Ferran N. (Unidad y Lucha).— Dudo que quede mucha gente que siga teniendo la imagen de la sociedad estadounidense de casita con jardín y valla blanca. La historia de lucha de la clase obrera estadounidense, de colectivos racializados y discriminados, ha sido en muchos casos heroica y sangrienta.
Los monopolios yankees no han dudado en recurrir a la prisión, la tortura y el asesinato contra su propio pueblo. Imaginemos lo que son capaces de hacer en sus acciones en el resto del mundo. Recientemente hemos asistido a enormes demostraciones de lucha de la clase obrera (trabajadores de fast food, fábricas de automóviles…), de afroamericanos pobres y de migrantes.
El capitalismo en crisis tiende a la reacción, y la reacción tiende al fascismo, pura decantación química.
El gobierno de Trump está compuesto de los mal llamados anarco-capitalistas, fanáticos evangélicos que esperan el arrebato divino, fanáticos católicos que esperan el Armagedón en Sión, sionistas, supremacistas blancos y oligarcas opuestos a la globalización. Tanta basura junta es capaz de variar el eje de rotación de la tierra.
Desde principios de junio, millones de personas han salido, primero, a las calles en Los Ángeles, y las protestas se han ido extendiendo como una mancha de aceite por miles de ciudades y pueblos de toda la geografía estadounidense.
Según el medio Democracy Now, sólo el sábado 14 de junio, día de las fuerzas armadas, y cumpleaños de Trump, salieron más de 5 millones de personas a las calles en más de 2100 ciudades y pueblos. Trump celebró su cumpleaños con un desfile militar, un acto que no sucedía en más de 30 años, concretamente en 1991, cuando la primera guerra del Golfo. Trump sacó a pasear los tanques M1 Abrams que arderán en Ucrania y los F-35 que caerán en Irán. Gran despedida.
Trump afirmó que el ejército estadounidense es “la fuerza de combate más grande, más fuerte y más valiente del mundo”, por eso, después de que el domingo 8 de junio decenas de miles de personas se manifestaran en Los Ángeles contra la política migratoria de Trump, las redadas y las expulsiones masivas, y que el departamento de Policía de Los Ángeles se viera incapaz de enfrentar la lluvia de confeti que le lanzaron las hordas de enfurecidas de inmigrantes delincuentes que se tomaron la ciudad (lo del confeti no es un recurso literario), decidió enviar a más de 2.000 efectivos de la Guardia Nacional (que técnicamente no es un cuerpo militar, pero sí lo es), y 700 valerosos marines.
California es tradicionalmente un feudo demócrata, y un estado con una gran comunidad latinoamericana y de origen mexicano, seguramente porque California (la Alta California) formaba parte de México hasta su invasión en 1848. (igual que Arizona, Texas, Colorado, Nevada, Nuevo México, Utah, y partes de lo que hoy es Oklahoma, Kansas y Wyoming). Pues resulta que en la tan gringa California, la gente no está conforme con las redadas caza latinos en escuelas, hospitales, iglesias y supermercados, y menos aún que los manden a cárceles-campos de concentración en El Salvador del “demócrata” Bukele.
El gobernador de California, el demócrata Gavin Newson, se opuso firmemente al envío de tropas de Trump, y hasta dijo estar dispuesto a ir a prisión y ser destituido. Obviamente no es un acto de heroísmo y amor por el pueblo, si no más bien un acto de campaña para su próxima postulación como presidenciable para el Partido Demócrata, por que todos sabemos que no dan puntada sin dedal.
Pero más allá de las miserias de la política burguesa, el pueblo norteamericano demuestra que no es ninguna caricatura estereotipada. Hoy los niños celebran su cumpleaños con piñatas de Trump.