
Juan J. Sánchez (Unidad y Lucha).— La huelga general ha sido, a lo largo de la historia del movimiento obrero, una de las formas más contundentes y radicales de protesta colectiva. Desde un enfoque marxista, no se trata simplemente de una interrupción del trabajo, sino de una expresión política de las masas trabajadoras que busca cuestionar las bases mismas del orden capitalista. En este artículo se analiza la huelga general como instrumento de lucha, considerando su fundamento teórico en los principios del socialismo científico, su desarrollo histórico y su vigencia en las luchas contemporáneas.
- El marco teórico marxista
Marx y Engels no dedicaron un tratado específico a la huelga general, pero en sus escritos se encuentra una comprensión profunda de la lucha de clases como motor de la historia. El proletariado, la clase obrera, no posee propiedad sobre los medios de producción y debe vender su fuerza de trabajo para sobrevivir. Esta relación de explotación constituye la esencia del capitalismo. En este contexto, la huelga no es un acto aislado, sino una manifestación del conflicto estructural entre burguesía y masas trabajadoras.
Marx señaló en El Capital que la resistencia de los trabajadores frente a la explotación no solo es natural, sino necesaria. La huelga parcial, sectorial o local puede mejorar condiciones salariales o laborales puntuales, pero la huelga general trasciende lo económico y adquiere una dimensión política. Al paralizar la producción, la circulación de mercancías y los servicios esenciales, la clase obrera demuestra su poder como fuerza productiva central del sistema y, al mismo tiempo, visualiza la debilidad del capitalismo.
- De la huelga económica a la huelga política
No es redundancia, es necesidad de insistir hasta su comprensión: desde una perspectiva marxista, existe una diferencia fundamental entre la huelga económica y la huelga política. La primera busca reformas dentro del sistema: aumento de salarios, reducción de la jornada laboral, mejoras en la seguridad social, etc. Desde esta no se cuestiona el sistema. La segunda, en cambio, apunta a transformar la estructura misma del poder. La huelga general, cuando es convocada con objetivos revolucionarios o de gran envergadura social, se convierte en una huelga política.
Lenin desarrolló esta distinción. En ¿Qué hacer? y otros textos, argumentó que la conciencia de clase no surge espontáneamente de las luchas económicas, sino que debe ser introducida por un partido comunista. La huelga general, por tanto, no debe verse como un fin en sí misma, sino como una táctica dentro de una estrategia más amplia de toma del poder. La huelga general debe ser un preludio de la insurrección, una forma de movilización masiva que prepara el terreno para la revolución.
- Experiencias históricas
La historia ofrece numerosos ejemplos en los que la huelga general ha jugado un papel decisivo. En 1905, durante la Revolución Rusa, una huelga general masiva forzó al zar Nicolás II a conceder la Duma, el primer parlamento ruso. En 1917, nuevas huelgas generales precedieron a la Revolución de Octubre. En España, la huelga general revolucionaria de 1917 mostró el potencial transformador de esta arma y forma de lucha.
- La huelga general en este periodo histórico
En el contexto actual, marcado por la crisis general del capitalismo, que sentencia a las masas trabajadoras a la precarización laboral y exclusión social, sumado a la debilidad del sindicalismo de clase, algunos han cuestionado la eficacia de la huelga general. Sin embargo, desde una postura marxista, su relevancia no ha disminuido; más bien, se ha transformado. La fragmentación del trabajo, la digitalización y la externalización han dificultado la organización, pero también han generado nuevas formas de explotación que requieren respuestas colectivas igualmente innovadoras.
Recientemente, movimientos como las huelgas en apoyo a Palestina o las protestas contra reformas laborales en Francia han revitalizado la huelga general como herramienta de resistencia. Estas movilizaciones no siempre tienen un programa revolucionario explícito, pero evidencian que la clase obrera y las masas trabajadoras organizadas siguen siendo capaces de actuar colectivamente.
- Condiciones para el éxito
El éxito de una huelga general no depende solo de la cantidad de personas que participen, sino de su capacidad para articular demandas económicas y políticas, construir alianzas de clase y mantener la cohesión frente a la represión. Un factor clave para la victoria es la existencia de una dirección consciente: partidos marxista-leninistas y sindicatos de clase que puedan guiar la lucha sin caer en la espontaneidad, o puedan ser anuladas o cooptadas por el capital. La huelga general política no puede ser limitada en el tiempo: es indefinida hasta conseguir el objetivo. La huelga general debe vincularse con otras formas de lucha: ocupaciones fabriles e institucionales, creación de comités obreros y populares, es la única forma de que pueda convertirse en un catalizador que lleve a la victoria a las masas.

