales, naturales y económicos de Nicaragua para erradicar la miseria y el analfabetismo; así como, la reconstrucción moral, cívica y material de una Nación despedazada por el abuso de poder y la ignominia. También fundar un Ejército Popular y una Policía –sandinistas–- desde el pueblo, para servir al pueblo. Además, el Plan incluía un anteproyecto educativo que sirvió como punto de partida de la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA) en 1980.
El FSLN representado en Daniel en la JGRN declaró “(…) atrás quedarán para siempre la corrupción y el crimen: la utilización del Estado como patrimonio de una familia: la instrumentalización del ejército como guardia personal de un tirano y la prostitución de las Instituciones Públicas. El Gobierno de Reconstrucción Nacional dirigirá sus mayores esfuerzos a estimular y organizar la participación popular en la solución de los grandes problemas nacionales: el hambre, la desocupación, la desnutrición, la insalubridad, el analfabetismo, la falta de vivienda, despiadado legado de cincuenta años de somocismo.”
La contrarrevolución asesina a Georgino Andrade, joven alfabetizador, e inicia la Guerra de Intervención Norteamericana financiada con narcotráfico (Honduras) y terrorismo (Irán) que en lo irreparable agrega cincuenta mil almas más a la tragedia moderna de nuestro pueblo, saturada de heridas físicas y psicológicas, como siembra a una nueva victoria moral, militar y diplomática sobre Estados Unidos, a quien la Corte Internacional de Justicia sentenció como agresor armado, con obligación de indemnizarnos por 17 mil millones de dólares.
El poder norteamericano disfraza una desmovilización de la contrarrevolución para poder nuevamente supervisar nuestras elecciones; donde hacen ganar a su candidata, tonta útil que inicia el neoliberalismo económico, privatizando las conquistas de la revolución; y el neocolonialismo político, condonándoles la indemnización por crímenes contra Nicaragua.
Además, las fuerzas desmovilizadas de la guerra son apartadas del plan de desarrollo elaborado por gringos, que además incluyó la deportación de connacionales que huyendo de la guerra se convirtieron en delincuentes en Estados Unidos; una perversa analogía de cultivo criminal que también transformó a la sociedades salvadoreña y hondureña, donde los ilusos seguidores del sueño americano viven todavía la pesadilla de la xenofobia yanki.
El gobierno desde abajo
En los años 90 la burguesía al poder empezó a inducir el fantasma de la guerra en la memoria del pueblo y a rescatar “las condiciones de paz somociana”, donde nuevamente los pobres debían acomodarse a ver, oír y acallar. Iniciaba la corrupción de las instituciones del Estado y la promoción de activadores inmorales y la importación de vicios transculturales.
Los despidos de cuadros de la revolución fueron masivos, especialmente donde la mística exigía mayor cualidad para el pueblo. La estrategia proyanki era convertir a Nicaragua en trampolín del narcotráfico para que la cocaína y estupefacientes llegaran a salvo a EEUU; donde nunca se ha capturado, juzgado ni condenado a un narcotraficante norteamericano.
A la par del pueblo se elevó la determinación de Daniel, quien cuestionaba públicamente las medidas para arrebatar las tierras a los campesinos y a las cooperativas; arrebatar al pueblo el derecho a la educación y a la salud, privatizándolas; entre otros abusos. La oligarquía provocaba al pueblo para que nuevamente hubiera guerra entre hermanos.
Daniel pacificó: “(…) podríamos decir que, frente a los planes de destrucción de las conquistas de la Revolución que empezaron a desarrollarse, hubiésemos tenido toda la autoridad y legitimidad para ir a la lucha pacífica en las calles para derrocar al gobierno. Y dijimos: ¡No!; Vamos a librar la batalla defendiendo las conquistas sociales del pueblo nicaragüense (…).”.
“(…) ¡Nosotros no nacimos arriba! ¡Nacimos abajo! ¡Vamos a gobernar desde abajo!”
El FSLN libró pacíficamente una batalla donde los EEUU tuvieron 17 años instalándose de acuerdo a la visión norteamericana y sus intereses; a la par de vendepatrias y de ladrones. El fisco dejó de percibir cada año 500 millones de dólares por exenciones y exoneraciones. El segundo presidente neoliberal fue condenado por robarse 250 millones de dólares.
De ése período los derechos laborales y sociales fueron recortados. El 76% de las escuelas públicas del País no reunían los requisitos elementales y los salarios de los maestros no alcanzaba la canasta básica y mantener una vida digna.
