Para aquellos que están celebrando con la bandera ucraniana…

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Putin ha demostrado en repetidas ocasiones que es un jugador de ajedrez sereno y moderado, libre de reacciones sanguinarias. Pero el poder, en cualquier sistema, en última instancia se basa en un cierto nivel de apoyo desde abajo: nadie puede gobernar solo…

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Andrea Zhok*.— En vísperas de un nuevo intento de negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania en Estambul, Ucrania lanzó el ataque simultáneo más serio contra el interior de Rusia desde el comienzo de la guerra.

Anteriormente hubo dos ataques explosivos contra líneas ferroviarias civiles, en Bryansk y Kursk. En el primer caso se han reportado hasta el momento al menos 7 muertos y 69 civiles heridos. Del segundo no parece que hayan llegado todavía noticias claras.

Poco después se produjo el ataque simultáneo a tres aeródromos militares en las remotas regiones de Murmansk, Irkutsk y Amur.

Mediante la infiltración de camiones comerciales cerca de los aeropuertos, se liberaron cientos de drones que atacaron la aviación estratégica rusa.

Se destruyeron con seguridad al menos cuatro bombarderos nucleares, pero lo más probable es que fueran diez. Fuentes ucranianas hablan de 41 bombarderos destruidos, lo que convertiría este episodio en una especie de Pearl Harbor ruso.

Si se confirman las cifras ucranianas, aunque sean significativamente inferiores, esto representaría una reducción grave del potencial nuclear de Rusia.

Estoy seguro de que algunos de los que tienen la bandera ucraniana en el sitio brindarán y aplaudirán por la gran medida.

Ahora bien, confieso que tengo miedo y si viviera en Ucrania lo tendría infinitamente más.

Según la doctrina nuclear rusa, incluso la destrucción de un solo bombardero estratégico en sus hangares es una justificación para una respuesta nuclear. Pero aquí nos encontramos ante un daño real y significativo, algo que realmente limita el potencial de la defensa nacional rusa.

Pero ojo, esto no cambia en absoluto el tipo de guerra que se ha librado en estos tres años, en los que ni siquiera han despegado los bombarderos estratégicos. Así que nada cambia en el equilibrio de poder en el frente.

Sin embargo, muchas cosas cambian en la perspectiva –sostenida día y noche por nuestra belicosa clase política– de un enfrentamiento directo en un futuro próximo entre Europa (o la OTAN) y Rusia.

Este ataque de los servicios secretos ucranianos, que no habría podido llevarse a cabo sin la ayuda activa de los servicios de inteligencia y la infraestructura de la OTAN, representa un debilitamiento objetivo del potencial de autodefensa de Rusia.

Ahora bien, mientras para Rusia la cuestión fuera simplemente esperar y dejar que el equilibrio relativo de poder siguiera su juego, el riesgo de una auténtica escalada, con riesgo nuclear real, era mínimo. Putin siempre ha hecho la guerra pensando en la paz futura, y el uso de medios de destrucción masiva habría comprometido la pacificación futura entre pueblos vecinos.

Así pues, por muy dura que fuese y por lejos libre de bajas civiles, la guerra permaneció estrictamente ligada a la línea del frente, y a la retaguardia sólo en la medida en que ésta abastecía al frente.

Ahora, sin embargo, con este doble golpe, por un lado sobre los civiles con una dinámica típicamente terrorista, y por otro sobre un sector militar de máxima importancia para la defensa nacional, la guerra da un salto cualitativo al que es difícil entender cómo puede reaccionar Rusia.

De hecho, esta operación ucraniana, en vísperas de las negociaciones de Estambul, es un evidente sabotaje a las propias negociaciones, que fracasaron incluso antes de comenzar.

Pero el problema más grave de todos, el que nunca tenemos en cuenta, al no recibir noticias directas de Rusia, gracias a la diligente censura europea, está determinado por el frente interno.

Putin ha demostrado en repetidas ocasiones que es un jugador de ajedrez sereno y moderado, libre de reacciones sanguinarias. Pero el poder, en cualquier sistema, en última instancia se basa en un cierto nivel de apoyo desde abajo: nadie gobierna solo. Y este es un caso en el que parece realmente difícil que, por enésima vez, Putin pueda poner buena cara a un mal juego, es decir, cruzar otra línea roja.

Muchos sitios web rusos literalmente piden la aniquilación nuclear de Ucrania.

¿Podrá Putin mantener la calma una vez más y no dar una «reacción ejemplar»?

Eso espero, pero objetivamente me sorprendería.

Estamos corriendo de noche con los faros apagados hacia un acantilado.

* Profesor de filosofía de la universidad de Milan

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