Danay Galletti Hernández (Sputnik).— En declaraciones a Sputnik, el doctor en Ciencias Económicas Luis René Fernández Tabío aseguró que esta operación militar, sumada a los instrumentos de propaganda y acciones subversivas internas en la nación sudamericana «constituyen un enorme riesgo para la paz no solo regional sino también mundial, cualquiera sea su desenlace».
A su juicio, Washington intensificó «su política de intervención con todos sus instrumentos de poder para derrocar al Gobierno de Caracas y realizar un llamado cambio de régimen que le permitiría recuperar el control sobre los enormes recursos de ese país, en primer lugar, el petróleo, pero también otras importantes riquezas naturales y minerales».
El profesor titular y estudioso cubano del Centro de Investigaciones de Economía Internacional de la Universidad de La Habana consideró, asimismo, que en este caso «la peligrosidad es máxima y las consecuencias impredecibles».
Sumado a ello, según el experto de la nación caribeña, el actual contexto muestra otro capítulo de la llamada guerra híbrida que, con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico y otras falsas acusaciones a líderes de gobiernos no afines a Estados Unidos, se extiende por varios países de América Latina y el Caribe.
Sin embargo, el académico consideró que, en este caso, no funcionarán los pretextos y falsedades contra el mandatario electo democráticamente Nicolás Maduro. «Pienso que el resultado más probable será otro fracaso del imperialismo, como ya fueron derrotados más de una vez planes y acciones semejantes en el caso de Cuba, en otros momentos históricos», afirmó.
Durante una reciente reunión entre el canciller venezolano, Yván Gil, y el coordinador residente de la Organización de Naciones Unidas en ese país, Gianluca Rampolla, se abordó la preocupante situación creada tras el despliegue de fuerzas militares estadounidenses en el Caribe, entre ellas, buques de guerra y un submarino nuclear.
Violaciones a convenios internacionales
Para Fernández Tabío «las acciones de amenaza para el uso de la fuerza sobre un país soberano no están avaladas por ningún instrumento de las relaciones internacionales», añadió, además que la Carta de las Naciones Unidas y la Proclama de América Latina como Zona de Paz están entre los fundamentales acuerdos que prohíben el empleo de la fuerza.
No obstante, EEUU «tiene una larga historia de agresiones e intervenciones de todo tipo, especialmente en nuestra región; no son avaladas por las normas del derecho internacional, pero han sido ejecutadas en los marcos del unilateralismo imperialista y distintas interpretaciones del llamado Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe».
En su consideración, prevalecerá el mayoritario rechazo regional y global a tales prácticas, si bien existen gobiernos favorables al «imperialismo» en la región que «acompañarán los falsos argumentos y tratarán de justificarlos».
De acuerdo con el profesor universitario, el mundo transita por una etapa turbulenta, de gran conflictividad. «Pese a los enormes riesgos y malos presagios, esperemos que este conflicto no se extienda e impere la paz, respaldada por la diplomacia efectiva de grandes potencias como China y Rusia que sirven de contrapeso en un multipolarismo en formación y declaran su rechazo a tales políticas del imperialismo estadounidense», afirmó.
¿Una práctica nueva?
Por su parte, Pavel Alemán, profesor e investigador de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, en Cuba, recordó a Sputnik que las aguas del Mar Caribe han sido empleadas durante los últimos años para actividades de tráfico ilegal de armas, personas y drogas e, incluso, lavado de dinero.
Subrayó que, ciertamente, existe una cooperación entre las agencias encargadas de perseguir a estas redes criminales, «pero esto no es lo que estamos viendo hoy; actualmente presenciamos el uso de las fuerzas armadas para presionar políticamente a Venezuela, el empleo coactivo del instrumento militar para ejercer presión sobre otro Estado».
De igual manera, advirtió que Washington no participa en este tipo de operaciones en solitario, «generalmente trata de legitimar, entre comillas, esa presencia con la intervención de otros actores que le respaldan, ya hemos conocido que el gobierno de Francia determinó movilizar algunos activos de su armada para asistir a esta especie de operación internacional».
En su opinión, no sería extraño que otras potencias europeas con intereses en esta subregión—como pueden ser Países Bajos o Reino Unido— se incorporen a la misma, «hay países receptores en el Caribe que de alguna manera se están implicando más, como es el caso de Trinidad y Tobago y Guyana que tiene un diferendo territorial con Venezuela».
Puntualizó también que, en el pasado reciente, Estados Unidos ha utilizado pretextos como el tema del narcotráfico o la supuesta posesión de armas de destrucción masiva para la puesta en marcha de operaciones militares de castigo en contra de estados soberanos, con el propósito, precisamente, de provocar cambios de gobierno y eliminar adversarios.
Fue el caso de Panamá—un pequeño estado con relevancia dentro del comercio internacional y las comunicaciones marítimas por la presencia del canal interoceánico— cuando en diciembre de 1989 la persecución contra el entonces presidente y general Manuel Noriega, acusado de participar en actividades de narcotráfico, causó la destrucción de las fuerzas de defensa locales.
Sobre el tema, el doctor en Ciencias Históricas Ernesto Domínguez, acotó a Sputnik que, si bien el tráfico de drogas existe en la región, uno de los factores claves del mismo es el papel desempeñado por Estados Unidos como su principal mercado.
El profesor titular del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana expresó que la actual incursión constituye la continuidad de una larga historia y corresponde al discurso de esta administración sobre América Latina, pues además de la intención declarada de retomar el control del canal panameño, se ha planteado el uso de la fuerza contra México, bajo el pretexto de las acciones de los carteles de la droga.
Otros antecedentes recientes son el Plan Colombia, en la década de 1990, o la activación de la Cuarta Flota, en 2008, hechos que demuestran el incremento de la presencia militar estadounidense en la zona.