Teresa Pantoja (Unidad y Lucha).— La convocatoria internacional de la marcha a la frontera de Rafah ha reunido en Egipto a más de 70 delegaciones, a las que se sumó la caravana Sumud de Túnez, el Comité de Coordinación de la Acción Conjunta para Palestina en Túnez comunicó que en la caravana terrestre participaban más de 2.900 personas de los siguientes países: Marruecos, Argelia, Mauritania y Libia. Desde otros puntos del planeta alrededor de 3.000 personas llegaban por avión hasta El Cairo.
Miles de personas estaban preparadas para marchar el día 12 de Junio hacia la frontera de Gaza con el objetivo de romper el bloqueo que el sionismo ha impuesto para que la ayuda humanitaria no llegue al pueblo gazatí, utilizando el hambre y la sed como arma de guerra contra el pueblo palestino.
El éxito de la convocatoria ha puesto de manifiesto, la pasividad cómplice de la mayoría de los gobiernos, que alimentan de diferentes maneras el genocidio sionista contra el pueblo palestino y al mismo tiempo la voluntad de los pueblos de movilizarse, con la convicción de que a Palestina sólo la salvaran los pueblos.
Por primera vez la unidad de acción, concretada en una marcha a la frontera de Gaza ha sido una protesta de repercusión internacional.
Más de 200 personas partieron de España, entre ellas se encontraban camaradas del PCPE, que estuvieron en Egipto desde el día 10 de Junio, para comenzar la marcha el día 12.
La represión del gobierno egipcio contra los participantes, se manifestó desde el principio de nuestra llegada. A pesar de ser anunciada cómo una acción pacifica, los servicios de inteligencia del gobierno pasaron las primeras noches de nuestra estancia deteniendo a compañeras y compañeros. Dos camaradas, Carmen y Teresa, fueron detenidas y el camarada Gustavo pasó horas retenido en el furgón de la policía secreta. La detención de las dos camaradas y una compañera más, que compartía habitación se produce de madrugada, llamando con fuerza en la puerta, tratando de impedir que cerrásemos la puerta para cambiarnos de ropa, utilizando la humillación para doblegarnos. Durante el tiempo que las camaradas están detenidas en un espacio controlado por la policía no se les permite comer ni beber. En el aeropuerto coincidimos con otras compañeras de diferentes países que habían sido detenidos a la llegada de sus vuelos. Los malos tratos comienzan enseguida: golpes, empujones, arrastrar por el suelo a compañeras, se convirtió en una batalla entre la policía y los participantes de la marcha detenidos. Aunque con la fuerza de todas logramos evitar muchos golpes, hubo varios heridos.
A partir de la liberación algunas cambiamos de hotel cada dos días, intentando escapar del control de la policía, ya que las detenciones y deportaciones se producían continuamente.
Y comienza nuestro desplazamiento hasta Ismailia, punto de encuentro fijado para comenzar la marcha. Los coches empiezan a ser detenidos en un primer control, los camaradas logran llegar al segundo control, una vez más quitan los pasaportes, estando en ese punto de control alrededor de 1.000 personas.
Con la determinación de la lucha, empezamos a cortar la autopista, la mantenemos cortada durante horas y se vieron obligados a devolvernos los pasaportes, pero nos mantuvimos firmes en el punto de control. Rodeados por los antidisturbios se alza la primera bandera de Palestina, y en ese momento todas empezamos a gritar y salieron más banderas que ya nos identificaba como participantes de la marcha. Después de horas que aguantamos firmes comenzó la agresión de mercenarios que se introducían para pegar con todo tipo de objetos, incluido látigos, al mismo tiempo que las salidas eran cerradas por la policía.
La batalla contra los fascistas se mantuvo durante horas.
En ese tiempo nos llegaban notas de solidaridad del pueblo egipcio, impotente ante una dictadura fascista que los llevaría a prisión sólo por mostrar apoyo. Los taxis que nos transportaban en su mayoría se mostraron solidarios poniéndose a nuestra disposición desde la clandestinidad.
Esta crónica es un relato de solidaridad, de internacionalismo, de lucha y de la capacidad que tienen los pueblos cuando se unen frente al opresor.
La batalla por liberar a Palestina no ha terminado, nuestras protestas tienen que ser un grito de unidad desde nuestros territorios hasta el ultimo rincón del valiente pueblo palestino, terminamos esta crónica con la seguridad que esta es la primera marcha pero no la última.