El ciclista (Unidad y Lucha).— A finales de 2020, tras ocho años de intensos esfuerzos, China logró el objetivo de erradicar la pobreza extrema, una tarea clave para la nueva era de construcción del socialismo con características chinas. En estos ocho años trabajaron casi cinco millones de personas, entre equipos locales y empleados públicos, en el proyecto de erradicación de la pobreza. Para los 98,99 millones de personas que vivían en el año 2012 en los 128 000 pueblos y 832 comarcas clasificados como pobres, por debajo del umbral de pobreza, la pobreza era cosa del pasado.
Todos los habitantes, incluso en las regiones más pobres, disponen ahora de unos ingresos anuales de al menos 12 588 yuanes, lo que equivale a unos 4,6 dólares al día. El umbral definido por la ONU es de 2,15 dólares por persona y día.
Además de los ingresos mínimos, se incluyeron en la evaluación una vivienda adecuada, un sistema sanitario de tres niveles en el pueblo, el municipio y el distrito, y nueve años de escolarización. La cobertura de agua potable era del 83 % y la de conexión a Internet por fibra óptica del 98 %.
En los últimos 40 años salieron unos 800 Millones de personas de la pobreza extrema. Así lo ha reconocido el Secretario de las Naciones Unidas en el año 2021 en el foro sobre reducción de la pobreza en Nujiang en la provincia de Yunnan en el sur de China, en el que se compartió la experiencia de la exitosa campaña con otros países. Otra Conferencia de Desarrollo y Reducción de la Pobreza África-China se celebró en 2022 en Beijing para conocer las experiencias chinas y buscar formulas de adaptarlas a las condiciones de los países africanos. También Venezuela apoya su lucha contra la pobreza en elementos del modelo chino.
En mayo de 2021, los líderes del Partido Comunista Chino anunciaron que a finales de 2020 ya se había alcanzado el objetivo de erradicar la pobreza absoluta en toda China. La ONU había previsto que esto se lograría en 2030. Así pues, la República Popular se adelantó diez años a este plazo, a pesar de la pandemia mundial de COVID-19. Con la erradicación total de la pobreza lograda en 2020, China se convirtió en el primer país en desarrollo en alcanzar uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para combatir la pobreza.
La lucha específica contra la pobreza en China se llevó a cabo a través de instituciones que aplicaron con determinación y compromiso una estrategia política. Esta era extremadamente compleja, lo que requería una organización y un liderazgo rigurosos. Aprovechando la fuerza política y organizativa del Partido Comunista de China, se estableció una red para la erradicación de la pobreza, con el Gobierno central como coordinador y los gobiernos provinciales, comarcales y municipales como responsables de la aplicación. Se superaron las fronteras burocráticas entre las oficinas gubernamentales para crear recursos humanos destinados a la lucha contra la pobreza. Se produjo una integración política horizontal y vertical. En las regiones afectadas por la pobreza, las unidades de coordinación de la lucha contra la pobreza trabajaron en todos los niveles del Gobierno.
Los principales funcionarios de 22 provincias y unidades administrativas del centro y el oeste de China enviaron compromisos al Comité Central del Partido. Los secretarios del partido en los cinco niveles administrativos —provincial, ciudad, comarcal, municipal y de las alteas — trabajaron para alcanzar este objetivo. Durante la campaña, los secretarios y gobernadores de distrito debían permanecer en sus puestos. Las zonas encargadas de erradicar la pobreza elaboraron calendarios con una clara asignación de responsabilidades e impulsaron su aplicación. En los lugares donde la labor resultaba especialmente difícil, la lucha contra la pobreza se declaró la máxima prioridad de los compromisos sociales y económicos.
En 2005, el Gobierno de la República Popular fundó el International Poverty Reduction Center of China (IPRCC). El Centro Internacional para la Reducción de la Pobreza de China trabajó tanto en la estrategia como en su aplicación táctica. Comenzando a nivel nacional, el Gobierno estableció un sistema central de notificación que se extendía desde los gobiernos provinciales y las administraciones de comarcas y municipios hasta las distintas aldeas. La primera fase del programa consistió en registrar el alcance y las causas de la pobreza individual. 800 000 instructores —cuadros del partido a tiempo completo, ingenieros, científicos, médicos, sociólogos— viajaron a 128 000 aldeas para registrar y analizar las circunstancias concretas. Vivieron al menos veinte días en las comunidades rurales para averiguar por qué las familias vivían en la indigencia y cómo se les podía ayudar de manera eficaz a mejorar su situación económica.
China desarrolló una serie de normas y procedimientos para identificar con precisión a «los pobres». Sobre esta base, se debatieron, entre otras cosas, propuestas concretas para mejorar los ingresos con las familias y los comités de las aldeas. (Los comités son representantes elegidos por los habitantes de las aldeas, responsables de la administración local y la autogestión de la aldea). ¿Era posible encontrar empleo en la aldea, en la artesanía local o en una empresa industrial? ¿Cumplía la vivienda o la casa los requisitos, satisfacían las condiciones de vida las exigencias actuales (agua corriente, electricidad, acceso a Internet)? ¿O era necesario otro tipo de alojamiento? ¿Qué hay del acceso a la educación? ¿Había un autobús escolar o era mejor una plaza en un internado en la ciudad? ¿Cómo era la atención médica?
