A diferencia del calentamiento generalizado de los océanos en el último siglo, el Atlántico subpolar presenta una misteriosa anomalía: una zona de agua fría y dulce situada en el sur de Groenlandia. Esta región, conocida como el Agujero del Calentamiento del Atlántico Norte, ha generado un intenso debate científico sobre si su origen está vinculado con la dinámica oceánica o con factores atmosféricos, como la contaminación por aerosoles.
Investigadores de la Universidad de California en Riverside descubrieron recientemente que esta irregularidad es producto de la desaceleración progresiva del sistema de corrientes oceánicas llamado Circulación Meridional Atlántica (AMOC, por sus siglas en inglés), que funciona como una «cinta transportadora» que impulsa aguas cálidas y salinas desde los trópicos hacia el norte.
Una ralentización de este sistema reduce el calentamiento en la región subpolar del Atlántico, provocando el enfriamiento y desmineralización que se observa en el sur de Groenlandia. Los especialistas llegaron a esta conclusión al comparar cerca de 100 modelos climáticos con una reconstrucción de la evolución de la AMOC en un siglo, elaborada a partir de los registros históricos de las temperaturas y patrones de salinidad de los océanos.
Un artículo publicado en la revista Communications Earth & Environment detalla que solo aquellos modelos que mostraban una AMOC debilitada pudieron reproducir la «mancha fría» observada en la región, mientras que los modelos que suponían una circulación más fuerte fallaron rotundamente.
Implicaciones climáticas
Los científicos explicaron que este fenómeno tiene amplias consecuencias, puesto que la región al sur de Groenlandia es una de las más sensibles a los cambios en la circulación oceánica global. Esto podría influir en los patrones climáticos del continente europeo al alterar la trayectoria de la corriente de aire de gran altitud (corriente en chorro), así como en los ecosistemas marinos.
Sus hallazgos demuestran que muchos modelos climáticos calcularon erróneamente la interacción entre la AMOC y los aerosoles atmosféricos, llegando a subestimar la desaceleración del sistema.
«Este trabajo muestra que la AMOC se ha estado debilitando durante más de un siglo, y es probable que esta tendencia continúe si los gases de efecto invernadero siguen aumentando«, indicó el investigador Kai-Yuan Li.
