Los sindicatos amarillos apoyan la guerra imperialista

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El deleznable secretario general de UGT, Pepe Álvarez, demuestra continuamente dónde se posiciona en la lucha de clases: en el lado de la burguesía. En esta ocasión, propone abiertamente un impuesto a todos los ciudadanos para financiar la guerra, a pesar de que España ya ha alcanzado un récord en el gasto militar, y toda la Unión Europea se prepara para la guerra abierta en un compromiso mayor con la OTAN. ¿Todo esto le parece insuficiente a este gran lacayo de la patronal? Además, señala de manera falaz que el gasto en “Defensa” no afectará a los gastos sociales, cosa que, indiscutiblemente, ya ocurre y vemos que no paran de crecer las transferencias de recursos públicos a manos privadas.

 

Álvarez pide que Europa “tome el mando” y acabe con la dependencia que tiene con EE.UU, con un desarrollo industrial y tecnológico, todo en abstracto. Por otro lado, afirma que la venta de munición a Israel “tiene una importancia relativa”, y pide romper relaciones económicas con Israel, pues “es incompatible con los valores que nosotros representamos como país”. ¿Cómo puede quitar importancia a la venta de armas a un Estado genocida, y luego declarar que, debido a ese genocidio, dicho Estado es incompatible con “nuestros” valores? ¿No está el Estado español apoyando y haciendo posible ese genocidio con su abominable acto de complicidad? ¿Por qué Pepe Álvarez usa un “nosotros” en una sociedad de clases?

UGT ha encabezado junto con CCOO una manifestación el Primero de Mayo, en la cual han soltado, entre otras ideas ponzoñosas, la idea de que luchan contra el fascismo y todo movimiento reaccionario, presentándose como defensores de los derechos de los trabajadores. No solo juegan con la salud de los obreros y permiten penosas condiciones, ofreciendo incluso patéticas sumas de dinero para que éstos no falten al trabajo a causa de sus enfermedades, sino que estos sindicatos de la patronal son cómplices en privatizaciones y, sobre todo, son el caballo de Troya de los monopolios, los cuales son quienes engendran el fascismo. De hecho, son un ejemplo a seguir para la CEOE, que los ha felicitado públicamente por desmovilizar a la clase obrera.

Por si fuera poco, se ha unido a ellos en la manifestación el ala moderada del fascismo, es decir, la socialdemocracia. Concretamente, partidos criminales que, siendo muleta del PSOE, formaron parte del Gobierno en la anterior legislatura, y los que forman parte actualmente; partidos que, administrando el Estado a las órdenes de la burguesía, han permitido y permiten que el fascismo campe a sus anchas, allanando el camino a dichas bestias al hacer el trabajo sucio a la burguesía, y posicionándose, a veces no de palabra pero siempre de hecho, junto a Estados fascistas y genocidas, como Ucrania, Israel, los que intentan golpes de Estado en Venezuela y los “rebeldes” sirios, entre otros. También legitiman y forman parte de la terrorista OTAN. ¿No es una forma extraña de rechazar la reacción, la barbarie y los genocidios?

Si no fuera porque se trata de un conocidísimo personaje que es famoso por su total carencia de escrúpulos, se diría que Pepe Álvarez ha pronunciado un discurso que es fruto de un delirio. Ha dicho que Trump y Putin son quienes amenazan “nuestros” derechos, y los derechos de “las mujeres”, como si las mujeres proletarias en España no fuesen aplastadas por la bota del capital, y las mujeres burguesas no formasen parte de la clase explotadora que las oprime. Añade que no “debemos” permitir a los dos personajes anteriormente mencionados hacer eso, señalando así la aparición, de repente, de un par de enemigos externos y lejanos que parecen ser quienes nos ponen el peligro “a todos”. Por su parte, el otro gran vendeobreros, Unai Sordo (CCOO), presenta un discurso con mayor trilerismo en el que, queriendo aparentar no ser partidario del gasto militar, mezcla el concepto de seguridad con una “evidente” necesidad de mejorar la capacidad militar, ya que Trump y Musk van a “venir a por la Unión Europea y a por su modelo social” en el marco de un proyecto de “neocolonialismo 4.0”.

