La sociedad de clases y el Estado; Lenin, 1917

El Estado, producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase

Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para «consolar» y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola. En semejante «arreglo» del marxismo se dan la mano actualmente la burguesía y los oportunistas dentro del movimiento obrero. Olvidan, relegan a un segundo plano, tergiversan el aspecto revolucionario de esta doctrina, su espíritu revolucionario. Hacen pasar a primer plano, ensalzan lo que eso parece ser aceptable para la burguesía. Todos los socialchovinistas son hoy –bromas aparte– «marxistas». Y cada vez con mayor frecuencia los sabios burgueses alemanes, que ayer todavía eran especialistas en pulverizar el marxismo, hablan hoy ¡de un Marx «nacional-alemán» que, según ellos, educó estas asociaciones obreras tan magníficamente organizadas para llevar a cabo la guerra de rapiña!

Ante esta situación, ante la inaudita difusión de las tergiversaciones del marxismo, nuestra misión consiste, ante todo, en restaurar la verdadera doctrina de Marx sobre el Estado. Para esto es necesario citar toda una serie de pasajes largos de las obras mismas de Marx y Engels. Naturalmente, las citas largas hacen la exposición pesada y en nada contribuyen a darle un carácter popular. Pero es de todo punto imposible prescindir de ellas. No hay más remedio que citar del modo más completo posible todos los pasajes, o, por lo menos, todos los pasajes decisivos, de las obras de Marx y Engels sobre la cuestión del Estado, para que el lector pueda formarse por su cuenta una noción del conjunto de las ideas de los fundadores del socialismo científico y del desarrollo de estas ideas, así como también para probar documentalmente y patentizar con toda claridad la tergiversación de estas ideas por el «kautskismo» hoy imperante.

Comencemos por la obra más conocida de F. Engels: «El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado», de la que ya en 1894 se publicó en Stuttgart la sexta edición. Conviene traducir las citas de los originales alemanes, pues las traducciones rusas, con ser tan numerosas, son en gran parte incompletas o están hechas de un modo muy defectuoso.

«El Estado –dice Engels, resumiendo su análisis histórico– no es, en modo alguno, un poder impuesto desde fuera a la sociedad; ni es tampoco la realidad de la idea moral, la imagen y la realidad de la razón, como afirma Hegel. El Estado es más bien, un producto de la sociedad al llegar a una determinada fase de desarrollo; es la confesión de que esta sociedad se ha enredado consigo misma en una contradicción insoluble, se ha dividido en antagonismos irreconciliables, que ella es impotente para conjurar. Y para que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna, no se devoren a sí mismas y no devoren a la sociedad en una lucha estéril, para eso se hizo necesario un poder situado, aparentemente, por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el conflicto, a mantenerlo dentro de los límites del «orden». Y este poder, que brota de la sociedad, pero que se coloca por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella, es el Estado». (Friedrich Engels; «El origen de la familia, de la propiedad privada y el Estado», 1884)

Aquí aparece expresada con toda claridad la idea fundamental del marxismo en punto a la cuestión del papel histórico y de la significación del Estado. El Estado es el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son irreconciliables.

En torno a este punto importantísimo y cardinal comienza precisamente la tergiversación del marxismo, tergiversación que sigue dos direcciones fundamentales. De una parte, los ideólogos burgueses y especialmente los pequeñoburgueses, obligados por la presión de hechos históricos indiscutibles a reconocer que el Estado sólo existe allí donde existen las contradicciones de clase y la lucha de clases, «corrigen» a Marx de manera que el Estado resulta ser el órgano de la conciliación de clases. Según Marx, el Estado no podría ni surgir ni mantenerse si fuese posible la conciliación de las clases. Para los profesores y publicistas mezquinos y filisteos –que invocan a cada paso en actitud benévola a Marx– resulta que el Estado es precisamente el que concilia las clases. Según Marx, el Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del «orden» que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las clases. En opinión de los políticos pequeñoburgueses, el orden es precisamente la conciliación de las clases y no la opresión de una clase por otra. Amortiguar los choques significa para ellos conciliar y no privar a las clases oprimidas de ciertos medios y procedimientos de lucha para el derrocamiento de los opresores.

Por ejemplo, en la revolución de 1917, cuando la cuestión de la significación y del papel del Estado se planteó precisamente en toda su magnitud, en el terreno práctico, como una cuestión de acción inmediata, y además de acción de masas, todos los socialrevolucionarios y todos los mencheviques cayeron, de pronto y por entero, en la teoría pequeñoburguesa de la «conciliación» de las clases «por el Estado». Hay innumerables resoluciones y artículos de los políticos de estos dos partidos saturados de esta teoría mezquina y filistea de la «conciliación». Que el Estado es el órgano de dominación de una determinada clase, la cual no puede conciliarse con su antípoda –con la clase contrapuesta a ella–, es algo que esta democracia pequeñoburguesa no podrá jamás comprender. La actitud ante el Estado es uno de los síntomas más patentes de que nuestros socialrevolucionarios y mencheviques no son en manera alguna socialistas –lo que nosotros, los bolcheviques, siempre hemos demostrado–, sino demócratas pequeñoburgueses con una fraseología casi socialista.

De otra parte, la tergiversación «kautskiana» del marxismo es bastante más sutil. «Teóricamente», no se niega ni que el Estado sea el órgano de dominación de clase, ni que las contradicciones de clase sean irreconciliables. Pero se pasa por alto u oculta lo siguiente: si el Estado es un producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase, si es una fuerza que está por encima de la sociedad y que «se divorcia cada vez más de la sociedad», es evidente que la liberación de la clase oprimida es imposible, no sólo sin una revolución violenta, sino también sin la destrucción del aparato del poder estatal que ha sido creado por la clase dominante y en el que toma cuerpo aquel «divorcio». Como veremos más abajo, Marx llegó a esta conclusión, teóricamente clara por sí misma, con la precisión más completa, a base del análisis histórico concreto de las tareas de la revolución. Y esta conclusión es precisamente –como expondremos con todo detalle en las páginas siguientes– la que Kautsky ha «olvidado» y falseado.

Los destacamentos especiales de fuerzas armadas, las cárceles, etc.

«En comparación con las antiguas organizaciones gentilicias –de tribu o de clan– el Estado se caracteriza, en primer lugar, por la agrupación de sus súbditos según las divisiones territoriales. A nosotros, esta agrupación nos parece natural, pero ella exigió una larga lucha contra la antigua organización en gens o en tribus. La segunda característica es la instauración de un poder público, que ya no coincide directamente con la población organizada espontáneamente como fuerza armada. Este poder público especial se hace necesario porque desde la división de la sociedad en clases es ya imposible una organización armada espontánea de la población. Este poder público existe en todo Estado; no está formado solamente por hombres armados, sino también por aditamentos materiales, las cárceles y las instituciones coercitivas de todo género, que la sociedad gentilicia no conocía». (Friedrich Engels; «El origen de la familia, de la propiedad privada y el Estado», 1884)

Engels desarrolla la noción de esa «fuerza» a que se da el nombre de Estado, fuerza que brota de la sociedad, pero que se sitúa por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella. ¿En qué consiste, fundamentalmente, esta fuerza? En destacamentos especiales de hombres armados, que tienen a su disposición cárceles y otros elementos.

Tenemos derecho a hablar de destacamentos especiales de hombres armados, pues el poder público propio de todo Estado «no coincide directamente» con la población armada, con su «organización armada espontánea».

Como todos los grandes pensadores revolucionarios, Engels se esfuerza en dirigir la atención de los obreros conscientes precisamente hacia aquello que el filisteísmo dominante considera como lo menos digno de atención, como lo más habitual, santificado por prejuicios no ya sólidos, sino podríamos decir que petrificados El ejército permanente y la policía son los instrumentos fundamentales de la fuerza del poder del Estado. Pero ¿puede acaso ser de otro modo?

Desde el punto de vista de la inmensa mayoría de los europeos de fines del siglo XIX, a quienes se dirigía Engels y que no habían vivido ni visto de cerca ninguna gran revolución, esto no podía ser de otro modo. Para ellos, era completamente incomprensible esto de una «organización armada espontanea de la población». A la pregunta de por qué ha surgido la necesidad de destacamentos especiales de hombres armados –policía y ejército permanente– situados por encima de la sociedad y divorciados de ella, el filisteo del Occidente de Europa y el filisteo ruso se inclinaban a contestar con un par de frases tomadas de prestado de Spencer o de Mijailovski, remitiéndose a la complejidad de la vida social, a la diferenciación de funciones, etc.

Estas referencias parecen «científicas» y adormecen magníficamente al filisteo, velando lo principal y fundamental: la división de la sociedad en clases enemigas irreconciliables.

Si no existiese esa división, la «organización armada espontánea de la población» se diferenciaría por su complejidad, por su elevada técnica, etc., de la organización primitiva de la manada de monos que manejan el palo, o de la del hombre prehistórico, o de la organización de los hombres agrupados en la sociedad del clan; pero semejante organización sería posible.

Si es imposible, es porque la sociedad civilizada se halla dividida en clases enemigas, y además irreconciliablemente enemigas, cuyo armamento «espontáneo» conduciría a la lucha armada entre ellas. Se forma el Estado, se crea una fuerza especial, destacamentos especiales de hombres armados, y cada revolución, al destruir el aparato del Estado, nos indica bien visiblemente cómo la clase dominante se esfuerza por restaurar los destacamentos especiales de hombres armados a su servicio, cómo la clase oprimida se esfuerza en crear una nueva organización de este tipo, que sea capaz de servir no a los explotadores, sino a los explotados.

En el pasaje citado, Engels plantea teóricamente la misma cuestión que cada gran revolución plantea ante nosotros prácticamente de un modo palpable y, además, sobre un plano de acción de masas, a saber: la cuestión de las relaciones mutuas entre los destacamentos «especiales» de hombres armados y la «organización armada espontánea de la población». Hemos de ver cómo ilustra de un modo concreto esta cuestión la experiencia de las revoluciones europeas y rusas.

Pero volvamos a la exposición de Engels.

Engels señala que, a veces, por ejemplo, en algunos sitios de Norteamérica, este poder público es débil –se trata aquí de excepciones raras dentro de la sociedad capitalista y de aquellos sitios de Norteamérica en que imperaba, en el período preimperialista, el colono libre–, pero que, en términos generales, se fortalece:

«Este poder público se fortalece a medida que los antagonismos de clase se agudizan dentro del Estado y a medida que se hacen más grandes y más poblados los Estados colindantes; basta fijarse en nuestra Europa actual, donde la lucha de clases y el pugilato de conquistas han encumbrado al poder público a una altura en que amenaza con devorar a toda la sociedad y hasta al mismo Estado». (Friedrich Engels; «El origen de la familia, de la propiedad privada y el Estado», 1884)

Esto fue escrito no más tarde que a comienzos de la década del 90 del siglo pasado. El último prólogo de Engels lleva la fecha del 16 de junio de 1891. Por aquel entonces, comenzaba apenas en Francia, y más tenuemente todavía en Norteamérica y en Alemania, el viraje hacia el imperialismo, tanto en el sentido de la dominación completa de los trusts, como en el sentido de la omnipotencia de los grandes bancos, en el sentido de una grandiosa política colonial, etc. Desde entonces, el «pugilato de conquistas» ha experimentado un avance gigantesco, tanto más cuanto que a comienzos de la segunda década del siglo XX el planeta ha resultado estar definitivamente repartido entre estos «conquistadores en pugilato», es decir, entre las grandes potencias rapaces. Desde entonces, los armamentos terrestres y marítimos han crecido en proporciones increíbles, y la guerra de pillaje de 1914 a 1917 por la dominación de Inglaterra o Alemania sobre el mundo, por el reparto del botín, ha llevado al borde de una catástrofe completa la «absorción» de todas las fuerzas de la sociedad por un poder estatal rapaz.

Ya en 1891, Engels supo señalar el «pugilato de conquistas» como uno de los más importantes rasgos distintivos de la política exterior de las grandes potencias. ¡Y los canallas socialchovinistas de los años 1914-1917, en que precisamente este pugilato, agudizándose más y más, ha engendrado la guerra imperialista, encubren la defensa de los intereses rapaces de «su» burguesía con frases sobre la «defensa de la patria», sobre la «defensa de la república y de la revolución» y con otras frases por el estilo!

