Nuevas investigaciones han revelado el creciente despliegue global de software espía de fabricación israelí, con nuevas campañas que atacan a un abogado pakistaní y a decenas de periodistas y activistas en toda Europa. Los hallazgos han generado alertas urgentes para los usuarios de teléfonos inteligentes de todo el mundo, intensificando la preocupación por las redes de vigilancia digital vinculadas a “Israel”.
Según The Hacker News, un abogado de la provincia pakistaní de Baluchistán recibió un enlace sospechoso de WhatsApp que posteriormente se confirmó como parte de una operación de piratería informática coordinada diseñada para infiltrarse en dispositivos móviles y extraer datos confidenciales.
Estos ataques se alinean con lo que se conoce como las “Filtraciones de Intellexa”, una investigación conjunta del periódico israelí Haaretz, Inside Story e Inside Tech, con verificación técnica de Amnistía Internacional.
Aunque Haaretz participó en la investigación, el propio periódico ha sido criticado durante mucho tiempo por encubrir la industria de vigilancia del enemigo israelí incluso mientras informa sobre ella, lo que pone de relieve la profunda relación entre los medios israelíes y el ciberecosistema ofensivo de Israel.
El software espía Predator de Intellexa, bajo fuego
La investigación revela que Intellexa, el consorcio israelí de software espía responsable de múltiples abusos de derechos humanos, desarrolló Predator, una de las herramientas de vigilancia digital más invasivas del mundo.
Predator otorga control remoto total sobre mensajes, fotos, llamadas, rastreo de ubicación e incluso la cámara y el micrófono del dispositivo, todo ello sin el conocimiento de la víctima.
Amnistía Internacional afirma que las filtraciones exponen las operaciones de Intellexa con una claridad sin precedentes.
“Esta investigación ofrece una de las perspectivas más claras y contundentes hasta la fecha sobre las operaciones internas y la tecnología de Intellexa”, declaró Jurre van Bergen, tecnólogo del Laboratorio de Seguridad de Amnistía Internacional.
Los documentos filtrados muestran que Intellexa parecía conservar la capacidad de acceder remotamente a los registros de clientes de Predator, lo que permitía a los empleados de la compañía ver las operaciones de vigilancia e identificar personalmente a las personas objetivo. Van Bergen señaló que dicho acceso socava gravemente cualquier afirmación de que Intellexa realiza la debida diligencia en materia de derechos humanos y podría responsabilizar directamente a la empresa de los abusos cometidos a través de su software espía.
Predator ya ha sido vinculado a operaciones de vigilancia anteriores, incluyendo el ataque contra el periodista griego Thanasis Koukakis en 2021. Las nuevas filtraciones refuerzan aún más la evidencia que vincula a Intellexa con violaciones sistemáticas de la privacidad y la supresión de la libertad de expresión.
Amnistía Internacional confirmó que un abogado de derechos humanos de Baluchistán fue blanco de un ataque de WhatsApp durante el verano de 2025, lo que demuestra, según la empresa, que Predator “se está utilizando activamente en Pakistán, violando gravemente la privacidad y la libertad de expresión”.
Aún más preocupantes son las revelaciones de que Intellexa ha desarrollado un nuevo sistema de software espía, “Aladdin”, capaz de infectar teléfonos a través de anuncios en línea, un método que amplía drásticamente la superficie de ataque.
Una operación global, no localizada
Los ataques abarcan mucho más allá de un solo país. Más de 80 periodistas en Italia y España fueron atacados, junto con abogados y activistas de toda Asia. Los investigadores advierten que se cree que se están desarrollando campañas similares en otras regiones.
Google y Apple emitieron alertas globales urgentes tras detectar la amenaza, lo que indica la extensión y peligrosidad del ecosistema de software espía vinculado a “Israel”.
Las organizaciones de derechos humanos advierten que el uso persistente de estas herramientas pone en peligro no solo a periodistas, jueces y abogados, sino también la privacidad de millones de personas. Exigen que las empresas que impulsan la industria del software espía y los gobiernos —en particular, la entidad de ocupación israelí— rindan cuentas.
