
¡No, no fue una revuelta juvenil! El amplio movimiento de protesta que estalló el 25 de septiembre en Madagascar fue la protesta de una mayoría que sufre las pésimas condiciones económicas y sociales. La pobreza afecta al 92% de la población en 2017. Madagascar, en el Océano Indico, frente a la costa sureste del continente africano, al este de Mozambique. El país está comprendido por la isla homónima, la más grande de África y la cuarta más grande del mundo, y por pequeñas y numerosas islas periféricas.
La isla se independizó de Francia en 1960 y se instituyó una república gobernada por diferentes partidos y personajes civiles y militares pero siempre bajo la vigilancia del antiguo poder colonial: Francia. Las protestas en el año 2009 contra el gobierno del Presidente Marc Ravalomanana, comenzaron en enero de 2009 provocando una crisis política que produjo una serie de manifestaciones antigubernamentales y culminó en un golpe de Estado mediante el cual accedió el líder opositor Andry Rajoelina a la Presidencia.
Si en un país en el que más de dos tercios de la población no llegan a los 30 años, y por tanto las manifestaciones están dominadas por jóvenes, ¿es eso algo destacable? Difícilmente. Las protestas, que los medios occidentales tienden a relativizar como una mera revuelta juvenil de la generación Z, tenían causas sociales. Más de tres cuartas partes de la población viven en condiciones de extrema pobreza. Solo el 35 % de la población dispone de electricidad y solo el 15 % tiene acceso directo al agua potable, y el suministro de ambos ha empeorado cada vez más en los últimos años. Los cortes de electricidad y agua están a la orden del día.
Por lo tanto, hay muchos motivos de descontento, a lo que se suma el hecho de que el presidente Andry Rajoelina, descendiente de una acomodada familia de oficiales, y sus hijos hacían alarde de su riqueza sin ningún tipo de pudor.
La ira en Madagascar se había acumulado e impulsó a la población a salir a la calle. Si se quiere evaluar el carácter del movimiento de protesta en Madagascar, es mejor no fijarse tanto en la edad de los manifestantes, sino más bien en su situación económica, tal y como hizo, por ejemplo, el nuevo portal francés en línea «Communistes et matérialistes».
¿Trabajadores? Apenas hay en Madagascar. Solo el 5 % de la población vive de un trabajo remunerado en el sector formal. Al menos un 2 % son empleados públicos. La gran mayoría se gana la vida en el sector informal: como comerciantes, artesanos o pequeños agricultores. Además de ellos, también participaron en las protestas estudiantes a quienes les impide su ansiado ascenso social, entre otras cosas, el hecho de que los mencionados cortes de electricidad dificultan sus estudios. Los intereses de quienes participaron en las protestas en Madagascar eran muy variados. Eran los intereses de los desfavorecidos, pero también los de la burguesía. Lo que unía a los manifestantes, además de su ira por la desoladora situación social y la miserable infraestructura, era la ira hacia la antigua potencia colonial, Francia, que, aunque concedió oficialmente la independencia a Madagascar en 1960, sigue ejerciendo una fuerte influencia hasta hoy. El presidente Rajoelina, que llegó al poder por primera vez en 2009 en un golpe de Estado respaldado por París, obtuvo la nacionalidad francesa tras su retirada provisional de la jefatura del Estado en 2014. Cuando asumió su nuevo cargo tras su victoria en las elecciones presidenciales, a principios de 2019, demostró ser un fiel garante de los intereses franceses. Su reelección en 2023, que según la opinión general se basó en un fraude electoral masivo, fue bien recibida en París. Francia recompensó a Rajoelina con apoyo político y nuevos créditos. El intento del presidente de mantenerse en el cargo tras el inicio de las manifestaciones con una represión brutal — al menos 22 muertos — y con una remodelación del Gobierno anunciada el 29 de septiembre fracasó.
El 13 de octubre, Rajoelina abandonó el país en un avión militar francés. Poco antes, había concedido la amnistía a algunos franceses detenidos, entre ellos ciudadanos con doble nacionalidad francesa y malgache como él. El 14 de octubre, el ejército, bajo el mando del coronel Michaël Randrianirina, tomó el poder. El acuerdo con París, que evidentemente facilitó la huida de Rajoelina, provocó malestar, sobre todo porque en las protestas no solo se había exigido «¡Fuera Rajoelina!», sino también «¡Fuera Rajoelina y Macron!», o explícitamente «¡Fuera Francia!». Finalmente, el 20 de octubre, el coronel Randrianirina, que se había autoproclamado presidente el 17 de octubre, nombró al empresario Herintsalama Rajaonarivelo primer ministro, quien cuenta con una excelente red de contactos internacionales. A lo largo de su carrera, ha trabajado, entre otros, para el Banco Mundial y la UE. Ahora se le ha encomendado la tarea de mejorar la infraestructura de Madagascar para poner fin a las protestas.
(Este artículo se basa en uno publicado en el periódico semanal UZ Unsere Zeit del Partido Comunista Alemán, DKP: del 24 de octubre de 2025)
OTROS MEDIOS: UZ UNSERE ZEIT. Autor Arnold Schölzel.