El Estado, arma de explotación de la clase oprimida

Para mantener un poder público aparte, situado por encima de la sociedad, son necesarios los impuestos y las deudas del Estado:

«Los funcionarios, pertrechados con el poder público y con el derecho a cobrar impuestos, están situados como órganos de la sociedad, por encima de la sociedad. A ellos ya no les basta, aun suponiendo que pudieran tenerlo, con el respeto libre y voluntario que se les tributa a los órganos del régimen gentilicio». (Friedrich Engels; «El origen de la familia, de la propiedad privada y el Estado», 1884)

Se dictan leyes de excepción sobre la santidad y la inviolabilidad de los funcionarios:

«El más despreciable polizonte» tiene más «autoridad» que los representantes del clan; pero incluso el jefe del poder militar de un Estado civilizado podría envidiar a un jefe de clan por «el respeto espontáneo» que le profesaba la sociedad». (Friedrich Engels; «El origen de la familia, de la propiedad privada y el Estado», 1884)

Aquí se plantea la cuestión de la situación privilegiada de los funcionarios como órganos del poder del Estado. Lo fundamental es saber: ¿qué los coloca por encima de la sociedad? Veamos cómo esta cuestión teórica fue resuelta prácticamente por la Comuna de París en 1871 y cómo la esfumó reaccionariamente Kautsky en 1912:

«Como el Estado nació de la necesidad de tener a raya los antagonismos de clase, y como, al mismo tiempo, nació en medio del conflicto de estas clases, el Estado lo es, por regla general, de la clase más poderosa, de la clase económicamente dominante, que con ayuda de él se convierte también en la clase políticamente dominante, adquiriendo así nuevos medios para la represión y explotación de la clase oprimida. No fueron sólo el Estado antiguo y el Estado feudal órganos de explotación de los esclavos y de los campesinos siervos y vasallos: también el moderno Estado representativo es instrumento de explotación del trabajo asalariado por el capital. Sin embargo, excepcionalmente, hay períodos en que las clases en pugna se equilibran hasta tal punto, que el poder del Estado adquiere momentáneamente, como aparente mediador, una cierta independencia respecto a ambas. Tal aconteció con la monarquía absoluta de los siglos XVII y XVIII, con el bonapartismo del primero y del segundo Imperio en Francia, y con Bismarck en Alemania». (Friedrich Engels; «El origen de la familia, de la propiedad privada y el Estado», 1884)

Y tal ha acontecido también –agregamos nosotros– con el gobierno de Kérenski, en la Rusia republicana, después del paso a las persecuciones del proletariado revolucionario, en un momento en que los Soviets, como consecuencia de hallarse dirigidos por demócratas pequeñoburgueses, son ya impotentes, y la burguesía no es todavía lo bastante fuerte para disolverlos pura y simplemente.

«En la república democrática «la riqueza ejerce su poder indirectamente, pero de un modo tanto más seguro», y lo ejerce, en primer lugar, mediante la «corrupción directa de los funcionarios» –Norteamérica–, y, en segundo lugar, mediante la «alianza del gobierno con la Bolsa» –Francia y Norteamérica–». (Friedrich Engels; «El origen de la familia, de la propiedad privada y el Estado», 1884)

En la actualidad, el imperialismo y la dominación de los Bancos han «desarrollado», hasta convertirlos en un arte extraordinario, estos dos métodos adecuados para defender y llevar a la práctica la omnipotencia de la riqueza en las repúblicas democráticas, sean cuales fueren. Si, por ejemplo, en los primeros meses de la república democrática rusa, en los meses que podemos llamar de la luna de miel de los «socialistas» –socialrevolucionarios y mencheviques– con la burguesía, en el gobierno de coalición, el señor Palchinski saboteó todas las medidas de restricción contra los capitalistas y sus latrocinios, contra sus actos de saqueo en detrimento del fisco mediante los suministros de guerra, y si, al salir del ministerio, el señor Palchinski –sustituido, naturalmente, por otro Palchinski exactamente igual– fue «recompensado» por los capitalistas con un puestecito de 120.000 rublos de sueldo al año, ¿qué significa esto? ¿Es un soborno directo o indirecto? ¿Es una alianza del gobierno con los consorcios o son «solamente» lazos de amistad? ¿Qué papel desempeñan los Chernov y los Tsereteli, los Avkséntiev y los Skóbelev? ¿El de aliados «directos» o solamente indirectos de los millonarios malversadores de los fondos públicos?

La omnipotencia de la «riqueza» es más segura en las repúblicas democráticas, porque no depende de la mala envoltura política del capitalismo. La república democrática es la mejor envoltura política de que puede revestirse el capitalismo, y por lo tanto el capital, al dominar –a través de los Palchinski, los Chernov, los Tsereteli y Cía.– esta envoltura, que es la mejor de todas, cimenta su poder de un modo tan seguro, tan firme, que ningún cambio de personas, ni de instituciones, ni de partidos, dentro de la república democrática burguesa, hace vacilar este poder.

Hay que advertir, además, que Engels, con la mayor precisión, llama al sufragio universal arma de dominación de la burguesía. El sufragio universal, dice Engels, sacando evidentemente las enseñanzas de la larga experiencia de la socialdemocracia alemana, es:

«El índice que sirve para medir la madurez de la clase obrera. No puede ser más ni será nunca más, en el Estado actual». (Friedrich Engels; «El origen de la familia, de la propiedad privada y el Estado», 1884)

Los demócratas pequeñoburgueses, por el estilo de nuestros socialrevolucionarios y mencheviques, y sus hermanos carnales, todos los socialchovinistas y oportunistas de la Europa occidental, esperan, en efecto, «más» del sufragio universal.

Comparten ellos mismos e inculcan al pueblo la falsa idea de que el sufragio universal es, «en el Estado actual», un medio capaz de expresar realmente la voluntad de la mayoría de los trabajadores y de garantizar su efectividad práctica.

Aquí no podemos hacer más que señalar esta idea mentirosa, poner de manifiesto que esta afirmación de Engels completamente clara, precisa y concreta, se falsea a cada paso en la propaganda y en la agitación de los partidos socialistas «oficiales» –es decir, oportunistas–. Una explicación minuciosa de toda la falsedad de esta idea, rechazada aquí por Engels, la encontraremos más adelante, en nuestra exposición de los puntos de vista de Marx y Engels sobre el Estado «actual».

En la más popular de sus obras, Engels traza el resumen general de sus puntos de vista en los siguientes términos:

«Por tanto, el Estado no ha existido eternamente. Ha habido sociedades que se las arreglaron sin él, que no tuvieron la menor noción del Estado ni del poder estatal. Al llegar a una determinada fase del desarrollo económico, que estaba ligada necesariamente a la división de la sociedad en clases, esta división hizo que el Estado se convirtiese en una necesidad. Ahora nos acercamos con paso veloz a una fase de desarrollo de la producción en que la existencia de estas clases no sólo deja de ser una necesidad, sino que se convierte en un obstáculo directo para la producción. Las clases desaparecerán de un modo tan inevitable como surgieron en su día. Con la desaparición de las clases, desaparecerá inevitablemente el Estado. La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la producción sobre la base de una asociación libre e igual de productores, enviará toda la máquina del Estado al lugar que entonces le ha de corresponder: al museo de antigüedades, junto a la rueca y al hacha de bronce». (Friedrich Engels; «El origen de la familia, de la propiedad privada y el Estado», 1884)

No se encuentra con frecuencia esta cita en las obras de propaganda y agitación de la socialdemocracia contemporánea. Pero incluso cuando nos encontramos con ella es, casi siempre, como si se hiciesen reverencias ante un icono; es decir, para rendir un homenaje oficial a Engels, sin el menor intento de analizar qué amplitud y profundidad revolucionarias supone esto de «enviar toda la máquina del Estado al museo de antigüedades». No se ve, en la mayoría de los casos, ni siquiera la comprensión de lo que Engels llama la máquina del Estado.

La «extinción» del Estado y la revolución violenta

Las palabras de Engels sobre la «extinción» del Estado gozan de tanta celebridad y se citan con tanta frecuencia, muestran con tanto relieve dónde está el quid de la adulteración corriente del marxismo por la cual éste es adaptado al oportunismo, que se hace necesario detenerse a examinarlas detalladamente. Citaremos todo el pasaje donde figuran estas palabras:

«El proletariado toma en sus manos el poder del Estado y comienza por convertir los medios de producción en propiedad del Estado. Pero con este mismo acto se destruye a sí mismo como proletariado y destruye toda diferencia y todo antagonismo de clases, y, con ello mismo, el Estado como tal. La sociedad hasta el presente, movida entre los antagonismos de clase, ha necesitado del Estado, o sea de una organización de la correspondiente clase explotadora para mantener las condiciones exteriores de producción, y por tanto, particularmente para mantener por la fuerza a la clase explotada en las condiciones de opresión –la esclavitud, la servidumbre o el vasallaje y el trabajo asalariado–, determinadas por el modo de producción existente. El Estado era el representante oficial de toda la sociedad, su síntesis en un cuerpo social visible; pero lo era sólo como Estado de la clase que en su época representaba a toda la sociedad: en la antigüedad era el Estado de los ciudadanos esclavistas; en la Edad Media el de la nobleza feudal; en nuestros tiempos es el de la burguesía. Cuando el Estado se convierta finalmente en representante efectivo de toda la sociedad, será por sí mismo superfluo. Cuando ya no exista ninguna clase social a la que haya que mantener en la opresión; cuando desaparezcan, junto con la dominación de clase, junto con la lucha por la existencia individual, engendrada por la actual anarquía de la producción, los choques y los excesos resultantes de esta lucha, no habrá ya nada que reprimir ni hará falta, por tanto, esa fuerza especial de represión, el Estado. El primer acto en que el Estado se manifiesta efectivamente como representante de toda la sociedad: la toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad, es a la par su último acto independiente como Estado. La intervención de la autoridad del Estado en las relaciones sociales se hará superflua en un campo tras otro de la vida social y se adormecerá por sí misma. El gobierno sobre las personas es sustituido por la administración de las cosas y por la dirección de los procesos de producción. El Estado no será abolido; se extingue. Partiendo de esto es como hay que juzgar el valor de esa frase sobre el Estado popular libre en lo que toca a su justificación provisional como consigna de agitación y en lo que se refiere a su falta absoluta de fundamento científico. Partiendo de esto es también como debe ser considerada la exigencia de los llamados anarquistas de que el Estado sea abolido de la noche a la mañana». (Friedrich Engels; «Anti-Dühring», 1878)

Sin temor a equivocarnos, podemos decir que de estos pensamientos sobremanera ricos, expuestos aquí por Engels, lo único que ha pasado a ser verdadero patrimonio del pensamiento socialista, en los partidos socialistas actuales, es la tesis de que el Estado, según Marx, «se extingue», a diferencia de la doctrina anarquista de la «abolición» del Estado. Truncar así el marxismo equivale a reducirlo al oportunismo, pues con esta «interpretación» no queda en pie más que una noción confusa de un cambio lento, paulatino, gradual, sin saltos ni tormentas, sin revoluciones. Hablar de «extinción» del Estado, en un sentido corriente, generalizado, de masas, si cabe decirlo así, equivale indudablemente a esfumar, sino a negar, la revolución.

Además, semejante «interpretación» es la más tosca tergiversación del marxismo, tergiversación que sólo favorece a la burguesía y que descansa teóricamente en la omisión de circunstancias y consideraciones importantísimas que se indican, por ejemplo, en el «resumen» contenido en el pasaje de Engels, citado aquí por nosotros en su integridad.

En primer lugar, Engels dice en el comienzo mismo de este pasaje que, al tomar el poder del Estado, el proletariado «destruye, con ello mismo, el Estado como tal». «No es uso» pararse a pensar qué significa esto. Lo corriente es ignorarlo en absoluto o considerarlo algo así como una «debilidad hegeliana» de Engels. En realidad, en estas palabras se expresa concisamente la experiencia de una de las más grandes revoluciones proletarias, la experiencia de la Comuna de París de 1871, de la cual hablaremos detalladamente en su lugar. En realidad, Engels habla aquí de la «destrucción» del Estado de la burguesía por la revolución proletaria, mientras que las palabras relativas a la extinción del Estado se refieren a los restos del Estado proletario después de la revolución socialista. El Estado burgués no se «extingue», según Engels, sino que «es destruido» por el proletariado en la revolución. El que se extingue, después de esta revolución, es el Estado o semi-Estado proletario.