Por término medio, cada analista se ocupaba de cinco hogares. Tenía la obligación de elaborar con cada hogar un plan sobre cómo se podía lograr una mejora realista. En 2015, todos los pueblos pobres contaban con equipos de trabajo locales, y cada hogar pobre tenía su persona de contacto. A finales de 2020, había un total de 255 000 equipos locales y más de tres millones de representantes trabajando en las aldeas. Además, casi dos millones de empleados de las administraciones municipales trabajaban en esta tarea. Los recursos humanos y sobre todo el esfuerzo humano fueron inmensos.
Las familias que querían solicitar ayudas para aliviar su pobreza debían primero solicitar el reconocimiento de su situación de pobreza real. A continuación, se verificaban los datos. En reuniones con los representantes de las aldeas, se confirmaban o se rechazaban la solicitud. La decisión se publicaba posteriormente en un tablón de anuncios de la aldea. Se permitía añadir comentarios y sugerencias. Una vez transcurrido el plazo de exposición, el gobierno municipal y el gobierno de la comarca volvían a revisar esta lista de personas pobres.
El procedimiento estaba prescrito con precisión y se documentaba meticulosamente.
Desde 2015, se lleva a cabo una medición más diversificada de la pobreza en plataformas de Internet especialmente creadas para ello. Se evalúa las situaciones con 84 indicadores y se otorgan puntos. Si un hogar obtenía menos de 60 puntos, se clasificaba como «absolutamente pobre». Entre 60 y 80 puntos se consideraba en riesgo de pobreza. Los hogares con una puntuación superior a 80 se declaraban «libres de pobreza».
Si un hogar era clasificado como «extremadamente pobre», se designaba a un asistente social. Este ofrecía asesoramiento individual, pero su nombre y número de teléfono se comunicaban en un cartel colocado en la puerta de la vivienda, al igual que el importe de las ayudas que recibía el hogar al que asistía.
Por primera vez en la historia de China, no solo se registraba sistemáticamente a las personas necesitadas para las estadísticas, sino que también se creaban las condiciones para poder luchar contra la pobreza de forma concreta y eficaz en toda la sociedad. Toda la información relevante se introducía en bases de datos de la provincia y se trabajaba con ella.
Por supuesto, también se controlaba a los cuadros que se designaban como tutores. Hubo visitas de comités de investigación que comprobaron su presencia. Y se utilizó el GPS para comprobar que estas personas estuvieran en los pueblos que se les habían asignado en el tiempo acordado. Por otro lado, se pidió a las personas asistidas que evaluaran el trabajo de sus cuidadores. Los buenos cuidadores fueron elogiados y propuestos para un ascenso, mientras que los negligentes fueron sancionados.
Dado que este trabajo era exigente y no especialmente atractivo, se prefería asignar esta tarea a miembros del partido. Se les imponía la carga de trabajar y vivir temporalmente lejos de su lugar de residencia y separados de sus familias; incluso se habló de casos en los que los cuidadores pasaban no solo semanas y meses, sino años en los lugares que se les asignaban. Para los habitantes de las ciudades en particular a veces era duro tener que compartir las condiciones de vida sencillas con las personas que vivían en pueblos remotos.
En las redes sociales circulan mensajes según los cuales unos 1800 cuidadores no habrían sobrevivido a su estancia en el campo. Esto es tan difícil de verificar como las acusaciones de corrupción que se han planteado. Se dice que se dio preferencia a ciertas familias o se realizaron pagos únicos para mejorar las estadísticas: así se ayudó a las familias a superar el umbral estadístico de la pobreza. A veces, malestares también surgían entre los municipios. Por ejemplo, cuando en previsión de los controles, se fomentaba el desarrollo por encima de la media precisamente en los lugares que iban a ser inspeccionados, con el fin de presentar el trabajo de los supervisores bajo una luz especialmente favorable. Y, finalmente, se rumoreaba en los medios de comunicación que los más pobres entre los pobres recibían menos protección porque, a pesar de las ayudas, eran los que menos contribuían al crecimiento de la economía local.
El hecho es que los mecanismos de control funcionaron y se descubrieron precisamente esas irregularidades. Así, en la provincia de Hubei, que tiene aproximadamente el tamaño de las dos Castillas juntos, y donde viven unos 60 millones de personas, se denunciaron en cuatro meses unos 430 000 casos de corrupción. Se habían pagado ilegalmente más de 600 millones de yuanes renminbi (RMB), lo que equivale a 78 millones de euros. La experiencia adquirida en la detección del fraude en las subvenciones se utilizará en el futuro para realizar un seguimiento de las ayudas concedidas a los hogares que ahora han salido de la pobreza.
La información para este texto se ha extraído de varias publicaciones (Internet, revistas, libros) y sobre todo del libro “La alternativa de China” publicado en alemán (Chinas Gegenentwurf) en 2025 que se puede comprar en la tienda del Partido Comunista Alemán, DKP. El autor del libro Uwe Behrens ha vivido 30 años en China trabajando para varias empresas de logística. En estos años viajó por el país y observó los sucesivos cambios, habló con la gente y en el libro habla de sus experiencias en diferentes regiones del país.


