El despliegue de militares estadounidenses, principalmente infantes de marina, acompañados de buques de guerra, aviones y un submarino nuclear, ha generado preocupación en América Latina y el mundo.
Este movimiento, presentado como una medida para «combatir el narcotráfico», ha sido condenado por el miembro del Buró Político y ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parilla, en X.
«Denunciamos presencia de fuerzas militares navales y aéreas de EEUU en el sur del Caribe que, bajo falsos pretextos, responden a corrupta agenda del Secretario de Estado. América Latina y el Caribe debe ser respetada como zona de paz» escribió el canciller cubano.
Recordemos que, en el 2020, la administración Trump acusó al presidente venezolano Nicolás Maduro de narcotráfico; en un alarde de entelequia se inventaron el «Cartel de los Soles», al estilo de las peores telenovelas de narcos.
Aquellos planes intervencionistas, en los que el actual secretario de Estado Marco Rubio jugó un destacado papel, terminaron en un sonado fracaso, al parecer ahora quieren repetir el fiasco de entonces.
No es para tomárselo a la ligera, aunque la actual amenaza forma parte de la guerra psicológica, hay que tener en cuenta que el declive del Imperio ha aumentado, el hegemón se siente retado por potencias emergentes que proponen un nuevo orden mundial, multipolar y solidario, esa manera de ver el mundo le es ajena y la aprecian como una amenaza.
Ante la pérdida de influencia en otras regiones, la alianza que significan los BRICS en el orden económico, sobre todo China, Rusia y la India, con recursos energéticos garantizados, poseer Venezuela significa mucho para EE.UU.
