
Bajo el disfraz de un pacto defensivo, la OTAN ha funcionado desde su fundación como instrumento del poder de clase burgués en su fase imperialista. Su artículo 5, que establece la defensa colectiva, no es solo un mecanismo jurídico: es una pieza clave en la lucha de clases a escala mundial. Su objetivo real ha sido consolidar el dominio global de la oligarquía financiera, asegurando que los intereses del capital transnacional se impongan frente a procesos de liberación, soberanía o transformación revolucionaria.
En el escenario actual, marcado por el enfrentamiento entre el proletariado revolucionario internacional y la oligarquía imperialista, la OTAN actúa como brazo armado del capital. Su doctrina de “defensa común” esconde una práctica ofensiva, expansiva y represiva, dirigida a neutralizar cualquier fuerza que desafíe el orden capitalista global.
El Tratado del Atlántico Norte, firmado en 1949, nació en plena Guerra Fría. Su objetivo real era frenar el avance del socialismo y asegurar la hegemonía económica y militar de Estados Unidos y sus aliados. El artículo 5, al establecer que un ataque contra un miembro sería considerado un ataque contra todos, institucionalizó la unidad de las potencias imperialistas bajo la dirección de Washington.
Desde una perspectiva marxista-leninista, esta cláusula no representó un pacto militar neutral, sino la creación de un bloque internacional de Estados burgueses decidido a proteger sus estructuras de dominación frente a cualquier intento de transformación revolucionaria o independencia nacional.
La única vez que el artículo 5 se ha invocado fue tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. La OTAN respondió invadiendo Afganistán, bajo el pretexto de combatir el terrorismo. En realidad, la operación buscaba proyectar el poder del capital occidental sobre Asia Central, una región estratégica por sus recursos energéticos y ubicación geopolítica.
La guerra fue un movimiento táctico en la guerra de clases global. Campesinos, obreros y comunidades insurgentes del Sur Global quedaron sometidos a un nuevo ciclo de explotación y control. La “seguridad internacional” fue la justificación ideológica para militarizar la globalización neoliberal.
El artículo 5 trasciende el ámbito militar. Su mera existencia disuade a cualquier Estado de desafiar la hegemonía capitalista. Además, proporciona el marco político y legal para intervenciones colectivas cuando las rutas de acumulación del capital se ven amenazadas.
Aunque no fue invocado formalmente en casos como Yugoslavia, Libia o Siria, la lógica subyacente fue la misma: emplear la fuerza conjunta del bloque imperialista para aplastar proyectos alternativos, controlar recursos estratégicos y frenar procesos de autodeterminación.
Hoy, en un mundo multipolar, el artículo 5 adquiere un papel aún más agresivo. Al presentarse como una “alianza de valores” frente a supuestas amenazas autoritarias, la oligarquía disfraza su ofensiva de defensa democrática. En realidad, busca blindar el sistema capitalista frente a su crisis estructural y a las resistencias que emergen desde abajo.
La llamada “Guerra Global contra el Terrorismo”, las intervenciones “humanitarias” y la expansión de la OTAN son expresiones concretas de la lucha de clases mundial. De un lado está la oligarquía imperialista, organizada y armada, defendiendo un orden basado en la explotación y la dominación. Del otro, el proletariado internacional y los pueblos oprimidos, que luchan por emanciparse.
El artículo 5 no es un simple artículo jurídico: es un instrumento ideológico, político y militar del capital. Su activación, o incluso su amenaza, revela que el imperialismo recurrirá a la violencia colectiva para mantener su hegemonía. Comprender su papel es esencial para desenmascarar la verdadera naturaleza de la OTAN: no un escudo defensivo, sino una máquina de guerra de clase al servicio de la acumulación capitalista.
La “Guerra Global Total” no es caos ni enfrentamiento accidental: es la expresión contemporánea de la lucha de clases, en la que cada intervención militar y cada decisión colectiva son eslabones de una cadena imperialista que solo con conciencia revolucionaria internacionalista podremos romper.
MYGO

