Nos asaltan tantas dudas sobre el calendario, que tenemos que recurrir al almanaque para certificar que existimos ahora mismo: agosto de 2025.
Viene a colación esta entradilla porque el sheriff de Washington D.F. acaba de difundir un pasquín donde se refleja una imagen con el letrero “Wanted 50 millones de $”: los caza-recompensas, a trabajar para entregar al perseguido ante la “justicia”, vivo o muerto.
Insistimos, sí. Agosto de 2025, Donald Trump inventa otra falacia para capturar al presidente de la República Bolivariana de Venezuela. La recompensa son los 50 millones de $ para la persona que facilite alguna información veraz de la localización del perseguido que, por otra parte, se sabe que habita en el Palacio de Miraflores de Caracas.
Si estuviéramos de broma, UyL habría obtenido la recompensa por facilitar el paradero del acusado. Pero estamos muy en serio al denunciar la trama terrorista de búsqueda y captura del presidente Nicolás Maduro, vencedor en las últimas elecciones presidenciales celebradas el pasado agosto del 2024.
Pero la legalidad y la legitimidad para el imperialismo no existen si se trata de imponer sus intereses. Los atentados de falsa bandera (La Habana 1898; golfo de Tonkín 1964) o las mentiras vertidas (armas de destrucción masiva en Iraq), le sirve para argumentar sus macabras decisiones, que pueden ir desde la intervención de comandos especiales (Noriega en Panamá), hasta intentos de magnicidios (Fidel, Chávez) o incluso ocupaciones (Afganistán, Iraq). En este caso, se acusa al presidente Maduro de ser “Il capo dei capi” de las drogas que las distintas familias mafiosas de la región producen para inundar el mercado norteamericano. Otra vez la corrupta Ley de la Oferta y la Demanda se emplea como arma para atacar en esta ocasión al presunto dueño del negocio, aspecto inaudito en la salvaguarda de los intereses de la burguesía.
La ecuación política de este esquema es realmente sencilla de desarrollar. Se trata de recuperar la ya famosa Doctrina Monroe para justificar doctrinalmente la hegemonía en el continente americano que EEUU siempre ha impuesto a sangre y fuego. Es anecdótico el justificante que ahora emplea el imperialismo para doblegar la voluntad del pueblo bolivariano que le dio la espalda en 1998 con el triunfo de Chávez. Desde entonces, los planes organizados por la CIA han sido innumerables para tratar de regresar a la situación anterior. Sonoros y fracasados, han sido, entre otros, el golpe de estado de Carmona de 2002, el errado magnicidio contra Maduro de 2018, y los infortunados casos, por ridículos, de Juan Guaidó en 2019 y de Edmundo González en 2024, ambos amparados y reconocidos por Pedro Sánchez y sus gobiernos “progresistas” respectivos, que se han cerrado a modo de sainete.
Pero el imperialismo no cesa en su afán por mantener su hegemonía mundial. El momento delicado con el genocidio del pueblo palestino y en el frente ucraniano, como principales indicadores de la crisis del capitalismo, no es óbice para generar otro conflicto. Las confrontaciones por los aranceles, que siguen teniendo en China al principal destinatario, son también un elemento de centralidad de los media que distraen las imposiciones del ganster neoyorquino. Porque, esperpénticas resultan las amenazas a Brasil por la decisión de tribunales superiores de condenar a Bolsonaro por intento de golpe de estado; los golpes de estado con patrocinio norteamericano no se pueden sancionar.
En Venezuela, las dos recientes elecciones de mayo y julio para la Asamblea Nacional y los ayuntamientos han fortalecido al presidente Maduro y a las fuerzas políticas que defienden el proceso bolivariano, pero también han violentado al imperialismo ya que, ¿acaso el pueblo venezolano no ha aprendido a votar bien?, que diría el trilero Vargas Llosa. Pues eso, ¡50 millones de $! Al fin y al cabo los gastos de la CIA y la USAID han sido muy superiores a esta cantidad hasta ahora y no han dado sus frutos; ¡con un par!
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