Recientemente un tendero chino publicó un vídeo en TikTok sobre las mercancías que vende y las razones de su superioridad comercial sobre las grandes distribuidoras del mundo, incluida Amazon.
El tendero lo explica en inglés para que el resto del mundo acabe de entender, de una vez por todas, la verdadera naturaleza del éxito del capitalismo chino, que consiste en no poner puertas al campo, o sea, aranceles, barreras y sanciones.
El mercader de la Nueva Ruta de la Seda, que parece regresar de una historia milenaria, recurre al ejemplo más característico, la industria del lujo, porque la mayor parte de las veces las mercancías “todo a 100” se asocian a la mala calidad y la policía municipal persigue a los manteros que venden imitaciones, que veces califican de “falsificaciones”, es decir, de cometer un delito.
En un mercado el único fraude es comprar una marca de lujo en una tienda de lujo porque casi todas las mercancías, sean de lujo o no, se fabrican en China en los mismos talleres. El primer turno fabrica las mercancías con la marca exigida para la exportación y el segundo fabrica lo mismo con la imitación. Lo que cambia es el precio: el mantero te vende cien veces más barato exactamente lo mismo que en una tienda de lujo.
La única diferencia es que el capitalismo y su inundación publicitaria ha lavado el cerebro de los occidentales, que quieren pagar más por un logo, haciendo ostentación pública de su nivel adquisitivo. El comprador hace el ridículo cuando alardea de que calza unas Nike que le han costado una fortuna.
Las marcas de lujo que creían haber encontrado Eldorado, han caído en la trampa. No pueden enfrentarse a China, que puede vender exactamente lo mismo por precios irrisorios, incluida el logo
Durante décadas, los que han vendido una mentira no son los manteros sino las marcas de lujo. Asociaron su sello a la artesanía, el prestigio, el refinamiento y la calidad. En realidad, lo que vendían era un logo asociado a un engaño.
La fábrica de Louis Vuitton en Texas desperdicia el 40 por cien del cuero y los trabajadores enmascaran los defectos de fabricación con el pegamento caliente.
Ahora hasta el más modesto tendero chino te descubre todos los secretos: muestra la fábrica que elabora las mercancías, las de lujo y las otras, explica el coste de producción y te lo vende directamente, sin intermediarios, eludiendo impuestos y aranceles.