Entre 1990 y 2006, 2 millones de personas sufrían pobreza. El 82% de la población (4.2 millones), vivían debajo del umbral de pobreza y más de 2.1 millones malvivían en la indigencia. El 33% de la población adulta de se volvió analfabeta, (más de la mitad, mujeres). Un millón de personas mayores de 15 años carecían de capacidades básicas en lectura, escritura y cálculo [cifras de la CEPAL].
Así, defendiendo la paz y aliado con Dios en función del pueblo, el FSLN libra su batalla electoral para Erradicar la Miseria, Combatir la Pobreza y Promover el Desarrollo Humano.
La reconciliación y la unidad nacional
No es un figurativo referirse a el actual período como “la segunda etapa de la revolución” pues la realidad post-neoliberalismo fue similar a la post-somocismo; así también el acierto de la propuesta histórica defendida por el FSLN respecto a la convocatoria de unidad nacional para sacar a Nicaragua de la crisis y sanar las heridas emocionales y psicológicas de la regresión social y humana que le victimizó. Lamentamos que durante ese período, menores de edad y neonatos en el País murieron por desnutrición y por falta de atención.
La lealtad del FSLN a la herencia de los próceres, héroes y mártires de la historia del pueblo por su libertad y autodeterminación, le permitió caminar -sin prisa pero sin pausa- en la creación de los gabinetes ciudadanos para satisfacer las necesidades de la población en cada territorio de acuerdo a la exigencia de sus oportunidades. Con inclusión, solidaridad empatía, amor, paciencia, y temple socialista revolucionario; Daniel y Rosario encabezaron la ejecución del Plan Nacional de Lucha Contra la Pobreza para el Desarrollo Humano invitando a los sectores sociales, políticos, religiosos, gremiales y hasta a minorías. A todos.
Se realizó una alianza con el gran capital de empresarios nicaragüenses que con un disfraz político-imparcial se enriquecieron de manera obscena con la buena voluntad del GRUN, llegando incluso a codiciar arrancarle a éste su condición de Poder Popular en abril 2018 cuando se desenmascaró un plan de invasión norteamericana que pretendía menoscabar la legitimidad de las instituciones, crear caos en la psiquis de los nicaragüenses con noticias falsas, desestabilizar la armonía, la paz, la economía y provocar Golpe de Estado al FSLN.
La defensa de la paz
Vendepatrias que no merecieron ser nicaragüenses, disfrazados de intelectuales, llamaron a la injerencia extranjera y a la violencia mortal entre hermanos. Se evidenciaron terroristas cobardes, que incluso azuzaban al magnicidio para asesinar a Daniel y/o a Rosario. En un Acto de amor desmedido, los copresidentes llamaron a la base sandinista a la paz y la no violencia, confiando que la institucionalidad de la revolución se encargaría de la justicia.
La cordura del Frente Sandinista y su definición de amor por los seres humanos prevaleció con firmeza en defensa de la independencia, la soberanía, la autodeterminación nacional, la seguridad y la paz; garantizó incluso proclamarlos constitucionalmente como derechos irrenunciables del Pueblo y fundamentos de la nación nicaragüense. “Toda injerencia extranjera en los asuntos internos de Nicaragua o cualquier intento de menoscabar esos derechos, atenta contra la vida del Pueblo. Es deber de todos los y las nicaragüenses preservar y defender estos derechos. Por consiguiente, todos aquellos o aquellas que atenten contra esos sagrados derechos del Pueblo nicaragüense, serán considerados traidores a la Patria”.
Las decisiones de Daniel y Rosario de priorizar la paz, la armonía y la calidad de convivencia hoy se reflejan categóricamente en la Auditoría Social del Poder Popular. Los nicaragüenses evaluamos así el impacto del criterio ideológico sandinista, en función de inspirar confianza, proporcionar estabilidad y garantizar visión a futuro a las familias nicaragüenses; desde la Perseverancia del Estado y Modelo de Gobierno del FSLN.
Los golpistas quisieron agredir las máximas que han permitido a Nicaragua alcanzar niveles sin precedentes en su desarrollo, como la que en toda actuación, el Estado y el Pueblo debemos priorizar la lucha contra la pobreza. También que el pluralismo cultural y social asegura la organización y participación en todos los procesos electorales establecidos en la Constitución de los partidos políticos que cumplan con la Constitución Política y las leyes.
