

Sergio Torres.— Andan en manadas y evidencian un profundo miedo por las personas vivas, a las que llaman de izquierda, guerrilleras.
En el interregno caótico están apareciendo los monstruos. Como en las historias fantásticas, aparecen personajes de maldad extrema y con el objetivo de someter el mundo entero. El problema es que no es una ficción distópica, es la realidad y su proyección. Nuevamente, como en los momentos del nazismo, la realidad supera las ficciones.
Colombia no podía quedarse atrás y estar por fuera de esta realidad maligna. Para ello tiene sus propios personajes de ficción, de película de bajo presupuesto, pero los tiene: la derecha colombiana. Que en medio de la contienda electoral por la presidencia y el Congreso, afloran sus características más inverosímiles.
Como zombis, andan erráticamente balbuceando muerte, sangre y guerra. Su incapacidad mental se refleja en los símbolos que enarbolan: bates, armas y representaciones patriarcales. El odio visceral les ha copado su ser; no existe amor, ni bondad en estas personas. Han entregado lo que les quedaba de características humanas al amo y señor imperial, que aspira a engullir países y amenaza con guerras por doquier.
La derecha mafiosa y arrodillada a los intereses de Estados Unidos, seguirá haciendo todo lo posible por perpetuar la guerra. Ese es el único escenario en el que pueden existir y que le garantiza la sumisión al imperio. Con desfachatez y sin vergüenza se han puesto del lado de quienes pretenden invadir y saquear nuestros pueblos.
Ya no es un asunto de derechas y de oposición; quien clama por una invasión extranjera a su propio país, es un traidor, un agente externo en suelo propio. Esta derecha mafiosa colombiana, ante el temor, la incapacidad y su absoluta falta de ideas, se arrodilla ante una plutocracia criminal ávida de sangre y recursos naturales, que le permita menguar un poco su caída indetenible.
Con todo, el escenario al interior del imperio también está cambiando, y la historia nos afirma que ante lo insostenible, el capitalismo echará mano del fascismo en sus estados más infames. Fascismo que está siendo confrontado por voluntades de cambio real y nuevos modelos.
En Colombia, la única posibilidad de pasar la página de la guerra y la violencia es combatir las desigualdades abismales generadas en tantos años de gobiernos oligárquicos. Desarrollar las transformaciones profundas que el país necesita y que han sido la causa del conflicto en todas sus dimensiones. Queda claro que dichas transformaciones estructurales, solo se pueden realizar por medio de una revolución. Solo el levantamiento popular unitario y organizado en pro de esos cambios posibilita derrotar la derecha zombi.
Para esto, hay que derrotar esa derecha que se supone muerta y parece estar reanimada por una especie de brujería, algún embrujo autoritario, que domina su voluntad, es decir, hay que derrotar a los zombis, para posibilitar la construcción de un país distinto, con condiciones de bienestar y vida digna para las mayorías populares.