En segundo lugar, el Estado es una «fuerza especial de represión». Esta magnífica y profundísima definición de Engels es dada aquí por éste con la más completa claridad. Y de ella se deduce que la «fuerza especial de represión» del proletariado por la burguesía, de millones de trabajadores por un puñado de ricachos, debe sustituirse por una «fuerza especial de represión» de la burguesía por el proletariado –bajo la dictadura del proletariado–. En esto consiste precisamente la «destrucción del Estado como tal». En esto consiste precisamente el «acto» de la toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad. Y es de suyo evidente que semejante sustitución de una «fuerza especial» –la burguesa– por otra –la proletaria– ya no puede operarse, en modo alguno, bajo la forma de «extinción».

En tercer lugar, Engels, al hablar de la «extinción» y –con frase todavía más plástica y colorida– del «adormecimiento» del Estado, se refiere con absoluta claridad y precisión a la época posterior a la «toma de posesión de los medios de producción por el Estado en nombre de toda la sociedad», es decir, posterior a la revolución socialista.

Todos nosotros sabemos que la forma política del «Estado», en esta época, es la democracia más completa. Pero a ninguno de los oportunistas que tergiversan desvergonzadamente el marxismo se le viene a las mientes la idea de que, por consiguiente, Engels hable aquí del «adormecimiento» y de la «extinción» de la democracia. Esto parece, a primera vista, muy extraño. Pero esto sólo es «incomprensible» para quien no haya comprendido que la democracia también es un Estado y que, consiguientemente, la democracia también desaparecerá cuando desaparezca el Estado. El Estado burgués sólo puede ser «destruido» por la revolución. El Estado en general, es decir, la más completa democracia, sólo puede «extinguirse».

En cuarto lugar, al establecer su notable tesis de la «extinción del Estado», Engels declara a renglón seguido, de un modo concreto, que esta tesis se dirige tanto contra los oportunistas, como contra los anarquistas. Además, Engels coloca en primer plano la conclusión que, derivada de su tesis sobre la «extinción del Estado», se dirige contra los oportunistas.

Podría apostarse que de diez mil hombres que hayan leído u oído hablar acerca de la «extinción» del Estado, nueve mil novecientos noventa no saben u olvidan en absoluto que Engels no dirigió solamente contra los anarquistas sus conclusiones derivadas de esta tesis. Y de las diez personas restantes, lo más probable es que nueve no sepan qué es el «Estado popular libre» y por qué el atacar esta consigna significa atacar a los oportunistas. ¡Así se escribe la Historia! Así se adapta de un modo imperceptible la gran doctrina revolucionaria al filisteísmo dominante. La conclusión contra los anarquistas se ha repetido miles de veces, se ha vulgarizado, se ha inculcado en las cabezas del modo más simplificado, ha adquirido la solidez de un prejuicio. ¡Pero la conclusión contra los oportunistas la han esfumado y «olvidado»!

El «Estado popular libre» era una reivindicación programática y una consigna corriente de los socialdemócratas alemanes en la década del 70. En esta consigna no hay el menor contenido político, fuera de una filistea y enfática descripción de la noción de democracia. Engels estaba dispuesto a «justificar», «por el momento», esta consigna desde el punto de vista de la agitación, por cuanto con ella se insinuaba legalmente la república democrática. Pero esta consigna era oportunista, porque expresaba no sólo el embellecimiento de la democracia burguesa, sino también la incomprensión de la crítica socialista de todo Estado en general. Nosotros somos partidarios de la república democrática, como la mejor forma de Estado para el proletariado bajo el capitalismo, pero no tenemos ningún derecho a olvidar que la esclavitud asalariada es el destino reservado al pueblo, incluso bajo la república burguesa más democrática. Más aún. Todo Estado es una «fuerza especial para la represión» de la clase oprimida. Por eso, todo Estado ni es libre ni es popular. Marx y Engels explicaron esto reiteradamente a sus camaradas de partido en la década del 70.

En quinto lugar, en esta misma obra de Engels, de la que todos citan el pasaje sobre la extinción del Estado, se contiene un pasaje sobre la importancia de la revolución violenta. El análisis histórico de su papel lo convierte Engels en un verdadero panegírico de la revolución violenta. Esto «nadie lo recuerda». Sobre la importancia de este pensamiento, no es uso hablar ni siquiera pensar en los partidos socialistas contemporáneos estos pensamientos no desempeñan ningún papel en la propaganda ni en la agitación cotidianas entre las masas. Y, sin embargo, se hallan indisolublemente unidos a la «extinción» del Estado y forman con ella un todo armónico.

He aquí el pasaje de Engels:

«De que la violencia desempeña en la historia otro papel –además del de agente del mal–, un papel revolucionario; de que, según la expresión de Marx, es la partera de toda vieja sociedad que lleva en sus entrañas otra nueva; de que la violencia es el instrumento con la ayuda del cual el movimiento social se abre camino y rompe las formas políticas muertas y fosilizadas, de todo eso no dice una palabra el señor Dühring. Sólo entre suspiros y gemidos admite la posibilidad de que para derrumbar el sistema de explotación sea necesaria acaso la violencia, desgraciadamente, afirma, pues el empleo de la misma, según él, desmoraliza a quien hace uso de ella. ¡Y esto se dice, a pesar del gran avance moral e intelectual, resultante de toda revolución victoriosa! Y esto se dice en Alemania, donde la colisión violenta que puede ser impuesta al pueblo tendría, cuando menos, la ventaja de destruir el espíritu de servilismo que ha penetrado en la conciencia nacional como consecuencia de la humillación de la Guerra de los Treinta años. ¿Y estos razonamientos turbios, anodinos, impotentes, propios de un párroco rural, se pretende imponer al partido más revolucionario de la historia?». (Friedrich Engels; «Anti-Dühring», 1878)

¿Cómo es posible conciliar en una sola doctrina este panegírico de la revolución violenta, presentado con insistencia por Engels a los socialdemócratas alemanes desde 1878 hasta 1894, es decir, hasta los últimos días de su vida, con la teoría de la «extinción» del Estado?

Generalmente se concilian ambos pasajes con ayuda del eclecticismo, desgajando a capricho –o para complacer a los detentadores del poder–, sin atenerse a los principios o de un modo sofístico, ora uno ora otro argumento y haciendo pasar a primer plano, en el noventa y nueve por ciento de los casos, si no en más, precisamente la tesis de la «extinción». Se suplanta la dialéctica por el eclecticismo: es la actitud más usual y más generalizada ante el marxismo en la literatura socialdemócrata oficial de nuestros días. Estas suplantaciones no tienen, ciertamente, nada de nuevo; pueden observarse incluso en la historia de la filosofía clásica griega. Con la suplantación del marxismo por el oportunismo, el eclecticismo presentado como dialéctica engaña más fácilmente a las masas, les da una aparente satisfacción, parece tener en cuenta todos los aspectos del proceso, todas las tendencias del desarrollo, todas las influencias contradictorias, etc., cuando en realidad no da ninguna noción completa y revolucionaria del proceso del desarrollo social.

Ya hemos dicho más arriba, y demostraremos con mayor detalle en nuestra ulterior exposición, que la doctrina de Marx y Engels sobre el carácter inevitable de la revolución violenta se refiere al Estado burgués. Este no puede sustituirse por el Estado proletario –por la dictadura del proletariado– mediante la «extinción», sino sólo, por regla general, mediante la revolución violenta. El panegírico que dedica Engels a ésta, y que coincide plenamente con reiteradas manifestaciones de Marx –recordaremos el final de «Miseria de la Filosofía» y del «Manifiesto Comunista» con la declaración orgullosa y franca sobre el carácter inevitable de la revolución violenta; recordaremos la crítica del Programa de Gotha, en 1875, cuando ya habían pasado casi treinta años, y en la que Marx fustiga implacablemente el oportunismo de este programa [3]–, este panegírico no tiene nada de «apasionamiento», nada de declamatorio, nada de arranque polémico. La necesidad de educar sistemáticamente a las masas en esta, precisamente en esta idea sobre la revolución violenta, es algo básico en toda la doctrina de Marx y Engels. La traición cometida contra su doctrina por las corrientes socialchovinista y kautskiana hoy imperantes se manifiesta con singular relieve en el olvido por unos y otros de esta propaganda, de esta agitación.

La sustitución del Estado burgués por el Estado proletario es imposible sin una revolución violenta. La supresión del Estado proletario, es decir, la supresión de todo Estado, sólo es posible por medio de un proceso de «extinción».

Marx y Engels desarrollaron estas ideas de un modo minucioso y concreto, estudiando cada situación revolucionaria por separado, analizando las enseñanzas sacadas de la experiencia de cada revolución. Y esta parte de su doctrina, que es, incuestionablemente, la más importante, es la que pasamos a analizar. (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El Estado y la Revolución, 1917)

El MAP-ML en su contexto de nacimiento y crecimiento; Equipo de Bitácora (M-L), 2015

«Nacido en 1972 y de influencia sino-albanesa, el Movimiento de Acción Popular Marxista-leninista (MAP-ML) surge como un partido opuesto tanto al revisionismo soviético como al revisionismo contenido en el FSLN.

Si en el contexto de la formación de los cuadros cuando se fundó el FSLN vimos la dificultad para muchos partidos de librarse de la influencia del revisionismo estadounidense, soviético o yugoslavo, en caso del MAP-ML deberíamos hablar de otras corrientes antimarxistas que estaban en auge y pueden haberle influenciado, como era, por entonces el revisionismo chino.

Debido a la poca bibliografía desconocemos como abordaron las contradicciones entre el revisionismo chino y el marxismo-leninismo, aunque sabemos que finalmente tomaron parte por el lado albanés.

Para inicios de los 60 el revisionismo chino no estaba desenmascarado tan abiertamente como se haría años después, y sus desviaciones solo podían ser conocidas en base a una fina agudeza de los acontecimientos mundiales, y a un gran esfuerzo por acceder a material de los revisionistas chinos que por entonces escaseaba y que en su mayoría estaban cuidadosamente censuradas o amputadas.

Muchos antirevisionistas, influenciados por el revisionismo chino, creyeron que estaban colaborando con las luchas obreras al fundar un partido que tendría la intención de dar una herramienta a la clase obrera, donde poder agrupar a su destacamento más avanzado y donde poder dar combate al revisionismo moderno como el revisionismo soviético. Pero para ello cualquier partido de este tipo debía desde sus inicios expulsar a los elementos sin ningún espíritu científico, bañados en un apego sentimental a las acciones de la dirigencia china, de otra forma no podría cumplir estos objetivos antirevisionistas; estos partidos no serían capaces de refutar al revisionismo soviético ya que al seguir las directrices chinas perdían toda credibilidad, y al basarse fundamentalmente en otro revisionismo no se basaban en un cuerpo teórico sólido y científico para refutar a este último:

«La lucha contra el revisionismo soviético, desde posiciones revisionistas, conduce al camino revisionista; el apoyarse en el imperialismo estadounidense para combatir al revisionismo soviético, conduce al camino de enarbolar la infame bandera del trotskismo para combatir al revisionismo soviético y ocupar su lugar como una gran potencia y como «un gran guía ideológico». (Enver Hoxha; Las «avispas» burguesas recogen la miel del jardín de las «cien flores»; Reflexiones sobre China, Tomo II, 20 de abril de 1973)

Las vacilaciones chinas en la lucha contra el revisionismo soviético como es el caso de la aceptación de la rehabilitación de Tito impulsada por Jruschov en 1954, el saludo al XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1956 y sus tesis, la posición jruschovista en la Conferencia de Moscú de 1957 contra el grupo antipartido de Molotov, la teoría china de crear el «frente antiimperialista» junto al revisionismo soviético de 1962, la constante postura china de «intentar hacer cesar la polémica» contra los revisionistas soviéticos hasta 1964, el intento de reconciliación chino con el revisionismo soviético tras la caída de Jruschov de 1964, o la cuestión de basar la lucha contra el revisionismo soviético en meras reivindicaciones territoriales como hacían otros revisionismos en 1964 son muy bien conocidas ahora, pero no en los años 60 y 70. Temas fundamentales para entender el desarrollo posterior del revisionismo chino.

