PP: ¿Original o copia?

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José Barril (Unidad y Lucha).— ¿Qué mejor plan para un domingo de julio en plena ola de calor que quedarse en casa escuchando el discurso de Feijóo que cerraba el 21 Congreso Nacional del PP? Fue retransmitido íntegramente en La 1 de TVE y a esa misma hora la alternativa en La 2 era “El día del Señor”, ¡toda una señal!

 

Ya de inicio la cosa prometía. Antes de comenzar, dirigió un agradecimiento especial a un torero, un tal Miguel Ángel Perera, un español de bien condenado en 2020 por un fraude fiscal de más de 2 millones de euros, puesto en pie y ovacionado por las/os asistentes. Al lema del Congreso, “Toma Partido por España” deberían haber añadido “¡y olé!”. Conforme avanzaba, iba progresivamente captando la atención de este atónito televidente, que por momentos rejuvenecía mientras la pantalla parecía ir a blanco y negro ante el tono franquista y casposo de lo que veía y escuchaba. La guinda al Congreso Nacional del PP fue un discurso, efectivamente, de carácter ‘nacional’, del bando nacional. Protofascista a la española, hizo un repaso a todo lo que, según él, debía ser cambiado, por supuesto en la dirección opuesta al concepto revolucionario de Fidel.

Pero no nos equivoquemos, no se trataba de un mero discurso de clausura sino toda una declaración programática de intenciones y con cierta vocación de masas, que el propio Feijóo calificó como “acto fundacional de un nuevo tiempo”. Llama poderosamente la atención su continua alusión a la necesidad de un gobierno “limpio”, “decente”, instituciones con “dirigentes neutrales”, a la necesidad de “despolitizar” la función pública e incluso la apelación a que los organismos del Estado sean ocupados por personas “con garantías de no haber estado en política al menos en los últimos 5 años anteriores” (¡¿?!).

En definitiva, una nueva versión de aquel “haga usted como yo: no se meta en política”, frase atribuida al mismísimo Franco cuyo régimen fascista era definido como “apolítico” en los informativos de la época. Una visión tecnocrática al estilo patrio que, tras la gestión criminal de la última DANA en el País Valenciano y el posterior nombramiento de un general como “Vicepresidente segundo para la Recuperación Económica y Social”, fue recientemente reproducida por el mismísimo Feijóo afirmando: “El general Gan Pampols no viene a hacer política, sino a reconstruir”.

“¿Cómo no vamos a reducir lo ilegal? ¿Cómo lo ilegal va a tener garantías? ¿Cómo lo ilegal va a tener derechos?”. Con ese despectivo “lo ilegal” se estaba refiriendo Feijóo a los seres humanos de nuestra clase que llegan al Estado español para buscar la vida que el colonialismo y el imperialismo les impidió disfrutar en sus tierras de origen. Y, lo más grave, cuando añadió: “A quien viene a sumar, trabajar y con reglas, bienvenido. A quien viene a otra cosa, le diremos con claridad, ¡aquí no!”, las y los asistentes puestos en pie interrumpieron el discurso rompiendo efusivamente en aplausos. Por si no hubiese quedado suficientemente clara la siembra de la sospecha, justo después, en calculada conexión, ¡el muy…! señala la necesidad de reforzar la seguridad, “…para caminar tranquilos, tranquilas por las calles de España” (curiosamente, éste es el único momento del discurso de 50 minutos en que va más allá del genérico masculino).

Por supuesto, tenía que salir el problema de la unidad, y no precisamente la de nuestra clase: “…se ha enfrentado a las mujeres con los hombres, a los jóvenes con los mayores, a los trabajadores con los empresarios, a los inquilinos con los propietarios, a los ciudadanos de un sitio con los del otro,…, tenemos que volver a vernos como pieza de un mismo rumbo”. Ahora sí, ese niño que ya veía los telediarios en blanco y negro renació, resonando en su cerebro aquello de España como “unidad de destino en lo universal”, punto inicial 2 de la Falange Española (Madrid, 7 de diciembre de 1933).

Para lo del enfrentamiento entre trabajadores y empresarios ni siquiera necesitan que la Falange les cree un sindicato vertical. Son varias las siglas del mal llamado sindicalismo mayoritario que, sin duda, acudirían gustosas para cumplir con esa función si es que no lo hacen ya.

Unamos a jóvenes con mayores, por ejemplo, utilizando a los primeros para justificar el robo a las pensiones a los segundos, mejor dicho, a toda la clase trabajadora: “El PP se compromete a la actualización de las pensiones para los mayores y con su viabilidad para los jóvenes. Ese es el compromiso de las pensiones entero, no una parte, entero” (¡Aplausos!). ‘Factores de Sostenibilidad’, ‘Mecanismos de Equidad Intergeneracional’,…, son y serán mecanismos para hacerle pagar a toda nuestra clase la fechoría de vivir más años, imperdonable delito calificado como ‘Riesgo de Longevidad’ por las instituciones del capital. Tranquilas/os, el sindicato vertical siempre os firmará vuestras “reformas”.