Los dos secretarios generales hablan de la necesidad de “defender” la Unión Europea con más gasto militar, pero también promueven la idea de una supuesta independencia que debe pasar por la inversión en la industria, que está en manos de la burguesía, y en mayores recursos públicos para invertir en las empresas privadas. Ambos señalan un enemigo externo, motivos para tener miedo de potencias extranjeras, la idea de una Europa poderosa en lo militar y económico, y de financiar con recursos públicos a la burguesía. Sus reivindicaciones tienen mucho en común con el repertorio fascista, y nada con un enfoque de progreso.

El capitalismo en su fase imperialista se caracteriza por el control del capital financiero, en un mundo donde el mercado es global, dominado por una minoría que concentra cada vez más capital, y donde éste no encuentra fronteras. La evidente bancarrota del capitalismo causa la escalada bélica en todas partes, pues es esencial para las potencias imperialistas en decadencia, como EE.UU y “occidente”, luchar contra el auge de las potencias imperialistas emergentes, es decir, BRICS, encabezadas por China. Las inherentes contradicciones del capitalismo se reflejan también entre los Estados, y los continuos movimientos en el tablero geopolítico hacen inevitable que la tensión crezca a medida que se acerca la sombra de mayores e ineludibles crisis.

CCOO y UGT son armas de la burguesía para filtrar entre los trabajadores sus reaccionarios discursos disfrazados de progreso. En boca de los partidos que conforman la pata derecha del capital, esto no sería tan eficaz. No han señalado nunca a la burguesía como el enemigo del proletariado, e incluso niegan la lucha de clases y legitiman abiertamente los intereses del patrón, por tanto es evidente que, ante el panorama actual donde son evidentes las consecuencias del capitalismo, han de señalar a enemigos externos sin tocar unas relaciones de producción donde hay explotadores y explotados. Pretenden unir a la clase obrera en su miedo bajo el ala burguesa, y encauzar esos temores hacia la petición de “defensa” contra unos posibles invasores extranjeros. Se dedican a ensalzar una supuesta grandeza de la Unión Europea, que aplasta la vida de cientos de millones de proletarios en su territorio, y también oprime a las naciones del sur global. Quieren disfrazar de imperiosa necesidad para “todos” la transferencia de recursos públicos a los monopolios.

En cuanto a esto último, que ya ocurre, para la burguesía no se trata más que de un escudo monetario para sanear sus deudas y retrasar las crisis tanto tiempo como sea posible. Requieren de recursos públicos para hacer viables sus aventuras en el mercado, y evitar un gasto proveniente de su bolsillo que derive en menores ganancias y pueda dar ventaja a otros parásitos que puedan ganar terreno. Dado que en España impera el sector servicios, las crisis son más visibles y se ven sus consecuencias antes que en otros países, pues las empresas dependen de proveedores externos que han de proporcionar mercancías para vender a los consumidores. Como las fuerzas productivas no paran de desarrollarse, la mejora de la técnica en manos de los capitalistas significa desempleo para muchos obreros, pues la automatización agiliza el trabajo y el patrón solo busca la máxima ganancia y minimizar los costes de producción para intentar dominar el mercado y superar a otros capitalistas. Es un arma de doble filo, pues si disminuye el trabajo humano, disminuye la tasa de ganancia, y el paro merma la capacidad de compra.

