

Los 30 números de la revista desaparecieron a partir de los años 50 y volvieron a aparecer de nuevo cuando un hombre llegó en los 90 a Chile en busca de rastros de Miguel Hernández.
Las tropas de Franco estaban en proceso de tomar Madrid cuando 17 republicanos entraron a la embajada de Chile en busca de asilo. Pronto el silencio de la noche se convirtió en el único lugar donde aún encontraban la libertad que la dictadura les había restringido. “El día pertenecía a la dictadura y ellos no querían colaborar con ella”. Sabían que cualquier ruido pondría sus vidas en peligro, por eso esperaban a la caída del sol para escribir.
Entre los vestigios de la Guerra Civil, ocho hombres autodenominados “noctámbulos” volcaron la soledad del exilio durante 18 meses en una revista llamada Luna, en honor al único astro que les hizo compañía. “Quién sabe si el poeta, abrumado por su desgracia física, buscaría otros ideales de belleza en el mundo de Selene [la Diosa de la luna en la mitología griega]”, dice el artículo llamado Viaje a la Luna.
Antonio Aparicio, Edmundo Barbero, José Campos, Pablo de la Fuente, Antonio de Lezama, Santiago Ontañón, Aurelio Romeo del Valle y Julio Romeo del Valle antes de ser exiliados fueron figuras culturales. Escritores, abogados y dramaturgos que concurrieron en la Casa de las Flores de Neruda en Madrid.
La entrada de las tropas franquistas a Madrid ocurrió el 28 de marzo de 1939. A finales de diciembre de 1938, después de la ofensiva de Catalunya (y la inminente derrota de la República), el Gobierno de Chile recomienda a su Embajada en Madrid atender a las solicitudes de asilo de los miembros de la Alianza de Intelectuales de Madrid. A partir del 27 de marzo de 1939 la embajada de Chile abre sus puertas para recibir a los exiliados republicanos y dejar salir a los asilados franquistas que iban a recibir a las tropas. El asilo ocurrió en un momento en el cual las embajadas no tenían la importancia internacional que tienen hoy en día. “Ellos sufrieron intentos de allanamiento en la Embajada por parte de las tropas franquistas”.
Fernanda Aránguiz Mardones, Ana Corbalán Herrera y Soledad García Saavedra fueron las curadoras de la exposición llamada Luna: refugios de nocturnidad forzada. Se realizó en conmemoración al 50 aniversario del golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende y estableció la dictadura militar de Augusto Pinochet en 1973, y duró desde diciembre de 2023 hasta abril de 2024. También en 2023 se hizo una digitalización de la revista entre el Centro Cultural de España, el Archivo Central Andrés Bello y la Biblioteca Nacional de Chile, todas estas instituciones se encuentran en la ciudad de Santiago de Chile.

El contenido de la revista
Durante esos meses en los que escribieron Luna también hicieron un periódico llamado El Cometa. “El Cometa tenía un carácter más político y lo destruyeron por miedo a que les generase problemas”, dice al respecto Esther López Sobrado, que escribió el libro Las pasiones de Santiago Ontañón. En él reconstruye su vida a través de “unos pocos amigos verdaderos” de Santiago, al que conoció “cuando estaba muy enfermo, muy mayor y en una silla de ruedas”. La naturaleza mística de Luna hizo que perdurara. “Luna fue un refugio para poder llevar a cabo y materializar una creación en un contexto muy hostil”.
Cada uno de ellos tuvo una labor distinta en el proceso de creación. Todos escriben, en distintas formas. Hay cuentos, crítica teatral, poesía, múltiples ilustraciones. En el caso de Santiago Ontañón, “su verdadera labor es como ilustrador, es el que hace todos los dibujos tanto en blanco y negro como a color, algunos en la línea del surrealismo”.
“A veces, los hechos históricos se mezclan con la ficción y la ficción con el sueño, es como una muñeca rusa: en un relato hay otro relato”, cuenta García Saavedra, que prosigue: “Puedes ver la guerra en varios momentos: la guerra interna, la guerra internacional, la guerra que sucede con los países vecinos”.
“Hay muchas historias ficticias y otras que parecen sus experiencias”, agrega Aránguiz. Aurelio Romeo, en su cuento En la repisa, cuenta por ejemplo cómo se encontraba en un cuarto de la embajada, pero todo era más grande que él. “Hace referencia a lo diminuto que se hace el ser humano”, dice Saavedra.

La salida de la embajada
Los 17 exiliados entre los que se encontraban los creadores de Luna salen de la embajada en tandas: octubre de 1939, septiembre de 1940 y octubre de 1940. La mayoría parte a Chile donde algunos viven gran parte de sus vidas, algunos se van a otros países de latinoamérica como México o El Salvador. Los asilados salieron mediante dos salvoconductos: la primera tanda, a través de unos pedidos por Chile y visados para este país. La segunda y la tercera tanda salen a través de un salvoconducto solicitado por la embajada de Brasil y visado por Chile.
La desaparición de la revista y el misterio de su aparición
Hay una fecha que se sabe cierta al hablar del paradero de la revista después de dejar las manos de los noctámbulos. A inicios de los años 50, Santiago Ontañón va a cenar a la casa en Chile del embajador, Vergara Donoso. En medio de la cena, para sorpresa de Ontañón, el embajador le informa que tiene los números de la revista y los extiende en una enorme cama: 30 números sueltos, sin empastar. Después de ese momento, para oídos de la historia, la revista desaparece.
El historiador Javier Rubio intentó buscarlo en el Archivo Nacional de Chile porque Vergara Donoso hizo una gran donación a este, pero no encontró nada. “Se sabía que existía, pero se suponía perdida. Salvo testimonio de alguno de los propios miembros del comité editorial que en sus memorias o en cartas habían hablado de ella, no había más información”, cuenta Lorenzo. Ese fue su estado por décadas, perdida ante la voluntad del tiempo con los recuerdos de algunos pocos como único soporte, mientras la dictadura bajo la que nació caía y sus creadores iban poco a poco olvidando y falleciendo, hasta que en 1991 un hombre llegó a Chile en busca de rastros de Miguel Hernández. “De un día para otro ahí estaban los 30 volúmenes”…