
Stalin Centeno (Radio La Primerísima).— Itamar Ben-Gvir viene de una escuela política donde la fuerza se aprende antes que la palabra y donde la vida palestina nunca tuvo valor. Creció en ambientes que normalizaron la agresión como método y la superioridad étnica como verdad incuestionable. Allí se le enseñó que la ley está para proteger al colonizador y que quien se oponga es enemigo. Desde joven practicó la amenaza, el señalamiento y el uso del miedo como herramienta para acumular poder. Hoy opera guiado por esa misma convicción, trasladada directamente al Estado desde su cargo como Ministro de Seguridad Nacional de Israel.
Ben-Gvir se pronuncia desde el discurso de la seguridad israelí mientras sostiene una doctrina que coloca al palestino como vida desechable dentro del orden que busca imponer. Su formación nace del kahanismo, corriente que predicó la supremacía judía y la idea de un territorio exclusivo para quienes considera legítimos. Ese molde ideológico guía sus decisiones: respalda el avance de colonos armados, avala grupos que hostigan aldeas palestinas y presenta esas agresiones como “protección”. En esa estructura, el miedo regula la vida bajo ocupación y la violencia funciona como método permanente de control.
Desde su puesto, Ben-Gvir permitió y respaldó el maltrato a quienes fueron detenidos en la famosa flotilla que buscaba llevar ayuda humanitaria a Gaza, antes de producirse el cese al fuego y el controversial “acuerdo de paz”. Los mantuvieron incomunicados, con comida y agua racionadas, y encerrados en celdas de aislamiento. En la prisión de Ktzi’ot se presentó delante de ellos en posición de dominio, sin ni siquiera escuchar reclamos ni revisar las condiciones. Abogados y organizaciones que recogieron los testimonios describen golpes, insultos y vigilancia constante y hostil. Todo eso ocurrió bajo su autoridad directa y con personal que responde a sus órdenes.
El Ministro de Seguridad de Israel, Itamar Ben-Gvir, pseudolíder del partido ultraderechista Otzma Yehudit (Poder Judío), se erige como verdugo público en una campaña sistemática contra los palestinos. Recientemente el Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Noruega lo sancionaron el 10 de junio de 2025 por “incitación al extremismo y graves abusos de derechos humanos” contra la población Palestina. La medida lo desnuda ante el mundo como un operador de violencia institucional, responsable de políticas de expulsión y legitimación abierta de paramilitares armados dentro de la estructura estatal israelí.
Ben-Gvir opera como el verdugo dentro del poder israelí. El 20 de mayo de 2024, la Corte Penal Internacional giró orden de arresto contra Benjamin Netanyahu por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad en Gaza. Mientras el genocida Primer Ministro carga con esa sangrienta acusación ante el mundo, Ben-Gvir ejecuta la violencia directa en territorio ocupado: golpea a la gente, los encierra, los humilla y los somete.
Desde su ministerio respaldó como señalé antes a grupos paramilitares que atacan a palestinos, desalojan hogares y hostigan incluso a quienes intentaron llevar ayuda humanitaria por mar. Celebró que los detenidos de la flotilla fueran “tratados como terroristas”. Después vinieron lo que el mundo ya sabe: golpizas, torturas, aislamiento y privaciones básicas. La seguridad no existe como protección: funciona como sometimiento. Su objetivo sigue siendo la anexión total de Gaza y la instalación de colonos armados bajo custodia estatal. El corrupto y genocida Netanyahu fija la ruta; el cara de loco Ben-Gvir la ejecuta con frialdad.
Los días de impunidad para Benjamin Netanyahu e Itamar Ben-Gvir podrían estar contados. El imperio estadounidense, su aliado y cómplice histórico en la ocupación y la agresión contra Gaza, ha comenzado a mostrar señales de cansancio. Donald Trump lo dijo con contundencia al ser consultado por la anexión de Cisjordania: “Eso no sucederá”, y calificó esa maniobra como una “decisión estúpida”, afirmando incluso que “se siente ofendido” por la insolencia con que el Gobierno israelí intenta alterar acuerdos internacionales.
Si Washington suspende el respaldo económico y militar, el andamiaje que sostiene a Netanyahu se tambaleará, y con él la estructura represiva que Ben-Gvir administra desde la sombra y la cobarde impunidad. Pase lo que pase, ambos ya están marcados: podrán ignorar juicios penales, amenazar a los tribunales o ignorar a la justicia, pero los hechos cometidos ya forman parte del expediente público y no desaparecerán, la historia ya los condenó.

