Francisco Valverde (Unidad y Lucha).— El capitalismo, desde los albores de su acumulación originaria, nació chorreando sangre y lodo, en palabras de Carlos Marx, y en su evolución histórica lo ha expresado tan explícitamente que los episodios son innumerables. Desde los métodos de la conquista de América y el mercado triangular de esclavos en África, la colonización y exterminio de las poblaciones originarias de Norteamérica, la masacre llevada a cabo por la burguesía en la Comuna de París, las guerras del opio en China, etc. reflejan que el capitalismo estuvo instalado en la barbarie desde sus inicios.
Hoy, tras décadas de agresión y colonización en Palestina, estos casi dos últimos años el imperialismo ha rebasado todas las barreras de los límites éticos y morales existentes, a través de los crueles métodos por los que lleva a cabo este genocidio y hambruna retransmitidos por televisión, llevados a cabo de forma consciente y sistemática, con el objetivo de exterminar al pueblo palestino. El sionismo no le perdona a Palestina la solidaridad que desprende a lo largo del mundo, su capacidad de resistencia y cohesión frente a un enemigo infinitamente más armado, su amor por su tierra, cultura e historia, y sobre todo la dignidad que, una y otra vez, el pueblo palestino le demuestra a los pueblos del mundo con su ejemplo y determinación frente a la dominación imperialista.
Ante la grave crisis general, de carácter estructural, del capitalismo, el imperialismo se ha ido despojando de los consensos y formalidades democrático-burguesas de las que se fue dotando tras la Segunda Guerra Mundial (la ONU es hoy un zombi instalado en la parálisis y la complicidad genocida), porque hoy le suponen un problema para continuar con su dominación internacional y recurre a métodos cada vez más explícitos para continuar con el sometimiento de los pueblos del mundo. Es la crisis de la base capitalista lo que determina su superestructura y sus métodos, cada vez más inhumanos. El ente sionista sigue impunemente sus atrocidades, con el apoyo directo de EE. UU. y los hipócritas lamentos de la Unión Europea que, no solo no ha movido ni un solo dedo para detener este genocidio, sino que ha mantenido todo tipo de relaciones con el ente sionista, colaborando implícitamente con el genocidio.
Frente a la resignación: solidaridad internacionalista
Gaza es hoy el rostro de la barbarie y del único futuro posible que el imperialismo es capaz de ofrecer a la humanidad, tras quinientos años de dominación de occidente. Y frente a la resignación y la inacción que desprende el trato que los medios de la prensa burguesa realizan de este genocidio (y que insisten en disfrazar como una guerra), los pueblos del mundo, bajo el espíritu del internacionalismo proletario y la solidaridad internacional, estamos en la obligación de organizar el combate, la movilización solidaria constante con el pueblo palestino, la exigencia a nuestros gobiernos de la ruptura de relaciones de todo tipo (académicas, comerciales, militares, diplomáticas, etc.) y la condena explícita al ente sionista de Israel y su no reconocimiento político, el apoyo al pueblo palestino y a su vanguardia combatiente, así como a todo el eje de la resistencia, hasta derrotar al enemigo sionista.
Esta es una guerra que el imperialismo ha declarado a los pueblos del mundo. Una batalla en la que, frente a su proyecto de barbarie, debemos levantar la bandera del humanismo, organizando la solidaridad y el internacionalismo que caracteriza a la clase obrera internacional, esta vez sí, hasta la victoria final.
¡Viva Palestina Libre del Río al Mar!
¡Viva la Resistencia!
¡Proletarios del mundo, uníos!