En contra de Estados Unidos, la propuesta europea para Ucrania es legalizar lo que ya existe: la presencia de tropas extranjeras dentro de Ucrania. El motivo mismo de la guerra se pretende reconvertir en su final.
En el caso imposible de que el plan europeo prosperara y Rusia aceptara un alto el fuego, a Ucrania llegarían, como en 2014, tras el Golpe de Estado fascista, cientos de instructores e ingenieros militares británicos para volver a hacer lo mismo que entonces: poner el pie a un ejército ucraniano títere.
Según el Daily Telegraph, el primer ministro británico, Keir Starmer, ha aprobado el uso de aviones de combate de la Real Fuerza Aérea para patrullar el espacio aéreo ucraniano junto con sus aliados con el pretexto de impedir que Rusia viole el alto el fuego.
A eso es a lo que los europeos llaman “garantías”.
Tampoco es nada nuevo. Es lo mismo que ya está ocurriendo con las patrullas aéreas de la OTAN en la región de Kaliningrado y el Mar Báltico, en las que la aviación española ha tenido un papel estelar.
Afortunadamente, los europeos no tienen ninguna capacidad de influir sobre la situación en Europa oriental. Rusia no va a firmar ningún alto el fuego y exige un tratado de paz que acabe con los motivos que han provocado la guerra, es decir, la expansión de la OTAN en Ucrania, la desnuclearización y la desmilitarización.
Esa es la situación que se va a producir, o bien por las buenas, firmando un tratado, o bien por malas, siguiendo con la guerra hasta la capitulación del gobierno de Kiev. Estados Unidos ya lo ha aceptado y sólo falta que los europeos, incluidos los laboristas británicos, hagan lo propio.