
Eduardo Bautista (Sputnik).— Así lo afirma en entrevista con Sputnik la internacionalista de la Universidad Autónoma de México (UNAM), Nydia Egremy, quien observa en la multipolaridad una oportunidad para que las economías en desarrollo despeguen con todo su potencial, el cual muchas veces es opacado —dice— por un sistema geopolítico y financiero que encumbra a las naciones más fuertes a costa de «ahorcar» a las más débiles.
«[La guerra arancelaria iniciada por Donald Trump] es el gesto más desesperado de este capitalismo corporativo, que ve que ya no tiene el mismo poder ni la misma influencia que detentó durante más de un siglo», dice la analista, quien participó en el Foro Internacional Hacia un mundo multipolar: desafíos y oportunidades, que se llevó a cabo este 23 de abril en la Ciudad de México y fue organizado por la revista Buzos de la noticia.
Y es que aunque el presidente estadounidense ha dicho que los aranceles son para equilibrar la balanza comercial de su país —y así evitar lo que él considera supuestos abusos de otras naciones—, la realidad es que los gravámenes no son otra cosa que «una medida típica de la política de intimidación de Trump para medir la reacción de los Estados» a los que les impuso este castigo comercial. De ese modo, el comercio global se convierte en un jugueteo política que podría conllevar consecuencias peligrosas, dice la experta.
«No hay coherencia, solo músculo»
Según Peter Navarro, asesor comercial de la Casa Blanca, con la nueva política arancelaria de Trump, Estados Unidos recaudará hasta 600.000 millones de dólares cada año. Sin embargo, hace unas semanas, Washington metió reversa y decidió poner en pausa sus aranceles contra la mayoría de países, exceptro contra Pekín, cuyas tarifas en su contra ascienden hasta 145%. El gigante asiático, por su parte, ha respondido con gravámenes contra bienes y productos estadoundienses hasta del 125%.
Nydia Egremy considera que el Gobierno de Trump «no tiene coherencia» en su metodología para imponer aranceles a otros países, y asegura que lo único que desea Washington es «mostrar el músculo para poder dialogar después» con las naciones que no se alinean total o parcialmente a sus intereses.
De hecho, eso sucedió con China. Aunque por ahora los aranceles estadounidenses contra Pekín se mantienen en 145%, Trump ya anunció que probablemte los bajaría —aunque no hasta cero— si Pekín decide negociar. El Gobierno de Xi Jinping, entretanto, se niega a doblar las manos y dice que continuará en esta escalada comercial.
«Estados Unidos ha instrumentalizado y convertido en armas los aranceles hasta un nivel completamente irracional», acusó el Ministerio de Comercio chino el pasado 16 de abril.
Los BRICS como un trampolín y un escudo
El escenario comercial actual deja ver que el bloque BRICS —fundado originalmente por Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica en 2010— podría ser una alernativa para que países como México, por ejemplo, volteen la mirada hacia otras latitudes, y no solo hacia su principal aliado, Estados Unidos, observa la internacionalista, quien también ha formado parte de la Asociación de Estudios Geopolíticos de América Latina (CEGAL).
Y es que México tiene al norte a un vecino que, a base de órdenes ejecutivas, impone aranceles a diestra y siniestra sin importar que instituciones como la Organización Mundial de Comercio (OMC) o el Banco Mundial (BM) alerten sobre las consecuencias negativas para la economía global a causa del proteccionismo comercial de Washington. Todo ello, dice la experta, es delicado porque la mayor parte de las exportaciones mexicanas va hacia el mercado estadounidense. La solución para el país latinoamericano, sugiere, es la diversificación de socios comerciales.
¿Pero cómo podría acercarse el Gobierno de México a los BRICS?
«No se trata de que el país presente una solicitud de membresía: los mismos BRICS observan el comportamiento político-económico estratégico de ciertas naciones para invitarlas a adherirse, como sucedió en enero de 2024 con la membresía de los BRICS+», explica Egremy.
«México debería sentir el pulso de la transformación»
Aunque en estos momentos Estados Unidos y México entablan conversaciones de alto nivel para que evitar a toda costa una guerra arancelaria, Trump ha demostrado que podría cambiar de opinión en cualquier momento. Por eso es tan importante, apunta Egremy, que las autoridades mexicanas sean más prospectivas en lugar de reactivas.
«México debería estar atento y sentir el pulso de esta transformación [geopolítica y comercial], porque el tiempo corre y no debemos confiarnos», comenta la analista.
«Nos apura la amenaza que, como espada de Damocles, sentimos sobre nosotros por [posiblemente] ser objeto de medidas de castigo que no solo consisten en aranceles, sino que podrían terminar con nuestras políticas migratoria, industrial y financiera, porque [la política comercial de Trump] es muy intrusiva», señala.
Según ella, el Gobierno mexicano debería ser «más asertivo» en sus negociaciones comerciales y no poner todo sobre un mismo lado de la balanza, que en este momento está inclinada hacia el mercado estadounidense.
«Explorar lo multipolar es abrir la lente geopolítica y dar pasos asertivos. La política de intimidación que se planeó desde la tecnopolítica oficiada por la Casa Blanca tiene un toque feudal en el que [todos los demás Estados] son vasallos [de EEUU]», concluye.