
Tito*.— Tras la propaganda humanitaria se esconde un sistema de rentas agotadas que busca preservar sus privilegios. Financieras, mediáticas, militares y tecnológicas, estas rentas conforman la columna vertebral de un orden mundial fundado en la depredación. Pero esta arquitectura se tambalea. El dominio occidental está en declive, mientras que el Sur Global se emancipa.
La tríada colonial ya no produce: castiga.
Durante décadas, Estados Unidos, Europa y Japón controlaron el comercio mundial, las materias primas y los flujos de capital. Pero la maquinaria se está descomponiendo.
La Unión Europea, que exportaba más del 20% de la producción mundial a principios de la década de 1990, ahora representa solo el 15%. Estados Unidos ha caído al 11%. En cuanto a Japón, que ha caído del 10% en la década de 1980 al 3% actual, representa la pérdida de dinamismo industrial de un modelo que ha llegado a su fin.
Ante este revés histórico, la Tríada colonial se vuelve cada vez más rígida. Militariza su economía, controla sus medios de comunicación y multiplica las sanciones e intervenciones militares bajo el pretexto de las «normas internacionales» y la democracia.
El automóvil, espejo de un cambio global
Si se necesitara un símbolo del declive industrial occidental, sin duda sería el automóvil. La Tríada colonial lo enarboló como estandarte de la modernidad; hoy, China les está arrebatando el timón. En 2023, Pekín produjo el 35% de los vehículos del mundo (con un crecimiento anual del 15%), en comparación con poco más del 40% de la Tríada colonial.
Sobre todo, este nuevo liderazgo chino es cualitativo y avanza con gran rapidez. La innovación ya no es occidental; ahora es china, impulsada por una visión planificada y soberana de la economía.
Los viejos imperios industriales descubren con asombro que ya no producen mucho. Gestionan, especulan y controlan. De ahí la huida hacia las finanzas, la guerra y la propaganda.
Rusia: Racionalidad versus frenesí bélico
El contraste es sorprendente: el comercio entre Rusia y la UE se ha desplomado, pasando de 250 000 millones de dólares a 70 000 millones entre 2021 y 2024. Mientras tanto, el comercio entre Moscú y Pekín se acerca a los 240 000 millones de dólares. Occidente se está distanciando de sus antiguos socios, mientras que Oriente construye sus propios puentes.
Tras la retórica delirante de Washington y Bruselas, que afirma que Rusia es beligerante y envía drones a Europa, Rusia se abre camino hacia Asia. Corredores comerciales euroasiáticos, alianzas energéticas con China, acceso estratégico al océano Índico —donde la Tríada colonial acumula sanciones y bases militares—, Moscú consolida sus alianzas.
África: Emancipación frustrada
En otro frente, África se está convirtiendo en un laboratorio de emancipación. Con la Confederación de Estados del Sahel (Malí, Burkina Faso, Níger), creada en 2024, el continente está emprendiendo una importante ruptura simbólica y política: la recuperación del control de los recursos, la cooperación con Rusia y China, y el diálogo con los BRICS.
Las inversiones occidentales siguen siendo dominantes —alrededor de 200 000 millones de dólares, frente a los 70 000 millones de dólares de China y Rusia—, pero la calidad de la colaboración está cambiando. El modelo del Sur se basa en la producción y la soberanía, no en la búsqueda de rentas y el saqueo.
El continente, con 1.500 millones de habitantes, aún representa solo el 2% del comercio mundial. Sin embargo, si su industrialización se acelera, se acelerará el colapso del capitalismo rentista neocolonial. De ahí el anuncio de nuevas campañas neocoloniales por parte de Estados Unidos y Europa: mayor presencia militar, discursos de seguridad, sanciones bajo el pretexto de «buena gobernanza» y el inicio de nuevas guerras.
Los pilares de un poder que se desmorona
Cuatro palancas garantizaban la supremacía occidental: el dólar, la tecnología, las armas y los medios de comunicación. Todas se están debilitando.
- El dólar está perdiendo su monopolio en el comercio internacional, frente a la competencia del yuan, el rublo y las monedas regionales;
- La ventaja tecnológica se está erosionando (con más de 4 millones de nuevos ingenieros por año, el Sur Global forma 4 veces más ingenieros que la Tríada colonial);
- La hegemonía militar está menguando ante la modernización ruso-china;
- Y el monopolio de los medios de comunicación se está resquebrajando bajo el impacto de las narrativas descolonizadas que surgen del Sur.
- Occidente sigue siendo militarmente poderoso, pero ya no controla todas las palancas del poder.
El regreso de la lógica fascista
Más fundamentalmente, Robert Brenner (economista estadounidense) identificó la causa raíz: la tendencia a la baja de las tasas de ganancia y la sobrecapacidad industrial condenan al capitalismo rentista occidental (con su hiperconcentración de riqueza) a perpetuar guerras interminables. Cuando la rentabilidad cae, la coerción aumenta.
La oligarquía ya no crea: explota, privatiza y criminaliza. Este ciclo de agotamiento produce su propia ideología: un movimiento internacional ultrarreaccionario que revive el fascismo. Domenico Losurdo (filósofo italiano) lo resumió así: el fascismo es el mecanismo de supervivencia de las democracias liberales ante una crisis de su modelo rentista.
Las señales están ahí: vigilancia masiva, represión sindical, censura mediática y la normalización de políticas racistas, genocidas y beligerantes. Occidente, que afirmaba encarnar la libertad, siempre le da la espalda a la democracia popular cuando esta amenaza las ganancias.
Choque de dos futuros
Marx lo previó: la hegemonía occidental y su capitalismo rentista acaban destruyendo sus propios cimientos al dispersar las fuerzas productivas. Esta profecía se está cumpliendo. La dispersión de las fuerzas productivas, hoy en Asia y mañana en África y América Latina, contradice la hegemonía de la Tríada colonial y su capitalismo rentista.
En este contexto, la humanidad se encuentra en una encrucijada:
- Por un lado, la emancipación impulsada por los pueblos, a través de una nueva cooperación internacional que no se base en una economía rentista con una riqueza hiperconcentrada en menos del 1% de la población occidental, sino en la soberanía de los pueblos en la conducción de las fuerzas productivas para el conjunto de la sociedad;
- Por otro lado, está la restauración ultrarreaccionaria, donde las oligarquías occidentales intentan salvar su hegemonía rentista mediante la represión, el miedo, guerras perpetuas y exterminios
* editor de la revista Investg’action