Para inicios de los 70 las relaciones entre China y Albania eran nulas, apenas manteniéndose relaciones diplomáticas y pocos formalismos más:

«Respecto a los partidos comunistas marxista-leninistas y los grupos revolucionarios, los chinos actúan de la misma manera qué los soviéticos. Tienen miedo al «descrédito», a perder la «buena reputación» que han adquirido entre la burguesía norteamericana y la mundial. Por eso los chinos no pueden estar de acuerdo con la línea marxista-leninista revolucionaria de nuestro partido. Tampoco están de acuerdo con nuestra política interior y exterior. Y lo manifiestan. Chou En-lai, Li Sien-nien y Mao Zedong han roto los contactos con nosotros, y los existentes son puramente formales, diplomáticos. (…) ¿Cómo podría estar de acuerdo China con nuestra política exterior, cuando concluye acuerdos con los Estados Unidos de América, con Japón, con Alemania Federal, con la España de Franco, en unos momentos en que nosotros no sólo no los establecemos, sino que desenmascaramos de continuo su política imperialista y fascista?». (Enver Hoxha; Las «avispas» burguesas recogen la miel del jardín de las «cien flores»; Reflexiones sobre China, Tomo II, 20 de abril de 1973)

Incluso los círculos reaccionarios registraron para la posteridad las grandes divergencias sino-albanesas en temas como el acercamiento sino-estadounidense, la Comunidad Económica Europea, el trato con los nuevos partidos marxista-leninistas, y otros temas candentes:

«Durante 1972, las posiciones de los dos cercanos aliados sobre su actitud hacia los Estados Unidos tendieron a distanciarles aún más. Paralelo a los divergentes puntos de vista sobre esta cuestión política fundamental, Pekín y Tirana empezaron a reaccionar de forma diferente ante algunos acontecimientos y políticas importantes en el escenario internacional: la crisis de Malta, la consolidación del Mercado Común, la Ostpolitik de Alemania Occidental y la reelección de Brandt, y el movimiento «marxista-leninista», para mencionar unos cuantos. Mientras los albaneses han demostrado un inflexible apego a la teoría revolucionaria, los chinos –en línea con su giro en las prioridades de política exterior– han demostrado una predilección por la Realpolitik: un cambio de la raison d’ideologue a la raison d’état. Muchos discursos e informes publicados recientemente por Tirana y Pekín atestiguan el hecho de que no existe completa unanimidad de puntos de vista sobre diversos desarrollos políticos internacionales de importancia». (Radio Europea Libre; El camino albanés, 21 de diciembre de 1972)

A estas divergencias sino-albanesas todas ellas de la línea de la política exterior, se le sumaban muchas otras divergencias que partían en que los marxista-leninistas albaneses no aceptaban varias de las teorías y prácticas de los revisionistas chinos concernientes a la política exterior pero también a la política interior, algunas de ellas antiguas desviaciones y otras recientes, nuevas, hablamos de la teoría china de que el «Pensamiento Mao Zedong era el «marxismo-leninismo de nuestra época» que era la «superación de las limitaciones del marxismo-leninismo», la teoría de las «dos líneas» o incluso varias líneas en el partido, la teoría de que «las clases explotadoras persisten como clase en el socialismo», la teoría de la «alianza con la burguesía nacional y tomarla como parte del pueblo», la teoría de que «el campo debe cercar a la ciudad» y por extensión en el esquema mundial «los países subdesarrollados a los desarrollados», los métodos antimarxistas de la «Revolución Cultural» como hacer tabla rasa con toda cultura progresista anterior, la promoción del estudiantado como vanguardia de la revolución, el apoyo a todo régimen feudal-burgués proestadounidense del «tercer mundo», el constante coqueteo chino con los partidos y países revisionistas-capitalistas con contradicciones con los soviéticos, los rasgos de la teoría de que el «tercer mundo» es la «fuerza motriz de la humanidad», que el imperialismo estadounidense «está en decadencia y solo desea el status quo» o que «el socialimperialismo soviético era la superpotencia más agresiva», la cuestión de la negativa china a celebrar reuniones multilaterales con los partidos marxista-leninistas o la reducción del apoyo y ayuda a los mismos cuando se pretendía acercar al gobierno y los partidos revisionistas locales de cada país, y varias cuestiones más.

Esto ponía al MAP-ML en la tesitura de tener que hacer una evaluación de todos estos temas: donde a la fuerza tenían que ir dándose cuenta de las aberraciones del revisionismo chino como ya empezaban a analizar el Partido del Trabajo de Albania y otros partidos. Es por tanto fácil de intuir y dar por hecho que ya que el MAP-ML se posicionó del lado del marxismo-leninismo empezara durante sus inicios a sacar lecciones y a plantearse las cuestiones necesarias sobre el revisionismo chino, y hasta qué punto pudo influir sus teorías y conceptos en sus cuadros, al menos esa es la forma en que debían proceder los partidos comunistas marxista-leninistas como hemos dicho.

En cualquier caso, incluso habiendo no realizado todos los análisis pertinentes y no todas las completas refutaciones del revisionismo moderno y eliminado toda su posible influencia, el MAP-ML es la única organización que se ha aproximado a las necesidades de la sociedad nicaragüense comprendiendo correctamente los sucesos relacionado con el somocismo de los 70 hasta el triunfo de 1979 y exponiendo las debilidades del FSLN desde una óptica marxista-leninista durante los 80. El mismo, como ya hemos dicho, fue fundado por militantes del FSLN que se escinden en 1972 debido a la deriva político-ideológica decepcionante; tuvo una militancia activa de entorno a uno 150 miembros en el momento del triunfo, pequeña en comparación al los entorno a 1.000 militantes que tenía el FSLN en el momento del triunfo.

Su brazo armado eran las llamadas Milicias Populares Antisomocistas (MILPAS) que alcanzarían aproximadamente los 1.000 miembros:

«En su propaganda, el MAP-ML recuerda habitualmente que sus Milicias Populares Antisomocistas (las MILPAS, como las conocían todos) fueron «la única fuerza armada que combatió al lado del pueblo y de los sandinistas». Estas MILPAS realizaron en 1978 y 79 algunos actos armados realmente espectaculares. Uno de los eslóganes del MAP-ML dice: «¡Ni un voto a la burguesía! ¡Balas para el imperialismo!». (Revista Envío; Número 40, Octubre 1984)

En este punto es preciso aclarar, para que el lector no incurra en errores o caiga presa de la propaganda, que las «Milicias Populares Antisomocistas (MILPAS)» del MAP-ML no son las «Milicias Populares Antisandinistas (MILPAS)» creadas por Pedro Joaquín González, conocido como «Dimas», famoso por ser un miembro del FSLN que se rebeló en 1980 contra el mismo e inició un levantamiento campesino en el noroeste de Nicaragua, de hecho formó parte de las primeros grupos organizados de la Contra en la provincia de Nueva Segovia. Esto debe de quedar claro por la similitud entre los acrónimos, una similitud que ha sido históricamente explotada con toda desvergüenza por lo enemigos del MAP-ML. Veamos:

«En sus inicios, la contrarrevolución realizó acciones militares bajo el nombre de Milicias Populares Antisandinistas (MILPAS), que nada tienen que ver con las Milicias Populares Antisomocistas (MILPAS) creadas a finales de 1978 por el MAP-ML para luchar militarmente contra la dictadura. En momentos de contradicciones con esta organización, varios dirigentes del FSLN pretendieron sacar partido del surgimiento de este grupo armado contrarrevolucionario y lo asociaron con los maoístas. No obstante, en un discurso pronunciado en CAPSA –donde hoy es el Registro Mercantil–, Jaime Wheelock esclareció el asunto y libró de responsabilidades al MAP. Aclaración que nos hace Guillermo Cortez Domínguez». (Mónica Baltodano; Memorias de la lucha sandinista, 2012)

Salvo por el detalle de que se refiere al MAP-ML como maoístas –no pedimos a Mónica tampoco conocimientos sobre la historia del MAP-ML y la lucha que tuvo contra el revisionismo chino– esta declaración es una clara refutación a las infamias, especulaciones y falsa propaganda contra el MAP-ML en libros y entrevistas vertidas por algunos frentistas como Carlos Arturo Jiménez. Algo que vimos fue desmentido no solo por Mónica Baltodano, sino hasta por los propios miembros de la Dirección Nacional como Jaime Wheelock. Penosamente todavía algunos intentan realizar el mismo trabajo de descrédito de vincular al MAP-ML y sus milicias con la Contra, por la similitud de las siglas, intento tan tonto como desesperado.

Por otro lado el MAP-ML tenía su Frente Obrero, donde trabajaba en el área sindical y sus juventudes que estaban agrupadas en la Juventud Marxista-Leninista (JM-L).

Tras participar en la lucha contra Somoza en colaboración con los grupos antisomocistas, el MAP-ML se encontraba con el panorama de la victoria antisomocista de julio de 1979 en la cual todavía no hegemoniza el panorama político. Esta sin duda era una situación que complicaba la persecución de sus objetivos máximos como la revolución socialista, a los cuales no podían recurrir hasta que no salvara este obstáculo, de hecho ni siquiera los objetivos mínimos, como salvar a la revolución antisomocista de una claudicación y capitulación ante la burguesía nacional o extranjera, podían ser garantizados.

Para entender las tareas del MAP-ML en el contexto en que se encontraba, aquí debemos traer un consejo que el marxista-leninista alemán Ernst Aust da a los marxista-leninistas polacos en relación con los movimientos espontáneos pero justos de la clase obrera polaca en los 80. En tal consejo traía como ejemplo el tema nicaragüense: ¿aunque no hubiera sido hegemonizado por la clase obrera y su partido marxista-leninista objetivamente era un movimiento –el antisomocismo– revolucionario para Nicaragua? Sí lo era, ahora: el deber de los marxista-leninistas en esos países –tanto en Polonia como en Nicaragua– era aprovechar los movimientos espontáneos y objetivamente justos y revolucionarios para ponerlos bajo dirección de la clase obrera y su partido, y enfilarlos hacia objetivos mayores como la lucha por la revolución socialista:

«¿Acaso debemos condenar la lucha revolucionaria del pueblo nicaragüense, de la clase obrera que se levantó contra el régimen fascista de Somoza, como una lucha contrarrevolucionaria porque no estuvo dirigida por un partido marxista-leninista sino por varios revisionistas, burgueses y grupos clericales? A nadie le vendría tal pensamiento a la cabeza. Lo que puede hacer y deben hacer los marxista-leninistas (…) es no alejarse, sino que a través de su participación en las batallas revolucionarias de la clase obrera, y por su conducta ejemplar que crea el partido marxista-leninista, conducir el movimiento espontáneo de los trabajadoras en dirección al socialismo». (Ernst Aust; El verdadero rostro del socialismo real: Solidaridad con los comunistas detenidos en Alemania Oriental, 1981)

De hecho Enver Hoxha en sus escritos también se refería a revoluciones como la de Irán o la de Nicaragua como revoluciones que cumplían objetivamente factores de tipo progresistas y revolucionarios como podrían ser antifascistas, anticoloniales y antiimperialistas –aunque a veces estos por su carácter de clase no proletario eran selectivos–. Pero se señalaba que si estos movimientos no eran rápidamente ganados por los marxista-leninistas de aquellos países, estas revoluciones serían sofocadas o en su defecto serían reconducidas por la burguesía local que en el plano exterior cambiaría de dueño imperialista o buscaría un mejor trato con el viejo amo imperialista, y en el plano interior mantendría intacto la estructura feudal-burguesa con una sutil pincelada de cambio:

«En diversos países capitalistas subdesarrollados hoy los pueblos están en levantamientos, en insurrección y revolución. Esto lo vemos en Irán, Nicaragua, América Central, en la lucha de los palestinos contra los estadounidenses y los israelíes, y en cierta medida, lo vemos en la aún desorganizada resistencia de los países árabes contra las superpotencias, que manipulan esta resistencia en sus propios intereses. Vemos los movimientos populares y levantamientos también en África. Pero aunque los pueblos de esos países se están levantando, luchando y haciendo sacrificios, los elementos de la burguesía, unidos con el gran capital, siguen haciendo todo lo posible a través de numerosos trucos e intrigas para sofocar la insurrección, o convertirla en un movimiento en su favor, y en ese caso, tal movimiento sólo sirve para eliminar tal o cual camarilla de la escena política con el fin de llevar al poder a otra camarilla más moderada pero igualmente capitalista que opera de acuerdo con el gran capital monopolista. Esto sucede, por supuesto, debido a la falta de claridad política y la falta de organización de la clase obrera. Así, la ira y el odio de esta clase, su sufrimiento político-económico y la de los campesinos pobres son explotados en favor de la burguesía». (Enver Hoxha; El movimiento marxista-leninista y la crisis mundial del capitalismo, agosto de 1979)

