Recién hemos conmemorado el aniversario del fallecimiento de la camarada Clara Zetkin, ocasión en la que compartimos una importante semblanza de la gran revolucionaria que fue. Hoy, al cumplirse 168 años de su natalicio, queremos rendir homenaje a su valioso legado de lucha por la liberación de las masas, especialmente de la mujer trabajadora, parafraseando su escrito Separación Tajante, elaborado en 1894, el cual, pese a su brevedad, contiene sólidos principios políticos.
En dicho texto, la camarada Zetkin expone su posición frente a un congreso en el que feministas burguesas crearon una federación de asociaciones de mujeres «sin ánimo de lucro». Ella señala que el programa de dicha federación «es muy vago y falto de contenido, y no va más allá de frases generales acerca de la cooperación organizada de las asociaciones de mujeres para preservar los más altos valores de la familia, para combatir la ignorancia y la injusticia…». Por esta razón, Zetkin consideró innecesario elaborar un informe detallado en ese momento.
Allí, las mujeres burguesas se manifestaron en contra de la socialdemocracia y de la participación de nuestras asociaciones —«asociaciones abiertamente socialdemocráticas»— en su federación. La mayoría se mostró en desacuerdo, justificando su postura con el siguiente argumento: «No queremos asustar al resto de los elementos y queremos desterrar la política de la Asociación».
Palabras expresadas en un momento en que, en todo el mundo, las mujeres burguesas luchaban precisamente por la igualdad política, mientras que las alemanas no se atrevían «a ocuparse oficialmente de política», y el movimiento de las mujeres proletarias ya había superado la etapa inicial marcada por desviaciones feministas burguesas, volviéndose plenamente consciente de su oposición irreconciliable con el feminismo burgués.
Según nuestra camarada, este hecho quedó «expresado claramente en los últimos años», se ha declarado un compromiso pleno con el principio de la lucha de clases y una total adhesión al terreno de la Socialdemocracia, tal como lo hicieron las representantes de las mujeres proletarias con conciencia de clase en el Congreso Internacional de Zúrich, «Quienes, en debida forma y con toda nitidez y decisión, rechazaron cualquier terreno común entre el feminismo burgués y el movimiento de trabajadoras.» Fueron las palabras de nuestra Clara e increpando, históricamente, con estas otras, a las feministas burguesas:
«Los esfuerzos de las feministas por mantenerse virginalmente puras de cualquier contacto con “asociaciones abiertamente socialdemocráticas” son por ende fútiles. Las damas pueden estar seguras de que, incluso sin sus declaraciones, a ninguna organización de mujeres proletarias conscientes se le ocurriría buscar una conexión con la Asociación.»
Y concluye su posición, convencida no solo de que «el movimiento de trabajadoras alemán ha superado hace ya tiempo las prédicas feministas sobre la armonía de intereses», sino también de que «toda organización de mujeres proletarias sabe que dicha conexión implicaría una traición a sus principios».
Esto se debe a que «las feministas burguesas aspiran a conseguir reformas en favor del sexo femenino dentro del marco de la sociedad burguesa, a través de una lucha entre los sexos y en contraste con los hombres de su clase, sin cuestionar la existencia misma de dicha sociedad».
En cambio, «las mujeres proletarias se esfuerzan, a través de una lucha de clase contra clase, en estrecha comunión de ideas y de armas con los hombres de su clase —los cuales reconocen plenamente su igualdad— por la eliminación de la sociedad burguesa en beneficio de todo el proletariado».
Para ellas, «las reformas en favor del sexo femenino y en favor de la clase obrera son únicamente un medio para un fin», mientras que, para las mujeres burguesas, «las reformas del primer tipo son la meta final». Por tanto, concluye: «El feminismo burgués no es más que un movimiento de reforma, mientras que el movimiento de mujeres proletarias debe ser revolucionario».
Compañeros lectores, como ustedes lo pueden ver, este revolucionario escrito hoy es más vigente que nunca por cuanto es una declaratoria de guerra al feminismo burgués que, como todo reformismo, le da largas imposibles de resolver al movimiento femenino, cuando hoy, ante la descomposición del capitalismo imperialista y las innegables vejaciones a que tiene sometidas a las mujeres de nuestra clase, necesita es impulsar con toda decisión el Movimiento Femenino Revolucionario, cuya plataforma de lucha seguramente permitirá que nosotras, de la mano de nuestros hermanos de clase elevemos nuestras condiciones de vida para derrotar tan aberrante sistema y lo reemplacemos por la gloriosa sociedad por la que nuestra camarada vivió, luchó y tuvo el gusto de disfrutar sus albores.
¡Gloria eterna a nuestra camarada Clara Zetkin!