España es por ello una de las economía más vulnerables; debido a que hay sobreoferta y ésta se reparte entre distintos vendedores, éstos ven en primera línea la pérdida de compradores, por tanto, al significar pérdidas para los capitalistas, éstos deben prescindir de mano de obra, recortar servicios públicos, aumentar la explotación, etc., pero su demanda disminuye afectando al primer y segundo sector; la burguesía de terceros países, la cual controla las industrias, tiene que buscar nuevas empresas clientes para evitar la sobreproducción, y los proveedores de materias primas también. Comienza la reacción en cadena por la crisis de dinero para los parásitos dueños de las empresas, ya que los bancos y distintos accionistas pierden su inversión, y acaba en crisis que cargan en las espaldas del proletariado, y fortalecen a los más ricos, que concentran más capital. Es por ello que ese discurso de los sindicatos amarillos, que promueve el interclasismo, es el dardo envenenado que se usa en un contexto de crisis donde la clase obrera esta dispersa, temerosa y descabezada. Generan falsos debates, presentan consecuencias como causas, demonizan a víctimas y señalan a terceros países para poner un velo sobre el auténtico origen de los problemas que sufre la gran mayoría, que no es más que la propiedad privada de los medios de producción. La realidad es que toda la palabrería de CCOO y UGT va destinada a legitimar el robo a manos llenas de la burguesía, que arrasará sin piedad y sin remedio con lo público por la bancarrota del capital, por los gigantescos movimientos del mercado que escapan a su control, y por la imposibilidad de mejorar el poder adquisitivo de los asalariados; los capitalistas ven, por tanto, que deben recurrir al fascismo y le allanan el camino usando a todos sus voceros y representantes.

La normalización de la guerra no es más que la preparación de la burguesía para las luchas venideras por el control del mercado y de las materias primas. El aumento del gasto militar solo está destinado a defender los intereses burgueses, aumentar la represión y mandar a la muerte a proletarios contra proletarios. CCOO y UGT son organizaciones al servicio de los monopolios, y pretenden omitir que vivimos en una sociedad de clases, y que todo es por el “bien común”. Son representantes, al igual que todos los partidos parlamentarios, de los intereses de una minoría parásita que explota a la gran mayoría de la población, que es la clase obrera. ¿Acaso los trabajadores son uno con el patrón, cuando los primeros producen a cambio de migajas, y los segundos no producen y se apropian de la riqueza? ¿No es la gran mayoría cada vez más pobre, mientras una minoría es cada vez más rica? La burguesía ante la que responden estos sindicatos, ¿no es rica, precisamente, por apropiarse de los frutos del trabajo ajeno? ¿Qué intereses comunes tenemos obreros y burgueses? Sus valores son la barbarie y la parasitación, y los sindicatos amarillos son cómplices subvencionados por el Estado, para engañarnos disfrazados de falsos aliados.

Es menester dotar de conciencia a la clase obrera, y aquellos obreros ideológicamente más avanzados deben unirse para tal tarea. La organización de nuestra clase es indispensable para poner fin a este sistema criminal. Los capitalistas y los lacayos de todo pelaje que orbitan a su alrededor, no se detendrán ante la descomposición de su dominio. Los sindicatos de la patronal dejan muy claro su papel, y los trabajadores deben deshacerse del veneno que estos inyectan en la lucha obrera. En cambio, el sindicalismo de clase y combativo es una herramienta necesaria para presentar batalla en los centros de trabajo, más allá del mero economicismo. Luchando realmente por sus intereses, los trabajadores percibirán con la experiencia práctica que todos los explotados tienen las mismas cadenas; todas las luchas deben unirse en un Frente Único del Pueblo contra el capital, como auténtica oposición a la burguesía, sus guerras de rapiña y su sistema de miseria y barbarie. Solo la gran mayoría oprimida, que todo lo produce, puede deshacerse de esa minoría opresora con pies de barro que solo vive de absorber la fuerza de trabajo para obtener ganancias. Solo la clase obrera organizada y consciente pondrá fin al dominio criminal de quienes juegan con la vida humana para lucrarse, y podrá construir la nueva sociedad que pondrá a la humanidad en el centro: el socialismo.

¡Abajo los sindicatos traidores!

¡Socialismo o barbarie!

Comisión de Movimiento Obrero y de Masas del Comité Central del Partido Comunista Obrero Español

Fuente: pcoe.net
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1 COMENTARIO

  1. Ni un afiliado ni afiliada más a estos sindicatos. Que toda la clase obrera afiliada se de baja, que no paguen una alta cuota de atracadores.

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