Las críticas del MAP-ML a la política pequeño burguesa del FSLN

El MAP-ML explicaba que la burguesía nicaragüense, como la de muchos lugares, ni siquiera pudo cumplir un rol progresista cuando se le presentó el momento como fue el periodo liberal de la época de Zelaya. Se cumplía así lo expresado por Lenin cuando declaró que la burguesía en la época capitalista del imperialismo, como se había comprobado ni siquiera estaba capacitada para completar su rol progresista en la revolución burguesa, teniendo el proletariado que impulsar la revolución antifeudal:

«Mientras el capitalismo mundial ya había iniciado su auge y se lanzaba contra los resabios del feudalismo en Europa, en nuestro país, simultáneamente, se enseñoreaban los grandes señores de la tierra y la religión. Intentos tardíos de la burguesía local en la época moderna, no fueron capaces de saltar las trabas heredadas de los viejos sistemas. Lo revolucionario de la burguesía abortó en Nicaragua con el derrocamiento de Zelaya. Así la burguesía en Nicaragua no supo ser revolucionaria cuando, debía o podía serlo. Quedó de cierta forma rezagada, reforzado esto por el carácter reaccionario, incluso respecto a su propia clase, que tuvo la dictadura militar somocista». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

Por lo que en consecuencia, la pequeña burguesía intentó recoger la bandera de la revolución democrático-burguesa, sintetizada en el FSLN, y puesta en práctica también sin éxito al llegar al poder:

«Surgió así la pequeña burguesía, fundamentalmente proveniente de las capas estudiantiles medias y populares, que asumió frente a la dictadura militar somocista un beligerante papel junto a las amplias masas del pueblo. La pequeña burguesía surgía así enarbolando las banderas de las transformaciones que la burguesía no fue capaz de impulsar ni llevar a cabo. Sin embargo, desde el 19 de julio de 1979, la pequeña burguesía sintetizada en el FSLN, ha demostrado incapacidad no sólo para asumir las reformas democráticos-burguesas más consecuentes, sino que incluso tampoco ha tenido la fortaleza política ni material necesarias, para erradicar las instituciones oligárquicas heredadas, como en el caso de los latifundios, los rentistas de viviendas y tierra, etc». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

El MAP-MP no podía dejar de denunciar a la toma del poder del FSLN el programa económico, un programa económico que se valía de la envoltura del viejo régimen somocista para perpetuar el régimen de explotación capitalista:

«La pequeña burguesía, a través del programa de Economía Mixta y Unidad Nacional, no ha podido más que ofrecer un programa de reconstrucción de las relaciones capitalistas y en última instancia, del poder político de la burguesía, a pesar de su discurso populista. El programa de Reconstrucción del capitalismo a través de la Economía Mixta, requiere, en la situación de crisis del capitalismo mundial y del capitalismo dependiente en Nicaragua, un aumento de la explotación de la fuerza de trabajo que genera excedentes suficientes para la reproducción del capital, el aumento en las cuotas de ganancia de la burguesía y la reproducción del aparato burocrático del Estado». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

Este programa económico suponía la posibilidad de crecimiento y transformación de gran parte de la pequeña burguesía del FSLN en burguesía nacional, y el aumento del crecimiento y aumento de la riquezas y posesiones de la burguesía nacional con la que estaba aliado el FSLN, recordemos que inclusive muchos de los miembros de la burguesía nacional efectivamente eran militantes del FSLN. De ahí las medidas que el FSLN implementó para asegurarse el cumplimiento del programa de «economía mixta»:

«Ello explica el congelamiento de salarios, la prohibición e ilegalización de la huelga obrera y de las tomas campesinas de tierras, el aumento de los impuestos indirectos que recaen fundamentalmente en las masas trabajadoras, la inflación incontrolada, la especulación en el mercado de productos básicos, el aumento real de las jornadas de trabajo a través de diversos mecanismos, el ordenamiento salarial que institucionaliza un sistema de congelamiento en el costo de la fuerza de trabajo, etc., así como los subsidios a la gran producción privada, la condonación de deudas a los capitalistas, los incentivos fiscales a las grandes empresas privadas, la política preferencial de divisas hacia la burguesía, la política crediticia a favor de los grandes productores, etc». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

El MAP-ML sabía que la única clase social que podía dar respuesta a estos problemas atrasados era el proletariado y su partido, resolviendo estas tareas y encauzándolas con la revolución socialista, y no delegando en otra clase ni en otro partido:

«Estamos en la época de la revolución proletaria, es decir, la época en la que los obreros y campesinos pobres de Nicaragua juntan sus manos para imponer sus propios intereses, sin esperar que otros se los garanticen ni prometan. Pero también en que las tareas transformadoras contra todos los resabios heredados, se desarrollarán en todas sus consecuencias, de lo que ni la burguesía ni la pequeña burguesía han sido capaces. Sólo la clase obrera nicaragüense de la ciudad y el campo, en la alianza con el campesinado pobre serán capaces de llevar hasta sus últimas consecuencias esas transformaciones, tareas atrasadas por la inconsecuencia burguesa-pequeño-burguesa. Pero estas tareas no agotan el programa del proletariado en Nicaragua. Sus acciones van más allá que tratar de desarrollar las transformaciones democrático-burguesas que ni la burguesía ni la pequeña-burguesía fueron capaces de desarrollar. El programa del proletariado es esencialmente anticapitalista, antiimperialista y antiburocrático. Sienta las bases para arreglar los asuntos pendientes con las clases rezagadas, pero es fundamentalmente un programa para avanzar, para marchar hacia conquistas históricas, para transitar en la ruta de la construcción del socialismo proletario». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

El MAP-ML por lo tanto, a diferencia de la pequeña burguesía que representaba el FSLN, no estaba dispuesta a regatear los objetivos del proletariado, ni a actuar de mediador entre el proletariado y la burguesía en los intereses de cada uno, ni por supuesto crear la impresión de que su gobierno sería un gobierno y Estado supra-clasista, es decir, por encima de las clases, intentando mantener la apariencia de armonía entre clases, el MAP-ML lucharía por sus intereses que eran obviamente contrapuestos al de las clases explotadoras:

«En nuestras condiciones, vista la presión de las clases reaccionarias y revolucionarias, la pequeña burguesía pretende arbitrar esta lucha, mientras se erige como poder supuestamente supra-clasista, regañando a unos y, sosegando a otros, según el caso. Esto es lo único original del plan de lucha del FSLN. El programa de lucha del proletariado, contrapuesto al de la oligarquía, de la burguesía y de la pequeña burguesía, es sostenido por el partido de la clase obrera de Nicaragua, el partido de la Revolución Proletaria en Nicaragua; el MAP-ML». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

En el libro de Juan Maestre Alfonso: «Constituciones y leyes políticas de América Latina, Filipinas y Guinea Ecuatorial» de 1987, podemos ver las diferentes posiciones de los partidos políticos sobre la constitución burguesa que el FSLN impulsó en 1987. Allí podemos encontrar un pequeño cuadro de críticas del MAP-ML sobre la política pequeño burguesa del FSLN, las cuales se podían resumir en lo siguiente:

1) Crítica en los principios fundamentales:

«Democracia participativa con hegemonía proletaria, revocabilidad de mandatos, unidad orgánica del Estado bajo el centralismo democrático». (Juan Maestre Alfonso; Constituciones y leyes políticas de América Latina, Filipinas y Guinea Ecuatorial, 1987)

2) Crítica en la organización del Estado y forma de Gobierno:

«Autodeterminación, antiimperialismo. Luchas contra el hegemonismo de las grandes potencias. Internacionalismo proletariado. Contra el no alineamiento. Garantizar la autodeterminación nacional». (Juan Maestre Alfonso; Constituciones y leyes políticas de América Latina, Filipinas y Guinea Ecuatorial, 1987)

3) Crítica en los derechos deberes y garantías ciudadanas:

«Derechos de los trabajadores a elegir y ser electos. Derechos sociales a vivienda, educación y salud y la plena satisfacción de la necesidades materiales». (Juan Maestre Alfonso; Constituciones y leyes políticas de América Latina, Filipinas y Guinea Ecuatorial, 1987)

4) Crítica a la Economía Mixta:

«Monopolio del Estado: en la posición de los recursos naturales y medios de producción fundamentales, en planificación centralizada. Control en la gestión Estatal y de empresas. Colectivización voluntaria de la pequeña producción privada. No debe institucionalizarse el Sistema de Economía Mixta». (Juan Maestre Alfonso; Constituciones y leyes políticas de América Latina, Filipinas y Guinea Ecuatorial, 1987)

5) Crítica del régimen agrario:

«Cesión en usufructo a campesinos, de las tierras confiscadas. Cooperativización campesina voluntaria. Desarrollo de la Reforma Agraria en contra de los latifundios y no en detrimento de la propiedad estatal. Desarrollo de la Reforma Agraria en contra del latifundio y las grandes explotaciones privadas». (Juan Maestre Alfonso; Constituciones y leyes políticas de América Latina, Filipinas y Guinea Ecuatorial, 1987)

6) Crítica de la política laboral:

«Derecho al trabajo, libertad, democracia sindical, inamovilidad laboral, seguro social, protección al asalario y derecho a huelga». (Juan Maestre Alfonso; Constituciones y leyes políticas de América Latina, Filipinas y Guinea Ecuatorial, 1987)

7) Crítica en la política de salud, vivienda, educación y demás:

«Derechos a la plena satisfacción social de Educación, Salud, Vivienda, Alimentación, Trabajo, Educación Científica, gratuita y obligatoria hasta nivel universitario. Educación religiosa, voluntaria y extra-curricular en sus respectivas iglesias. Obligación estatal en la construcción de viviendas populares». (Juan Maestre Alfonso; Constituciones y leyes políticas de América Latina, Filipinas y Guinea Ecuatorial, 1987)

8) Crítica en las transformaciones económicas-sociales de la revolución:

«Pleno poder de la clase obrera, revolución proletaria contra el capitalismo, el imperialismo, la burguesía y la burocracia. Reivindicación del proletariado y las masas». (Juan Maestre Alfonso; Constituciones y leyes políticas de América Latina, Filipinas y Guinea Ecuatorial, 1987)

9) Crítica sobre el sistema electoral:

«Elegibilidad y revocabilidad en los cargos públicos. Derechos a elegir y ser electo. Control popular sobre el proceso electoral». (Juan Maestre Alfonso; Constituciones y leyes políticas de América Latina, Filipinas y Guinea Ecuatorial, 1987)

Por supuesto, las críticas y contrapropuestas del MAP-ML son muy escuetas en esa obra de Juan Maestre Alfonso, y sus críticas se extendían a muchos más puntos, por ello pasemos a observar ahora el programa del MAP-ML para completar más la información de dicha agrupación de cara al lector.

El Programa del MAP-ML y sus propuestas al pueblo trabajador nicaragüense

Veamos uno de los documentos del MAP-ML, su: «Plan de lucha» de 1984. Dicho programa se componía de varios puntos que estaban pensados para resolver los puntos de la revolución democrático-burguesa que el FSLN no había liquidado. Estos puntos aparte de resolver las tareas no resueltas de la revolución democrático-burguesa, abrían el marco de la construcción socialista y colocaban su base. La exposición de varias partes de este documento, nos servirá para entender que proponía el MAP-ML al pueblo nicaragüense como alternativa al FSLN.

