
Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo, van por la tenebrosa vía de los juzgados: buscan a un hombre, buscan a un pueblo, lo persiguen, lo absorben, se lo tragan.
— Miguel Hernández
Hace un par de semanas los medios de comunicación al servicio de las clases dominantes, satisfechos anunciaron la noticia de que habían ratificado la condena a cuatro jóvenes que participaron en el levantamiento popular del 2021 y que hicieron parte de la Primera Línea. Sergio Andrés Pastor González, Marcela Ivonne Rodríguez Parra, Johan Steven Sainea Rubio y Fernando Urrea Martínez fueron condenados a 12 años y 9 meses de cárcel.
Los acusaron de reunirse en campamentos improvisados en las localidades de Kennedy y Bosa, de abastecerse de botellas, líquidos inflamables y sustancias químicas, «elementos que luego usaron para afectar la infraestructura y confrontar a la fuerza pública», los acusaron además de participar en la retención de dos transeúntes que al parecer pertenecían a la Policía Nacional, dicen que los torturaron, echándoles pintura y dizque hasta gasolina, según la versión de los mismos retenidos. En cuanto a esta última acusación Sergio Andrés dice que él no estuvo en el lugar de los hechos y que solamente tienen como prueba la versión de los que retuvieron.
Lo que sí se sabe es que estos jóvenes hicieron parte de un destacamento de lucha llamado Primera Línea, que se organizó como respuesta a la indignación de los jóvenes frente al régimen asesino de Uribe Vélez y su títere Duque, a la sistemática persecución de la policía contra los jóvenes, a la situación de miseria y vida desdichada en los barrios populares de las ciudades. Las Primeras Líneas respondieron al descontento que ya venía creciendo desde el 2019, que en 2020 con la pandemia trataron de apaciguar, pero que no dio más espera el 28 de abril del 2021, cuando ante un tradicional llamado a paro de las centrales sindicales, presionados por el descontento de las bases, fueron los jóvenes principalmente los que lo llevaron a cabo, bloqueando las vías y tomando algunos puntos en las principales ciudades del país para reunirse y soñar con la posibilidad de un cambio.
Abastecerse de botellas, molotov, escudos y valentía, son delitos para los ricos y su Estado, para el pueblo no es un delito osar levantarse contra la represión de los más grandes criminales, los que no tienen tatuada la cara como Diecinueve (así se hace llamar Sergio Andrés por ser de Ciudad Bolívar, la localidad No. 19 en Bogotá), pues muchos pensarán que por su aspecto sí es un criminal; en realidad los verdaderos criminales son los señores del dinero, que han cometido asesinatos, masacres, violaciones y verdaderas torturas. De eso podrían dar cuenta —si pudieran hablar— los batallones militares, los ríos y las escombreras.
Estos jóvenes entregaron su corazón en esa lucha, fueron los artífices de que Duque se viera obligado a retirar la reforma tributaria y a que renunciara el Ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla. Se tomaron las vías, montaron bibliotecas, hicieron ollas, se enfrentaron con la policía y si cometieron errores fue por responsabilidad de una dirección revolucionaria que no estuvo al frente para dirigirlos, de una dirigencia sindical que los abandonó, de un movimiento obrero que por su debilidad no pudo canalizar tanto coraje, tanta osadía para ir más allá y haber derrotado al régimen paramilitar y mafioso de Uribe-Duque.
Es responsabilidad del movimiento obrero exigirle al gobierno de Gustavo Petro que cumpla su promesa de liberar a los presos por luchar, fue gracias al levantamiento popular que las clases dominantes aceptaron que existiera un gobierno reformista, fue por unos jóvenes que demostraron capacidad de lucha, y temiendo un Bogotazo, los ricos asustados aceptaron a Gustavo Petro en la presidencia.
Igualmente es responsabilidad del movimiento obrero no dejar solos a los compañeros, las cárceles son un verdadero infierno, especialmente para los presos políticos y más aún si son de bajos recursos. La solidaridad se debe mantener, además de la denuncia sobre los vejámenes que padecen. Urge igualmente la organización de las asambleas populares que organicen la lucha para continuar exigiendo el pliego que no se ha cumplido en materia económica, social y política. El desmonte del ESMAD (UNDMO), la libertad de los presos por luchar, el castigo para los miembros de la fuerza pública que cometieron asesinatos, desaparición y tortura durante el levantamiento popular… entre otros puntos, siguen vigentes.
Finalmente invitamos a que conozcan un poco más del pensamiento de estos jóvenes y lo que han tenido que soportar en las cárceles, estas dos entrevistas que medios alternativos le hicieron a Diecinueve dan cuenta de ello.
https://www.revolucion.org.es/l/libertad-a-19-y-a-todos-los-lideres-de-la-primera-linea/
¡Libertad a los presos por luchar!