Lo de inquilinos contra propietarios tiene fácil solución: “Faltan viviendas y se harán”, sentenció Feijóo. ¡Ya hemos llegado a donde íbamos! Nada sobre las cerca de 4 millones de viviendas cerradas, o sobre las viviendas asumidas con dinero público por el ‘banco malo’. El sobradamente publicitado movimiento por la vivienda ya ha cumplido su función sistémica. Y, sin duda con ánimo conciliador, el moderado líder añadió: “Ya está bien de que quienes más fácil acceso tienen a una vivienda sean los ocupas. Querido Albiol”. ¡Aplausos al fascista alcalde de Badalona! por su macarra intervención para el desalojo de una vivienda ocupada. Por lo visto, en Badalona no hay desahucios y por eso aún no ha tenido la oportunidad de intervenir en defensa de estos y estas inquilinas molestas.

¡Buena noticia, se acabó el enfrentamiento entre españoles! La receta, estar vigilantes frente al nacionalismo (obviamente no se refería al español), “sí, vigilancia. Yo no voy a consentir más desafíos a nuestro país” (se escucha un “bravo” de fondo), “…las minorías no pueden ser las que marquen el rumbo a la nación, mucho menos si persisten en destruir la propia existencia de España” (¡Aplausos!). Y, para terminar definitivamente con el enfrentamiento de los ciudadanos de un sitio con los del otro, ¿qué mejor que una buena “ley de lenguas para garantizar la enseñanza en nuestro idioma común en toda España,…, que todos los niños españoles puedan ser educados en español”? (¡Aplausos efusivos y puesta en pie!). Por si no lo sabías, España se rompe y el español está en peligro de extinción por culpa de esa mierda de lenguas vernáculas a las que, por otro lado, dice respetar.

Y vosotras, mujeres, ¡preparaos! Se acabó el feminismo “excluyente”. Feijóo os enseñará a “combatir la violencia machista sin criminalizar a todo el género masculino” (¡Aplausos!). “Es posible el empoderamiento femenino sin convertir a los hombres en un enemigo en potencia. Lo que no es posible es defender la causa de la igualdad convirtiéndola en excluyente o en inquisitorial”. ¡A ver si aprendéis, joder! Y tú, Alberto, tómate un ‘Soberano’ que, además de muy español, es “cosa de hombres”, y eso todavía no nos lo han quitado. La misoginia, junto con el anticomunismo, es un ingrediente esencial en cualquier gastronomía fascista que se precie.

¡Ah!, y algo doloroso, en medio de un discurso tan cutre como solemne y presidencial, de repente se atreve a mencionar la ‘Ley ELA’, clamando que aún está por financiar. Los fascistas también acuden al oportunismo, incluso a costa de las y los pacientes y familiares afectadas/os por una de las enfermedades más crueles que pueda padecer un ser humano.

Todo esto, asegura el prohombre, lo hará gobernando en solitario y buscando en el Parlamento los apoyos necesarios. Sin complejos y sin cordón sanitario frente a Vox, sólo frente al partido más votado en Euskal Herria, “¡Sí, por supuesto, a Bildu!”, concitando la aclamación, el fervoroso aplauso y unánime puesta en pie de la asistencia.

Y de política internacional, ¡nada de nada! Sólo que debemos ser un socio “fiable” (¡ya sabemos para quién y para qué!). Ni una sola referencia si quiera al genocidio en Palestina. Tan solo una nauseabunda e hipócrita mención para arremeter contra los pueblos que luchan por su soberanía: “…y se ha de tener un compromiso inequívoco con la paz y con la democracia en todo el mundo, desde Oriente Próximo a Venezuela”, remachando “desde Oriente Próximo a Venezuela” (¡Aplausos!).

Las y los sesudos analistas políticos que se prodigan en los medios burgueses suelen coincidir en que las aproximaciones del PP hacia posiciones de Vox, según ellas/os por motivos electorales, constituyen un error bajo la máxima de que “se acaba votando al original y no a la copia”. Independientemente de la plasmación electoral, y de la “candidez” de tanto defensor de la “democracia que nos hemos dado”, no se trata de un error, ni mucho menos de una casualidad. El PP NO es la “derechita cobarde”. El PP NO es copia de nada.

No es sólo que el PP naciera de una ‘Alianza Popular’ fundada por siete exministros franquistas, cosillas sin importancia de la ‘Transición’ y de las políticas de ‘Reconciliación Nacional’ del eurocomunismo. Tampoco que Vox surgiera impulsada por siete excargos del PP ligados a Aznar. Sencillamente, el PP ya no se puede limitar a una función de mero partido conservador, de eso ya se encarga la socialdemocracia, la antigua y la nueva, y lo maquilla mucho mejor. El PP ya sólo le resulta útil a la oligarquía española precisamente si se presenta con un discurso filofascista apenas disimulado. El capital, el español en este caso, echará mano de este PP cuando los discursos engañaobreros y falsamente pacifistas del reformismo político y sindical, o incluso las mínimas formalidades democráticas, sean ya insuficientes para justificar el nivel de violencia que necesitará ejercer contra nuestra clase en su inútil intento de salvar la crisis estructural de un sistema imperialista en descomposición.

Finalmente, este fascista moderado remachó su intervención dirigiéndose a “la España que prefiere ser hija de la convivencia democrática que nieta del conflicto”. Llegará el momento, Feijóo, en que te haremos tragar tus palabras. No nos limitaremos a recordar a nuestras y nuestros abuelos y bisabuelos, incluso aunque en muchos casos nadie nos pudiera hablar de ellas/os, sino que reemprenderemos la tarea revolucionaria que no pudieron completar. No hay otra salida.

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