El punto número uno: planteaba establecer un política economía «en función de los intereses de los trabajadoras y para avanzar al socialismo». Dicho punto estaba relacionado con la alianza del gobierno de entonces del FSLN con la burguesía no somocista, dicha alianza se representaba en lo económico también, en el mantenimiento del poder económico de las clases explotadoras que habían luchado contra Somoza, así como en la aplicación de la política de la economía mixta que daba la posibilidad de un aumento o crecimiento de las clases explotadoras:

«El partido marxista-leninista de Nicaragua, al frente de la clase obrera, implementará su política económica en función de las necesidades de las grandes masas populares. Ello significa que la lógica de las ganancias privadas que ha predominado en la Economía Mixta, tendrá que dar paso a la lógica de las necesidades de las masas, para lo cual, el poder Obrero Campesino expropiará sin indemnización, las grandes propiedades privadas, las grandes unidades económicas en manos del gran capital privado en Nicaragua, las que serán transformadas en unidades estatales bajo el control y la gestión obrera desde el nivel de la unidad económica, hasta el nivel macro-económico o nacional. Esta acción de expropiación al gran capital privado, no es una operación que se desarrollará de la noche a la mañana, pues su ritmo dependerá de la capacidad de la clase obrera para dirigirla, evitando así el vicio del burocratismo y la estatización sin control ni gestión obrera, que sólo conduciría de nuevo, a la conformación de un Estado corporativo que a través de la burocracia estatal, oprimiría de nuevo a las masas populares. Se desarrollará, pues este avance de la clase obrera contra el capitalismo, a través de las acciones revolucionarias de expropiación del gran Capital, el control y la gestión obrera, la planificación centralizada de la Economía del país». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

El punto número dos: era referente a la necesidad de una reforma agraria debido a la no liquidación del latifundio por el FSLN. El MAP-ML se apoyaría la introducción de pequeños propietarios campesinos en cooperativas respetando el principio leninista de libre voluntariedad, y se impulsaría de igual modo las granjas estatales:

«Se impulsará la transformación del sistema de propiedad y producción de la tierra, a través de la expropiación sin indemnización del latifundio, esté ocioso o esté siendo utilizado por sus dueños privados, junto con todos los recursos productivos con que cuente, a fin de disponerlos a un plan nacional de producción. Se fortalecerá, la propiedad y producción estatal. Se procederá a la entrega de tierras de labor para usufructo de cooperativas de campesinos pobres y se promoverá la cooperativización voluntaria de los pequeños propietarios. El Gobierno Obrero-Campesino procederá a estructurar un modelo productivo agropecuario, que racionalizando los recursos disponibles, se pongan en función de las necesidades de consumo del pueblo y el desarrollo de las fuerzas productivas. La Reforma Agraria se implementará con la participación de los Consejos de Obreros y Campesinos, quienes a través de su órgano centralizado y sus representaciones locales, dispondrán .y ejecutarán, con participación popular; las tareas de transformación a gracia de la Revolución». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

El punto número tres: lo relativo al desconocimiento de la deuda heredada por el somocismo que el FSLN arrastraba y aumentaba de año en año. Apostando neutralizar cualquier represalia con el apoyo internacionalista del proletariado y demás masas populares de otros pueblos:

«El Poder Obrero-Campesino desconocerá el pago de la deuda externa heredada del somocismo al 19 de julio de 1979 y se procederá a un estudio y evaluación de las nuevas deudas asumidas por el Gobierno de Reconstrucción Nacional durante su mandato. Ningún compromiso de pago deberá poner el peligró la autodeterminación del pueblo nicaragüense y el desarrollo de las fuerzas productivas del país. Los recursos que queden como resultado del desconocimiento de la deuda externa, serán destinados al desarrollo y fortalecimiento nacional. El bloqueo financiero y las presiones económicas de las burguesías y los gobiernos enemigos, serán neutralizados mediante el internacionalismo proletario, que haga que el movimiento obrero internacional asuma como propias, las tareas de la defensa económica de la Revolución Obrero-Campesina en Nicaragua. El apoyo financiero y técnico deberá provenir fundamentalmente de los pueblos y los trabajadores del mundo». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

El punto número cuatro: hacía referencia al problema a resolver de la tierra y la vivienda para las masas populares nicaragüenses. Reto no conseguido por el gobierno del FSLN y causante de muchos quebraderos de cabeza:

«Se procederá a la expropiación sin indemnización de las propiedades privadas urbanas en los que se comprueben casos de rentismo. Se respetará la propiedad de tierras y viviendas de uso personal y familiar. Redistribución de las tierras urbanas a través de los Consejos Populares Revolucionarios. Promoción de los esfuerzos comunitarios de autoconstrucción, sin perjuicio de que la construcción de urbanizaciones y viviendas dignas es una responsabilidad ineludible del Estado Obrero-Campesino. El Estado procederá a la eliminación de las cuarterías asignándoles a los pobladores nuevos terrenos y construcciones. Se procederá a la entrega de casas y terrenos que habiendo sido diseñados para viviendas, en el régimen anterior han servido de alojamiento u oficinas de la burocracia estatal». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

El punto número cinco: explicaba la «conformación y desarrollo del poder obrero-campesino». Este nuevo poder significaría el fin de la estructura de poder burguesa del FSLN donde los poderes estaban divididos, y la construcción de un poder popular basado en soviets, aquí llamados consejos, donde además a diferencia de los representantes de los órganos estatales del FSLN, aquí dichos representantes del poder serían elegidos por las bases y removibles en cualquier momento:

«Disolución inmediata de las instituciones formales que significan una limitación, sustitución, o imposición a la participación de las masas populares en el ejercicio cotidiano del poder. Se eliminará la separación de poderes, haciendo confluir a los organismos de los trabajadores en un gran órgano de carácter legislativo y ejecutivo. Este órgano es la Asamblea Popular de representantes, conformada por los Consejos de Obreros, Campesinos, Sectores populares, Milicianos y Soldados, el, máximo órgano del Poder Popular, del poder de los Obreros y Campesinos. Se asegurará el poder Obrero-Campesino a través de los Consejos, que se desarrollaran desde las actividades y niveles más sencillos de Control hasta las formas más complejas de Gestión Obrera. Todos los representantes serán electos por las bases y removibles en cualquier momento en que éstas determinen, desde la representación en los órganos de base, hasta los máximos organismos de representación. El salario de los funcionarios gubernamentales y representantes no excederá el salario de un obrero medio». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

El punto número seis: aludía a la cuestión militar en el país, solucionando la forma en que el FSLN había tratado lo relativo al ejército manteniendo su vieja estructura burocrática. Proveer «al pueblo de armas y organizar las milicias populares, enseñarles las artes militares, y conformar la creación de un verdadero Ejército Popular Revolucionario, de plena democracia interna con unos mandos y oficiales electos por la tropa». Así mismo «una incorporación del ejército al trabajo productivo en tiempos de paz». Más «servicio militar obligatorio según las necesidades de la defensa militar de la revolución»:

«La Revolución Obrero-Campesina requiere de que las masas se agrupen organizada y conscientemente de las artes militares en sus diversas formas y técnicas. Para ello, se procederá a la reestructuración de las Milicias, dándole prioridad a su conformación por centros de trabajo, sin perjuicio de criterios territoriales complementarios. Se procederá a la descentralización del armamento ligero y una zonificación militar que sepa distribuir racionalmente los recursos defensivos en todo el territorio nacional. El uso de determinadas especialidades de las artes militares requiere de la conformación de un ejército permanente, que será reducido al mínimo posible que obligatoriamente deberá incorporarse a las actividades productivas para no constituirse en carga de los trabajadores. En el ejercito, para evitar su burocratización y aislamiento de las masas, se conformarán los Consejos de Soldados para la libre discusión y tratamiento de los problemas de la Revolución y las reivindicaciones propias de los soldados así como los nombramientos será obra de un ejercicio democrático en que los soldados de base decidirán sobre la selección de sus propios mandos. En la ejecutoria de las acciones militares, sin embargo, regirá el más estricto centralismo. El Servicio Militar Obligatorio se computará también en el servicio voluntario en las Milicias y su implementación dependerá de las necesidades de la defensa. Sin embargo el eje central de la defensa militar del país serán las Milicias de Obreros, Campesinos y pueblo en general es decir, el pueblo armado». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

El punto número siete: subrayaba la cuestión de la «defensa de la integridad del territorio nacional y de la autodeterminación del pueblo y la revolución proletaria en Nicaragua. Lucha contra todo tipo de injerencia de países o superpotencias hegemónicas». Poniendo fin a teorías hipócritas como el Movimiento de los Países No Alineados, movimientos pro imperialistas que coqueteaban con una u otra potencia imperialista:

«El poder Obrero-Campesino garantiza la plena defensa del territorio nacional, así como la auto-determinación del pueblo nicaragüense y de la Revolución de los Obreros y Campesinos en Nicaragua. El Gobierno Obrero-Campesino no aceptará ningún tipo de imposición de países, grupos de países o de las superpotencias hegemónicas que se disputan el reparto del mundo. En la política exterior respecto a los otros pueblos y trabajadores del mundo, se defenderán y sostendrán estos mismos derechos». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

En punto número ocho: se hacía gala de un apoyo a la unidad mundial de la clase obrera, y se instigada a un verdadero internacionalismo proletariado, a respetar el derecho de libre autodeterminación y apoyar sus «luchas contra las clases explotadoras locales o extranjeras que oprimían y explotaban a sus países». Esto rompía con el apoyo del FSLN a variados movimientos pseudorevolucionarios e incluso anticomunistas donde se incluía a los países revisionistas o a los partidos revisionistas repartidos en los diversos países del mundo:

«Respeto al derecho de autodeterminación de los pueblos y trabajadores. Práctica del internacionalismo proletariado y apoyo militante a las luchas de los pueblos contra sus opresores y explotadores». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

En el punto nueve: se establecía la «garantía de las libertades democráticas para las masas populares» a través de «la movilización popular revolucionaria», el «cortar la actividad política de la burguesía y la reacción» y «desarrollar la libre lucha ideológica contra los enemigos de los trabajadores». Asegurar la «práctica sindical, libertad de organización sindical» y «el derecho a huelga»:

«Mediante la acción política determinante de los Consejos de Obreros, campesinos, sectores populares, milicianos y soldados, el poder obrero-campesino garantiza la más genuina democracia revolucionaria en el seno del pueblo y su férrea imposición sobre los enemigos de los trabajadores. Esta participación democrática no descuidará ni un momento los intentos contrarrevolucionarios de la burguesía y los terratenientes, aún de los que ya hayan sido expropiados, así como las acciones del imperialismo contra el poder revolucionario de los Obreros y Campesinos. Se garantizará la plena democracia sindical que elimine el verticalismo y el burocratismo en los sindicatos. El Estado Obrero-Campesino garantizará el derecho de huelga, como un instrumento que el movimiento obrero debe tener a su alcance para presionar o determinar en asuntos a los que no se les haya dado oportuna ni suficiente respuesta. La libre lucha ideológica, la persuasión y mejor aún, la genuina y directa participación de los trabajadores en el poder, son garantías de que la contrarrevolución no tendrá mucho espacio para manipular este justo derecho de huelga». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

El punto número diez: izaba la bandera contra «la explotación y opresión de la mujer». Otro tema no solucionado eficazmente por el FSLN desde su toma de poder, que mostraba su ejercicio del poder como cualquier otro partido burgués:

«La lucha contra la explotación y opresión de la mujer se resuelve mediante la transformación de las relaciones sociales de producción que destruyan todo el mecanismo capitalista de explotación. Sin embargo, es necesario aún en ese caso, continuar la lucha contra todo tipo de resabio opresivo o de marginación sobre la mujer. Se implementarán para ello programas especiales para la efectiva incorporación de la mujer al trabajo productivo, sin dejar de tomar en cuenta algunas limitaciones naturales que no son propiamente remanentes históricos de su marginación y opresión, como ejemplo, la mujer embarazada no debe ser expuesta a riesgo en un proceso de trabajo que pueda afectar su salud o la del hijo en formación. Se resolverá el problema de la custodia y cuido de los niños de la mujer trabajadora, garantizando los servicios estatales necesarios para ese fin, además de la lucha ideológica contra los prejuicios machistas que pretenden atar a la mujer a los trabajos domésticos del hogar. Se promoverá a todos los niveles una científica educación sexual y se pondrá a disposición del pueblo la tecnología anticonceptiva que voluntariamente requieran los trabajadores a fin de eliminar las prácticas del aborto sin vigilancia médica, a las que tienen que recurrir muchas mujeres del pueblo. Complementariamente se estudiará y aprobará una legislación que autorice el aborto voluntario bajo vigilancia y control de los servicios médicos estatales». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

En el punto número once: completaba otra tarea incompleta por el FSLN. Se apostaba por la «nacionalización completa y la posterior gestión obrera de los medios de comunicación de masas, servicios médicos y educación» más «el fortalecimiento de empresas estatales de transporte colectivo». Ello no implicará cerrar por la fuerza los centros educativos religiosos, dicha tarea sería del futuro cuando las masas hayan recibido educación sobre las bases del ateísmo científico y nadie requiera entonces de tales centros, pudiéndose ser transformados para uso popular y cultural:

