«Vida y muerte en un almacén»

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Pelicula sobre el actual sistema laboral opresivo

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Título original Life and Death in the Warehouse
Año 2022
Duración 61 min.
País Reino Unido
Dirección Aysha Rafaele, Joseph Bullman
Guion Helen Black, Joseph Bullman
Reparto Aimee-Ffion Edwards, Poppy Lee Friar, Craig Parkinson, Aled ap Steffan, Sion Daniel Young, Alexandria Riley, Kimberley Nixon, Natalia Kostrzewa, Maja Laskowska

 ‘Vida y muerte en un almacén’: Un grito contra la explotación laboral en la era del comercio electrónico

 

En un mundo donde la comodidad de las compras en línea se ha convertido en un pilar de la vida moderna, la película Vida y muerte en un almacén (2022), codirigida por Aysha Rafaele y Joseph Bullman, nos invita a mirar detrás del telón de las entregas rápidas y los clics instantáneos. Este impactante drama televisivo británico, producido por la BBC, expone con crudeza las condiciones laborales extremas que enfrentan los trabajadores en los macro almacenes de distribución de grandes corporaciones, con claros guiños a empresas como Amazon, aunque sin mencionarla directamente.

Con un guion basado en testimonios reales de trabajadores, la cinta combina un estilo casi documental con una narrativa emocionalmente desgarradora, logrando un retrato devastador de la deshumanización en el entorno laboral.

Una historia basada en hechos reales

Vida y muerte en un almacén nos sumerge en un centro de distribución en Gales, donde la protagonista, Megan (interpretada por Aimee-Ffion Edwards), una joven de 29 años, asume un puesto como gerente en un intento desesperado por mantener su empleo. Su amiga de la infancia, Alys (Poppy Lee Friar), una trabajadora embarazada, se convierte en el eje de un conflicto moral cuando Megan, presionada por las demandas de productividad de la empresa, la empuja a aumentar su «tasa de recogida», poniendo en riesgo su salud y la de su futuro hijo.

A través de esta narrativa, la película expone un sistema laboral opresivo donde los empleados son reducidos a números, vigilados constantemente por sistemas tecnológicos que cronometran hasta el tiempo que pasan en el baño. El guion, escrito por Helen Black y Joseph Bullman, se inspira en cientos de historias reales recopiladas tras cuatro años de investigación.

La génesis de la película surge de conversaciones con trabajadores en un pueblo galés donde el cierre de minas dejó pocas opciones laborales, obligando a muchos a aceptar empleos precarios en almacenes. La cinta refleja esta realidad con una atmósfera claustrofóbica: pasillos interminables, luz artificial y un sistema informático que presiona a los trabajadores con recordatorios constantes de su «ineficiencia». Este escenario, descrito como un «campo de concentración moderno» por algunos críticos, pone en evidencia la vigilancia extrema y la falta de derechos laborales bajo el capitalismo.

Una denuncia de la explotación laboral

La película no solo narra una historia personal, sino que actúa como una crítica estructural al capitalismo y al modelo de negocio de las grandes corporaciones de comercio electrónico. Aunque no nombra explícitamente a Amazon, las alusiones son claras: desde los chalecos naranjas de los trabajadores temporales hasta las prácticas de control exhaustivo de la productividad, la cinta refleja denuncias reales sobre las condiciones en los almacenes de la compañía, como los despidos de trabajadores sindicados o la represión de huelgas, como ocurrió en el centro de San Fernando de Henares en Madrid.

En Vida y muerte en un almacén, los trabajadores enfrentan inseguridad laboral, contratos temporales y una presión constante por cumplir metas inalcanzables. Personajes como Nadia (Natalia Kostrzewa), una inmigrante que toma pastillas para rendir más y trabaja incluso enferma, encarnan la lucha desesperada por un empleo estable en un sistema que explota sin piedad a la clase trabajadora. La película también critica la «neolengua» empresarial, con frases como “vamos a ayudarte a ser el mejor colaborador” que esconden un control absoluto sobre cada segundo del día laboral.

Con una duración de apenas 60 minutos, el filme logra condensar su mensaje sin caer en la redundancia. Su estilo cercano al falso documental, combinado con actuaciones sólidas y una banda sonora inquietante de Roger Goula Sarda, crea una experiencia inmersiva que obliga al espectador a reflexionar. Un gancho directo hacia empresas tiránicas que tratan a sus trabajadores como auténticos esclavos.

Vida y muerte en un almacén ha sido aclamada por su valentía y realismo, obteniendo una nominación al BAFTA a Mejor Película para Televisión y ganando un Emmy Internacional en la misma categoría. La película no solo denuncia la explotación laboral, sino que plantea preguntas incómodas. La cinta deja un pequeño resquicio de esperanza al mostrar que la acción colectiva puede ser una vía para la transformación social, pero también subraya la urgencia de movimientos políticos que desafíen el statu quo capitalista.

Ana Redondo

Fuente: Periodismo alternativo 

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