
La Agencia Espacial Europea (ESA) es el típìco organismo que periódicamente tiene que recorrerse cada una de las oficinas de Bruselas para que le financien sus presupuestos. Nunca le dan todo lo que pide… hasta este año. Las razones son obvias: el espacio es un teatro de guerra y los 23 estados miembros se han rascado los bolsillos.
El organismo celebra su 50 cumpleaños y quería 22.000 millones de euros para el programa de tres años de 2026 a 2028 y le han entregado más de lo que pedía: 22.100 millones, algo nunca se ha visto en la historia de esta institución.
Es fácil de entender: Ucrania no sería nada sin sus padrinos. Depende de la inteligencia espacial estadounidense y lo mismo ocurriría con Europa si se embarcara en una aventura militar para la que carece de la preparación adecuada.
La ESA podrá continuar impulsando la tecnología de los satélites de observación, que a cada momento toman el pulso de este planeta, apoyando las lanzaderas, especialmente la Ariane 6, y la modernización de la base de Kourou.
Las telecomunicaciones seguras Iris2 de órbita baja también dependen de la ESA, que se embarcará en la preparación de la cuarta constelación más grande de la Unión Europea. Es un servicio de inteligencia óptica militar, al que llaman “Servicio Europeo de Resiliencia”, que cumple la función de unir los satélites de observación ya existentes en una nube común y añadir varios cientos más para tener un flujo de imágenes de la superficie terrestre.
Tres países europeos desembolsan más de la mitad del presupuesto de la ESA: Alemania (5.100 millones de euros), Francia (3.700 millones) e Italia (3.500 millones). España va en cuarto lugar y duplica su participación hasta llegar a los 1.800 millones, mientras Reino Unido rebaja la suya de 1.900 a 1.700 millones.
Canadá es el país no europeo que más aumenta sus aportaciones: un 400 por cien, hasta llegar a los 500 millones de euros.
Pero la suma de las contribuciones no es suficiente para cumplir con una estrategia europea, que aún está por definir, es decir, que los socios están poniendo mucho dinero, pero aún no saben en qué lo van a gastar exactamente.