«Los medios de comunicación de masas, serán nacionalizados y puestos bajo el control y la gestión obrera. Se eliminará el ejercicio privado de la medicina y las actividades lucrativas en la educación, para lo cual se nacionalizarán los colegios privados que aún existen en el país. Se permitirá sin embargo, el libre funcionamiento extra curricular de instituciones que se dediquen exclusivamente a la enseñanza religiosa, es decir, que los centros educativos religioso; sólo deben enseñar religión. Se procederá al fortalecimiento de empresas estatales de transporte colectivo que resuelvan el problema de la transportación, incluyendo buses, taxis y vehículos de transporte de mercaderías». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

El punto número doce: propone la expansión de los conocimientos científicos, respeto a las tradiciones del pueblo, acceso a todo el mundo a la cultura y la promoción de la cultura proletaria. Acabando con la falsa teoría del FSLN de que «la cultura no tiene ingrediente de clase»:

«Desarrollo de los conocimientos científicos en el seno del pueblo, Respeto a las tradiciones culturales de las masas. Apertura a la cultura universal bajo libre lucha ideológica. Desarrollo de las expresiones culturales del proletariado». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

El punto número trece: se defiende la derogación del viejo código somocista que regula las relaciones laborales mantenido por el FSLN como muestra de que era al final de todo el paladín de los explotadores:

«Derogación del código del trabajo somocista todavía vigente. Pleno poder a los trabajadores para las decisiones en materia laboral y seguridad social a través del órgano máximo del poder; la Asamblea Popular de Representantes». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

El punto número catorce: y último punto del programa, era concernientes a la siempre polémica región del Atlántico, a la cual se pretendía igualar al resto del país:

«Derecho a la autodeterminación administrativa indígena y pobladores de la Costa Atlántica de Nicaragua. Respeto al usufructo de sus tierras comunales. Industrialización especial de la Costa Atlántica, de acuerdo a su base natural, reinversión en la propia zona de los excedentes necesarios para el desarrollo local del resto del país». (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista; Plan de lucha, agosto de 1984)

El MAP-ML, principal blanco de la represión desatada por el FSLN desde los primeros días de gobierno

Como hemos visto el Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista (MAP-ML) no se andaba con remilgos a la hora de criticar la política de los falsos revolucionarios –como debía ser–, y eso como era normal tendría su respuesta –que entre sus formas podría entrar la represión–. Y es que mientras el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) pactaba con la burguesía y sus agrupaciones el futuro Estado burgués nicaragüense; el mismo desarrolló ya desde los primeros días de gobierno una persecución y encarcelamiento de los revolucionarios marxistas-leninistas del MAP-ML. Esta represión se presupone que se acentuó en diversos momentos, uno de ellos claramente fueron los primeros meses después de julio de 1979.

En un medio burgués estadounidense con varios clichés anticomunistas –los cuales intentaremos saltarlos para agrado del lector–, intentaban relatar la pugna entre los diferentes grupos autodenominados comunistas, y se hacía eco de la represión del MAP-ML por parte del FSLN:

«El MAP-ML es un partido más radical que etiqueta con desprecio, declara tanto al Partido Socialista Nicaragüense como al Partido Comunista de Nicaragua como «revisionistas». Los tres apoyaron a los sandinistas cuando tomaron el poder (…) contra el régimen derechista del general Anastasio Somoza. Pero los problemas empezaron pronto. (…) El más dañado directamente fue el radical MAP-ML. El gobierno sandinista detuvo a decenas de líderes de ese partido en 1979 y 1980, condenando a algunos hasta seis meses de condena. Fernando Malespín, un miembro del Comité Central del MAP-ML Comité Central, ha estado en la cárcel por tres meses. Hoy, expresa un desdén por los sandinistas. «Este es un gobierno de alianza con la pequeña burguesía y la burguesía», dijo Malespín. «La burguesía está ganando cada vez más nivel de poder político y económico que el que tenía antes de la guerra». (Los Ángeles Times; Los tres partidos comunistas nicaragüenses en riña con los sandinistas, los cuales creen que son suaves con el capitalismo, 4 de diciembre de 1985)

A la brutal represión se le añadió la censura y cierre de su medio de comunicación, el periódico «El Pueblo» –el director de este diario, Melvin Wallace Simpson, se convirtió en el «primer preso político» en el post somocismo, le fueron negadas todas las garantías jurídicas, y se le incomunicó con paradero desconocido–. También se procedió a la ilegalización de organizaciones sindicales ligadas al mismo MAP-ML, es el caso del Frente Obrero.

Esta ley marcial aplicada al MAP-ML nunca se aplicó a la burguesía y sus tribunas, ni siquiera en los momentos más álgidos de la guerra contrarrevolucionaria. Esto nos deja ver claramente que el FSLN veía como enemigo a batir a la única organización que hacía un planteamiento de clase proletario y revolucionario en lo referente a las tareas apremiantes y futuras a resolver por la revolución triunfante.

Si leemos uno de los documentos internos redactados por el FSLN y la Dirección Nacional, veremos que los defensores del «pluralismo político» tenían un «curioso» concepto de lo que era para ellos el tan cacareado pluralismo político:

«La posición del FSLN con respecto a los partidos políticos de izquierda está dada de acuerdo a la actitud que dichos partidos tomen respecto al proceso revolucionario. Si esta actitud entraña un peligro actual, estos partidos serán tratados como enemigos de la revolución. Tal es el caso de los grupos que desde posiciones de ultraizquierdista han adoptado posiciones saboteadores y contrarrevolucionarios, como son el MAP-ML y los grupos trotskistas, a estos grupos contrarios al proceso ¡hay que aplastarlos! Por el contrario con las organizaciones de izquierda que manifiesten predisposición a trabajar en función de los intereses de la revolución ya bien sea con las perspectiva de pasar a integrar el FSLN, de disolver sus organizaciones de masas o por último, de trabajar estrechamente unidos bajo la conducción del FSLN debemos estimularlos a trabajar sin descanso para mantener la revolución». (Frente Sandinista de Liberación Nacional; Análisis de la coyuntura y tareas de la revolución popular sandinista; Tesis políticas y militares presentadas por la Dirección Nacional del FSLN en la Asamblea de cuadros: «Rigoberto López Pérez», celebrada el 21, 22 y 23 de septiembre de 1979)

Analicemos esto:

Primero: el FSLN se presentaba así mismo como vanguardia revolucionaria y marxista y exigía que por ello cada organización debía disolverse en el FSLN o trabajar para el FSLN reconociendo su «carácter de vanguardia». Ahondemos en el argumento absurdo más obvio.

¿Quién en su sano juicio iba a confiar como «vanguardia proletaria» y como vehículo para alcanzar y profundizar el «proceso revolucionario» a una organización que hasta hace cuatro días era una de carácter político-militar en la cual había primado las riñas entre distintas tendencias fraccionalistas; en donde no se tenía en cuenta el origen social de sus miembros sino que se declaraba orgulloso como «pluriclasista»; en donde no se elegían los puestos sino que se cooptaban por el dedo de los órganos de arriba; en donde se había visto un constante cambio de tipo de estrategias militares; en donde se había podido ver completa locura y caos de mezcolanza de ideas liberales, reformistas, revisionistas e incluso religiosas que dominaban a sus jefes; y en donde en más de una ocasión la organización iba a la zaga de los acontecimientos espontáneos de las masas? ¿Qué marxista-leninista iba a delegar el proceso revolucionario en un grupo que proponía el parlamentarismo burgués, la alianza con la burguesía nacional y sus organizaciones, y la economía mixta como principio? Desde luego solo los ilusos o los ignorantes. Era una completa broma que el FSLN exigiese la disolución del resto de partidos, ya que si bien los partidos son representantes de las clases, el FSLN no pretendía eliminar a las clases explotadoras ni proletarizar a las clases trabajadoras, no tenía porque exigir limitar el número de partidos, eso sumado al hecho ya comentando de que el FSLN no era un partido de la clase obrera, pues arengaba el pluriclasismo y la multiideología. Además ha de tenerse en cuenta que el partido marxista-leninista no elimina por medio de un decreto a los partidos de la clase obrera y la pequeña burguesía, sino que para lograr el fin de estos partidos se gana a su militancia en un trabajo permanente de persuasión y educación, logrando poco a poco obtener a la mayoría de la clase obrera y el resto de las masas trabajadoras a su favor y en detrimento de sus líderes reaccionarios, de otra forma, sabe que cualquier eliminación por decreto de un partido, o cualquier fusión mecánica con sus militantes será formal no le libra de su aislacionismo con estas capas de la población. Sabe pues, que de no ser así estaríamos hablando de medidas burocráticas de disolución de organizaciones como ocurre en los regímenes fascistas, de hecho esta tendencia autocrática del FSLN de reprimir a las distintas organizaciones y de forzara a disolverse o a integrarse en el FSLN se traduciría en que nunca llegaría a ganar completamente a las distintas capas de la sociedad, siendo en especial el campesinado una clase social que le daría muchos problemas.

Segundo: vemos como el FSLN en su análisis de septiembre de 1979 oportunamente mete al MAP-ML en el saco de los «ultraizquierdistas» junto a los trotskistas. Esto no debe sorprendernos, fue el pobre discurso de aquel entonces. Los medios de prensa extranjeros recogían como los miembros del FSLN ante denuncias tan concretas y sencillas del MAP-ML, a lo único que podían responder era colocarles la etiqueta de izquierdistas:

«Fernando Malespín, un representante activo del Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista (MAP-ML), acusó a los sandinistas de promover «un programa revolucionario burgués que permite la economía mixta». Ortega acusó a estas críticas de «caer en un extremismo que es la enfermedad infantil del comunismo, según Lenin». (The Spokesman Review; La Nicaragua de Ortega habla que los programas han fracasado, 30 de enero de 1987)

¿Dónde está el extremismo y el izquierdismo infantil del MAP-ML en denunciar cara a cara al FSLN que por mucho que dijeran no existía un Estado «por encima de las clases» ni una «democracia para todos»? ¿Dónde está el izquierdismo en preguntar si es para ellos socialismo la economía mixta? ¿Dónde está el izquierdismo en preguntar si ellos se adherían a la teoría imperialista del «no alineamiento» internacional que traiciona la lucha por el socialismo y las luchas de liberación nacional a escala global? ¿Es más, en que obra Lenin tipificó que una denuncia tal del oportunismo pequeño burgués fuera izquierdismo? ¿Acaso Ortega leyó la obra de Lenin: La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo de 1920, donde se denuncian estos conceptos de los partidos llamados «demócratas pequeño burgueses» afiliados a la II Internacional? ¿Alguien acaso desconoce que para más inri: el FSLN forma parte de la heredera de la II Internacional, la llamada Internacional Socialista?

Sin poder contrarrestar las críticas del hecho de que la economía mixta hacía «crecer de año en año al sector privado» y creaba nuevos ricos» como decía el sandinista Jaime Wheelock, a falta de argumentos teóricos se pasaba a calificar al MAP-ML de «izquierdistas» y hasta de «contrarrevolucionario» con la esperanza que la militancia a la que se machacaba con la propaganda se creyese tal cuento. Es algo inherente a todo tipo de revisionistas donde a falta de poner contraargumentar se pedía el «cese de la polémica» o se intentaba censurar y acallar por la fuerza al que le ponía nervioso:

«Los maoístas y sus abogados revisionistas desean evitar la polémica y luchan por conseguirlo. La polémica marxista-leninista siempre ha atemorizado a los revisionistas, tanto a los jruschovistas como a los maoístas. Precisamente en su última carta, en la que nos atacan, los revisionistas maoístas dicen que «no les responderemos, porque no queremos polemizar». (Enver Hoxha; El «abogado» charlatán de la podrida línea china; Reflexiones sobre China, Tomo II, 14 de febrero de 1977)

Los líderes contemporáneos del FSLN tampoco han pasado de proponer mejores pseudoargumentos cuando los marxista-leninistas los desmontan: si se lanza una crítica a su amorfa organización, la crítica, los datos, los argumentos, los documentos, no serán analizados, sencillamente se limitaran a cerrar filas en torno al sentimentalismo de las «siglas», la «larga historia del partido» y a la defensa del «Líder», y el efecto «boomerang» de la limpia crítica será llevarte calificaciones como: «trotskista», «sectario», «dogmático», «mercenario a sueldo o gratuito del imperialismo». Esta es la realidad de la calumnia ante la denuncia del oportunismo, también ha sido una máxima de los antimarxistas como medio para eludir el debate e intentar desacreditar las líneas de debate de sus adversarios marxistas:

«No será para nosotros una ofensa si los camaradas nos critican con justeza y aduciendo pruebas documentadas, pero no consentiremos jamás que nos tilden de «dogmáticos», «sectarios», «nacionalistas estrechos», únicamente porque luchamos con perseverancia contra el revisionismo contemporáneo y, en particular, contra el revisionismo yugoslavo. Si alguien considera nuestra lucha contra el revisionismo como dogmatismo o sectarismo, le decimos que se quite los anteojos revisionistas, porque así verá mejor». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 16 de noviembre de 1961)

Ahí tenemos los ejemplos histórico –ahora vistos incluso con humor– de Nikita Jruschov llamando «trotskista» a Enver Hoxha, Santiago Carrillo llamando «titoista» a Joan Comorera, o el propio Lev Trotski llamando «dictador», «bonapartista» y «burócrata» a Lenin. Es decir el «burro hablando de orejas».