Intentando agredir la psiquis de las personas en con noticias falsas, no pudieron -ni podrán- contra la Conciencia Popular que valida que en Nicaragua se reconocen diferentes formas de propiedad: pública, privada, asociativa, cooperativa, comunitaria, comunal, familiar y mixta, las que deberán ser garantizadas y estimuladas para avanzar contra la pobreza. Además que ha y libertad de culto, fe y prácticas religiosas con separación Estado-Iglesia.
El FSLN por más victorias
La gobernabilidad Sandinista actúa en simbiosis con el pueblo edificando oportunidades de desarrollo sembrando confianza y esperanza a futuro. Los Copresidentes Daniel y Rosario tienen una aprobación de casi el 87% por la en la conducción de la Revolución desde el Estado nicaragüense, que fundamenta sus hábitos sociales en valores cristianos, ideales socialistas y prácticas solidarias; desde la cultura e identidad propias.
Siguiendo a Jesús, con espiritualidad en Estado laico, los valores cristianos aseguran amor al prójimo, reconciliación entre hermanos de la familia nicaragüense; el reflejo del amor se evidencia en el respeto a la individualidad y la diversidad sin discriminación alguna, el respeto e igualdad de derecho de todas las personas, de todas las edades y capacidades.
En complementariedad, los ideales socialistas promueven el bien común por encima del egoísmo individual; por interés social se pretende una construcción incluyente, justa y equitativa en democracia; procurando acabar la pobreza. La solidaridad se fundamenta entre nicaragüenses como forma de vida; aboliendo exclusiones; velando por la persona, familia y comunidad como protagonistas esenciales. Son origen y fin de la Gestión Pública.
El FSLN conserva a la familia en nuestra Nicaragua y la reconoce como generadora de vida en prácticas propias de tradición y cultura; como centro de convivencia comunitaria y forja de valores y sentimientos que desde el amor promueven humanismo, tolerancia y armonía.
El Frente Sandinista pondera a la Juventud nicaragüense, que en todo momento ha sabido ser protagonista de las epopeyas antiimperialistas y de liberación nacional y que es reconocida como Patrimonio Nacional constituyendo la base fundacional del futuro de democracia directa y de valores de dignidad y soberanía que aseguran un porvenir honroso y pleno. Así, vamos por más victorias dentro de un estado unitario e indivisible, impulsando luchar contra la desigualdad para defender la seguridad y la paz con bienestar.
En victoria contra el neocolonialismo, la Nicaragua revolucionaria y sandinista fundamenta sus relaciones internacionales en el respeto, amistad, complementariedad y solidaridad entre los pueblos y la reciprocidad desde la soberanía de los Estados y adhesión a principios del Derecho Internacional reconocido y ratificado soberanamente.
En nuestra declaratoria, el país “se inhibe y proscribe todo tipo de agresión política, militar, económica, cultural y religiosa, así como la intervención en los asuntos internos de otros Estados. Reconoce el principio de solución pacífica de las controversias internacionales por los medios que ofrece el Derecho Internacional y proscribe el uso de armas nucleares y otros medios de destrucción masiva en conflictos internos e internacionales; asegura el asilo para los perseguidos políticos y rechaza toda subordinación de un Estado respecto a otro (…)”.
Por nuestra soberanía “(…) ninguna medida violatoria del Derecho Internacional tomada por Estados, grupos de Estados o gobiernos extranjeros en contra de instituciones, funcionarios y/o personas nicaragüenses tendrá validez para el Estado nicaragüense, que tiene el derecho de tomar las medidas que sean necesarias para proteger su soberanía nacional (…)”.
En la lucha geopolítica por la decencia mundial, encontramos formas de expresión genuinas hacia el orden multipolar del planeta, basado en la hermandad, solidaridad, complementariedad, cooperación, igualdad y respeto entre los pueblos. Nuestra historia Sincerada –como diría Aldo Díaz Lacayo– a favor del pueblo, privilegia la reconstrucción de la Unidad Centroamericana la edificación de la Gran Patria Latinoamericana y Caribeña; basada en los ideales unitarios y de hermandad de Bolívar y Sandino.
El FSLN tiene el mérito histórico de alcanzar democráticamente que la República de Nicaragua sea un Estado revolucionario, libre, soberano e independiente, que reconoce a la persona, la familia y la comunidad como protagonistas de la democracia directa; así como, que el poder revolucionario lo ejerce el Pueblo de forma directa.
Así, tendremos Dios, Patria y Libertad hoy mañana y siempre.