El XII Congreso del Partido Comunista de los Pueblos de España, realizado los días 25, 26 y 27 de abril de 2025, declara en el desarrollo actual de la lucha de clases:
La profundidad y el carácter irreversible de la crisis general del capitalismo -en sus dimensiones política, económica, social, ambiental y climática- se manifiestan en el continuo y acelerado deterioro de las condiciones de vida y trabajo en todo el sistema capitalista mundial, con especial atención a la Unión Europea y el Estado español.
A la desregulación sistemática de los derechos laborales, tanto individuales como colectivos, se suma el desmantelamiento planificado de los servicios públicos conquistados por y para la mayoría social trabajadora. En la actual fase de decadencia capitalista, estos servicios son absorbidos por la lógica depredadora de la mercantilización, que requiere del expolio creciente de la riqueza colectiva para mantener sus tasas de beneficio. Este expolio estructural no constituye un fallo coyuntural del sistema, sino su única forma de supervivencia: el capitalismo en su etapa senil solo puede perpetuarse mediante el empobrecimiento masivo de la clase obrera y la privatización de derechos fundamentales.
Las contradicciones inherentes al sistema capitalista, particularmente visibles en la crisis estructural de sus sectores productivos desde 2008, han provocado un desvío masivo de capital hacia la especulación financiera, mientras la deuda global se disparaba de 170 a 307 billones de dólares en 2024 -un aumento del 80 %- alcanzando niveles absolutamente insostenibles e impagables.
Paralelamente, el capital ficticio -especialmente en los mercados financieros, derivados y deuda- muestra incrementos alarmantes: más del 300% en el mercado de acciones global desde 2008, duplicación de los derivados financieros y expansión del 500% en los balances de los bancos centrales. Estos datos confirman la financiarización extrema de la economía mundial, donde la creación de valor ficticio supera con creces la producción real.
Para las capas populares, la consecuencia más inmediata de esta situación es el incremento constante del coste de la vida, que equivale a la desvalorización progresiva de la fuerza de trabajo, incluyendo la imposibilidad estructural de acceder a una vivienda digna. Las reivindicaciones sectoriales e idealistas que pretenden abordar la crisis habitacional al margen de la lucha de clases y de la defensa salarial coordinada a través del movimiento obrero y sindical, no solo resultan insuficientes sino que alejan cualquier posibilidad real de solución a este problema que afecta de manera dramática a la mayoría de la clase trabajadora.
La irreversibilidad de la crisis capitalista y su incapacidad para generar nuevos procesos prolongados de acumulación que mitiguen -aún en clave reformista- los problemas de la clase trabajadora, están provocando una modificación radical de los consensos establecidos tras la Segunda Guerra Mundial, que sustentaban la posición hegemónica del imperialismo occidental agrupado en torno a la organización criminal OTAN. El deterioro acelerado de las relaciones políticas internacionales, donde la lucha de clases a escala global juega un papel determinante, conduce inevitablemente a la guerra imperialista como única «solución» que el sistema encuentra para reiniciar ciclos de acumulación -como ha ocurrido históricamente- sobre los cadáveres de la clase obrera. Solo un amplio movimiento de resistencia antiimperialista mundial, sostenido y masivo, podrá revertir esta dinámica guerrerista que amenaza a los pueblos y a la clase trabajadora global.
En este contexto debemos rechazar el «rearme europeo», construido sobre la hipócrita farsa de un proyecto autónomo de carácter defensivo y de «seguridad de doble uso». Impulsado bajo el pretexto de la «autonomía estratégica», representa en realidad un monumental desvío de recursos públicos que deberían destinarse a garantizar derechos sociales básicos. El gasto militar en la Unión Europea superó los 326.000 millones de euros en 2024, con un crecimiento anual cercano al 10%, cumpliendo el objetivo de la OTAN de dedicar más del 2 % del PIB a defensa, lo que beneficia directamente a la industria armamentística.
Además, los planes de rearme prevén un gasto adicional de 800.000 millones de euros, que se financiarán mediante más deuda pública y recortes sociales, profundizando el saqueo a la clase trabajadora. Esta escalada militar ocurre en el marco de una guerra global cuyos principales escenarios incluyen:
– La guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania.
– Asia Occidental, donde el imperialismo yanqui-sionista comete el genocidio más documentado de la historia contra el pueblo palestino, extendiendo la agresión a Líbano, Siria, Yemen e Irak, con Irán como próximo objetivo;
– La creciente tensión entre Pakistán e India;
– La confrontación estratégica con China, principal objetivo del imperialismo;
– Las intervenciones en el Sahel y el Sáhara Occidental;
– Las constantes agresiones a los pueblos de América Latina y el Caribe; especialmente al cubano, venezolano y nicaragüense. En particular, la Revolución Cubana resiste heróicamente a la guerra multifacética y permanente que lleva contra ella el imperialismo.
– Las amenazas permanentes contra Corea del Norte.
Este contexto de guerra imperialista genera migraciones masivas de poblaciones que huyen de las condiciones inhumanas creadas además por el saqueo de recursos naturales y la crisis climática. Nuestro Mediterráneo, convertido en fosa común por las políticas migratorias de la UE, ha segado la vida de más de 28.000 personas desde 2014, con más de 2.300 víctimas solo en 2024. En la ruta canaria, más de 11.000 migrantes han muerto o desaparecido desde 2018, con más de 1.500 víctimas en 2024, transformando el Atlántico en una tumba masiva.
El XII Congreso del PCPE debe marcar un punto de inflexión en la construcción de una amplia alianza antifascista, antiimperialista y por la paz, capaz de frenar la imparable marcha hacia la destrucción bélica a la que nos conduce el imperialismo. Esto requiere impulsar una movilización permanente de las masas que a través de un proceso de acumulación de fuerzas, pueda desembocar en un proceso revolucionario de toma del poder. Solo la revolución socialista puede poner fin a la barbarie capitalista y abrir el camino hacia una sociedad más justa sin explotados ni explotadores, sin opresión y que garantice la viabilidad de la vida en la Tierra.
¡Viva el Partido Comunista de los Pueblos de España!
¡Viva la lucha por la República Socialista Confederal!
¡Viva el internacionalismo proletario!