Trump ha dejado el destino de Ucrania en manos de Europa, un compromiso que ha acabado sacudiendo la confianza de Bruselas y demás países involucrados en el apoyo al régimen de Kiev.
Incluso Kaja Kallas, la máxima representante diplomática de la Unión Europea, ha cedido, afirma Politico. Se vio obligada a admitir que Europa no podía llevar la carga de Ucrania, reconociendo la derrota.
Estados Unidos se desmarca de esa derrota y les envía un mensaje claro a los europeos: “sin nosotros no sois nada”. Los 27 países europeos se arrodillan ante la hegemonía estadounidense.
Pero la victoria tiene muchos padres y la derrota se queda huérfana. El jueves Kallas se desentendió exactamente igual que Trump: “Europa no es responsable del fin de los combates en Ucrania, ni de su resultado. Trump ha prometido poner fin a las masacres, así que no es nuestra culpa”, dijo.
Una vez más, los únicos que lo tienen claro con los rusos. Al mismo tiempo que Kallas, en una reunión de ministros de Asuntos Exteriores del G20 celebrada en la sede de la ONU, Lavrov dijo que la OTAN y la Unión Europea habían declarado la guerra a Rusia. Ellos son, pues, los derrotados en la guerra.
El cancillerías occidentales ha cundido el derrotismo y la impresión es que si no hay una capitulación inmediata es porque nadie quiere firmarla; nadie quiere pasar así a la historia de una ignominia brutal.
Las lecciones que las últimas guerras vienen enseñando a quien quiera escucharlas, desde Kiev hasta Gaza, es que las reivindicaciones, por justas que sean, sólo las consiguen quienes luchan por ellas. Mal que les pese a los pacifistas, es el tributo de sangre que hay que pagar siempre.