Ana Muñoz (Unidad y Lucha).— Palestina, donde las mujeres afrontan múltiples violencias como resultado de la creación del ente sionista en Asia Occidental. Cada mañana, hace 77 años ya, la población palestina vive la ocupación y militarización, asesinatos, detenciones arbitrarias, bombardeos de mayor o menor intensidad, bloqueo, segregación, racismo, restricción de movimiento… «Cruzar los puestos de control todos los días no es fácil», cuenta una mujer de Cisjordania. En algunos casos resulta letal, como sucedió con Hadeel al-Hashlamon.
La mayoría de mujeres ha vivido toda o la mayor parte de su existencia bajo la ocupación y el despojo, lo que acarrea consecuencias devastadoras sobre sus condiciones de vida, con elevados niveles de pobreza y graves problemas de salud. Hasta 2023 y solo en los territorios ocupados por los sionistas desde 1967 había 2.1 millones de palestinos con necesidades de algún tipo de asistencia humanitaria, un 49.2 % eran mujeres (24 % menores de 18 años, 23.7 % entre 18 y 65 años, y 1.5 % mayores de 65).
La entidad ocupante destruye tierras cultivables, infraestructuras públicas y viviendas, provoca desplazamiento forzado de población y las mujeres palestinas, en todo el territorio, afrontan mayores vulnerabilidades en ámbitos como la salud o la educación. En Gaza, tras dos años de genocidio directamente televisado, las mujeres presentan necesidades específicas y urgentes, especialmente las jóvenes y adolescentes, cabeza de familia, mayores, embarazadas o mujeres con enfermedad crónica. Los refugios improvisados y superpoblados impiden la privacidad para todas ellas , sin letrinas ni instalaciones de baño seguras y dignas. La higiene menstrual se ve comprometida sin acceso a kits de higiene o toallas sanitarias. El hambre como arma de guerra y venganza también se ceba en las palestinas, pues 9 de cada 10 personas sin acceso a alimentos son mujeres.
La ideología de odio del régimen de ocupación alardea sin tapujos de imponer deliberadamente condiciones de vida calculadas para provocar la destrucción física, total o parcial, de la población palestina. Uniformados y colonos cometen violencia sexual y de género. Violación, tortura y otras formas de violencia sexual se practican y difunden en redes como parte del castigo colectivo, cuyo fin es fragmentar, humillar y subyugar a toda la población palestina.
Como mujeres podemos acaso intuir el sufrimiento de nuestras hermanas palestinas bajo la ocupación. Las cesáreas sin anestesias o la falta de atención postparto son sufrimientos físicos, pero también asistimos al inimaginable dolor de madres al ver morir de inanición a bebés. Actualmente más de 40 000 están en riesgo de muerte por la falta de atención médica debido a que muchos hospitales han sido bombardeados y el 93 % de la infraestructura sanitaria de Gaza está destruida o inutilizada. Además, el personal sanitario ha sido diezmado, contando con 1701 asesinados deliberadamente por los sionistas o secuestrados en los centros de horror y muerte del supremacismo sionista. La limpieza étnica se practica a gran escala y la voluntad de exterminio se evidencia no solo en declaraciones, sino en actos como los de impedir los nacimientos y obstaculizar el crecimiento del pueblo palestino. Un ejemplo de ello ha sido la destrucción de más de 5 000 embriones en la mayor clínica de fertilidad en Gaza.
Hasta el pasado 14 de octubre eran 10 427 las mujeres asesinadas por la ocupación sionista (datos oficiosos, pues según la relatora de Naciones Unidas, habría que multiplicarlos por 10). Esa es la dimensión de los delitos contra la humanidad perpetrados por el sionismo en cooperación con EE. UU. y la “civilizada” Europa, así como con la complicidad de las monarquías árabes.
«No veo calles. No veo escuelas y universidades… No veo que las mujeres tengan tiempo para cuidarse a sí mismas. Perdieron sus pequeñas charlas», nos cuentan ellas y observamos en imágenes aéreas la dantesca destrucción durante esta “tregua” (llamarla paz es un insulto a la inteligencia) que el imperialismo le brinda al régimen de Tel Aviv y que no es sino una pausa para seguir matando a gran escala mientras exista la entidad sionista.
Frente a todas las violencias que perpetra el imperialismo en su territorio y en sus cuerpos, emergen las mujeres palestinas, cuya voluntad de vivir, existir y resistir desafía cada día al ocupante.