Esta situación de «darle la vuelta a todo» y cubrir todo en base a demagogia barata, es algo que ha sucedido en las pugnas entre los gobiernos revisionistas-capitalistas y las fuerzas marxista-leninistas que lo desenmascaraban y querían derrocarlo:

«Los términos del marxismo-leninismo son utilizados de modo distorsionado para cubrir la dominación socialfascista. Por lo tanto, la ocupación de la República Democrática Alemana de unos 300.000 soldados soviéticos y el saqueo y la opresión del socialimperialismo soviético es llamada «cooperación entre países socialistas» y se designa como parte de «internacionalismo proletario». Los preparativos de guerra de los socialimperialistas y su mandato en el agresivo Pacto de Varsovia se describen como «la defensa de los países socialistas contra el imperialismo». La cruel dictadura fascista de la nueva burguesía sobre el proletariado y los demás trabajadores se llama «dictadura del proletariado». ¿Y como se denomina a la lucha de nuestro partido por el derrocamiento violento de la nueva burguesía y la expulsión de las fuerzas de ocupación soviéticas, la lucha por el restablecimiento de la dictadura del proletariado en la RDA y la lucha por una Alemania unida, independiente, socialista? Como un «trabajo contrarrevolucionario por el derrocamiento del socialismo». Por ello nuestro partido debe exponer sin cuartel a los representantes directos del revisionismo, sino también debe hacer un trabajo entre los que todavía se mantienen bajo la influencia de la propaganda revisionista de la RDA, persuadirles de su carácter capitalista». (Ernst Aust; Informe sobre las actividades del Comité Central en el IIIº Congreso del Partido Comunista de Alemania/Marxista-Leninista, diciembre de 1976)

Volviendo al tema, lo que nos demuestran los hechos de aquel entonces es que el FSLN ya tenía en el punto de mira al MAP-ML, y este último debió de haber percibido de una forma u otra la campaña represiva que iba a caer contra él.

Otro punto álgido de la represión parece ser que fue de enero a noviembre de 1987, cuando el gobierno del FSLN intentó impulsar, oficializar, el sistema democrático-burgués ratificado en la nueva constitución a la que el MAP-ML se opuso, y cuando en esos meses entró en vigor el Decreto de suspensión de los Derechos y Garantías respecto a la implantación del Estado de emergencia. Este decreto dejó invalidó oficialmente durante estos meses los derechos ya de por sí formales establecidos en la Constitución de 1987, hablamos de artículos referidos como el Recurso de Amparo o el Recurso de Habeas Corpus. Esto daba vía libre, ahora legal, para acabar por la vía represiva con cualquier marxista-leninista y con cualquier revolucionario con un mínimo de honestidad que protestaran o se opusieran a algunas o a todas las políticas del FSLN que estaban llevando al país al desastre.

Una apreciación histórica necesaria sobre los defectos que imposibilitaron al MAP-ML aplicar su correcto programa revolucionario

El Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista (MAP-ML) como hemos podido corroborar, comprendía perfectamente el papel de traición y freno a la lucha de clases que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) había supuesto y seguía suponiendo en los 80 para Nicaragua. Consciente de ello elaboro un programa coherente, que dejaba en evidencia el valiente análisis y propuestas de su dirigencia y que indirectamente exponía la cobardía y pseudomarxismo de la dirigencia del FSLN. ¿Entonces cuales fueron los defectos que imposibilitaron al MAP-ML batallar correctamente contra la demagogia pseudomarxista el FSLN y apartarlo del poder?

En el VIIº Congreso de la Komintern de 1935, Georgi Dimitrov en su «discurso resumen» del 13 de agosto de 1935, destacaría cuatro cuestiones que en su opinión deberían mejorar los partidos:

1) Acabar el vicio de suplantar la falta de conocimientos para realizar análisis marxista-leninistas «por frases y consignas generales», sin «hacer el menor esfuerzo serio por esclarecer en qué condiciones, ante qué correlación de fuerza de clase, en qué grado de madurez revolucionaria del proletariado y de las masas trabajadoras, con qué nivel de influencia el partido comunista». El búlgaro recalca que «sin este análisis concreto, marxista-leninista, no sabremos jamás plantear, ni resolver con acierto el problema del fascismo, ni el del frente proletario y popular, ni el de la actitud frente a la democracia burguesa, ni el del gobierno de frente único, ni el de los procesos que se operan en el seno de la clase obrera y, en particular, entre los obreros socialdemócratas, ni tantos otros problemas nuevos y complejos que nos plantean y seguirán planteando la vida misma y el desarrollo de la lucha de clases».

2) La creación y promoción de buenos cuadros, hombres y mujeres entregados con la causa y que apliquen la línea partidista.

3) Que estos militantes estén «pertrechados con la brújula de la teoría marxista-leninista, sin cuyo diestro manejo se cae en ese mezquino practicismo que no ve el porvenir más allá de sus narices, que sólo sabe resolver los problemas de uno u otro caso, que deja escapar toda perspectiva amplia de lucha, que indique a las masas hacía dónde vamos y por qué y adónde conducimos a los trabajadores».

4) Acabar con la espontaneidad en el movimiento tan característica del anarquismo y el luxemburguismo, y realizar una organización tenaz. Ello incluía el «aprender el arte leninista de convertir nuestros acuerdos en patrimonio, no sólo de los comunistas, sino también de las más amplias masas trabajadoras», y «saber hablar a éstas no en el lenguaje de las fórmulas librescas, sino en el de los que luchan por la causa de las masas, reflejando con cada palabra, con cada idea, los pensamientos y sentimientos de millones de hombres y mujeres».

Sin duda el MAP-ML debía empezar por aplicar estos consejos del marxista-leninista búlgaro. Pero siendo más concretos y adentrándonos en el terreno ideológico. ¿Qué exigencias en particular eran urgentes en un país como Nicaragua que había sufrido históricamente tanto la opresión imperialista? ¿Qué debía hacerse en particular contra la histórica actitud saboteadora de la lucha de clases contra las clases explotadoras internas y externas que ejercieron los distintos revisionismos que se incrustaron en el país? Muy sencillo: dotar a los todos los cuadros del partido de una genuina educación ideológica para poder popularizar y enseñar a las masas la línea del partido y para que estas pudieran entender y desarrollar una lucha intransigente contra todo tipo de imperialismo en el país, y contra todo tipo de corriente revisionista que tratase de frenar la liberación nacional y social:

«Nuestro partido cree que debe librarse una severa lucha contra los diversos tipos de revisionismo moderno y que esta lucha debe vincularse estrechamente con la lucha contra el imperialismo estadounidense, el socialimperialismo soviético, el capitalismo y sus partidos en cada Estado separado y a una escala mundial. Hacemos hincapié en la lucha contra los diversos tipos de revisionismo moderno, porque este es la variante más reciente y menos desenmascarada de la socialdemocracia en el período del imperialismo, del capitalismo en decadencia, el período de las revoluciones antiimperialistas y las revoluciones proletarias. En esencia, los diversos tipos de revisionismo moderno tienen similares puntos de vista ideológicos y mismos objetivos: el rechazo de la teoría marxista-leninista como una teoría supuestamente inadecuada para nuestro tiempo; el rechazo de la revolución y la toma del poder por la violencia; la integración del capitalismo en «socialismo» por medio de reformas en el pluralismo y en la colaboración, en la armonía y la convivencia de las clases y sus ideologías; la preservación de las estructuras estatales capitalistas existentes, así como de las creencias religiosas, aceptando sólo algunos cambios formales menores». (Enver Hoxha; Sólo bajo un genuino partido marxista-leninista se pueden conseguir los objetivos; A partir de una charla con Ernst Aust, Presidente del Partido Comunista de Alemania Marxista-Leninista, 30 de noviembre de 1979)

¿Qué revisionismos estaban especialmente en boga en los años 70? ¿Contra qué revisionismos había que apuntar y precisar las baterías?

«Hoy vemos una serie de variantes del revisionismo moderno: 1) El revisionismo moderno soviético que «domina» en una serie de partidos revisionistas dentro de su esfera de influencia que, en general, son antiguos partidos comunistas. Esta agrupación revisionista se disfraza con el leninismo, pero lo combate tanto en teoría como en práctica revolucionaria. Los partidos de esta agrupación revisionista que operan en los países capitalistas están en la oposición, pero también están haciendo esfuerzos para participar en los gobiernos capitalistas de sus propios países. Su demagogia es muy peligrosa. 2) El «eurocomunismo», el nombre que llevan por bandera los partidos revisionistas de Francia, Italia y Francia, así como los otros que han rechazado abiertamente la teoría marxista-leninista y la idea de la revolución, defienden el parlamentarismo, el pluralismo, el reformismo en la teoría y en su estructura, rechazan la lucha de clases, predican la paz de clases, también luchan por la participación en los gobiernos capitalistas y la colaboración jurídica con el capitalismo, mientras buscan integrarse en su estructura y superestructura. 3) El revisionismo chino con el «Pensamiento Mao Zedong» como una teoría oportunista pseudomarxista, ecléctica, bujarinista, revisionista, con tendencias a la hegemonía mundial, tanto en la ideología como en la política. Aunque no se ha cristalizado, el «Pensamiento Mao Zedong» es una teoría de la burguesía china en desarrollo, que tiene tendencias agresivas, belicistas, y socialimperialistas. Esta teoría pseudomarxista rechaza el marxismo-leninismo, mientras se disfraza como una teoría de la revolución; asimismo, trata de disfrazar la lucha que el revisionismo chino está librando por la hegemonía mundial y el neocolonialismo, rechazando la lucha de clases, que existe en Asia pero también a nivel mundial, y está abiertamente contra el internacionalismo proletario. 4) El titoismo, es una corriente revisionista que opera sin disfraz contra el marxismo-leninismo, se pone abiertamente al servicio del capitalismo mundial, es el constructor de una estructura pseudosocialista anarco-sindicalista con todas las características antisocialista y antimarxista-leninistas. El titoismo es un amigo y partidario de los «eurocomunistas» y está tratando de convertirse en su líder, pero sin éxito. Esta corriente también está haciendo esfuerzos para influir en China para establecer más firmemente su curso capitalista, y esto a su influencia ha comenzado a tener efecto en varias direcciones, aunque China tiene como objetivo crear y está creando su sistema capitalista a su propia manera. 5) Varias corrientes eclécticas, socialreligiosas, socialburguesas, antimarxistas, que aparecen continuamente como hongos después de la lluvia». (Enver Hoxha; Sólo bajo un genuino partido marxista-leninista se pueden conseguir los objetivos; A partir de una charla con Ernst Aust, Presidente del Partido Comunista de Alemania Marxista-Leninista, 30 de noviembre de 1979)

¿Se da cuenta el lector que por ejemplo todas y cada una de las cinco corrientes revisionistas citadas estaba presente en el organismo ideológico del FSLN que en ese momento estaba en el gobierno? En el caso de:

1) La influencia del revisionismo soviético en el FSLN: puede verse en la aceptación de los «países de orientación socialista», la adhesión a la «división internacional del trabajo», o el saludo a la teoría del «partido y Estado de todo el pueblo»;

2) La influencia del revisionismo eurocomunista: puede verse en el programa calcado de la «economía mixta», la «repartición de la riqueza» o el «pluralismo político»;

3) La influencia del revisionismo chino: puede verse en haber adoptado en sus inicios la «guerra popular prolongada», el adoptar el tomar a la burguesía nacional como contradicciones «no antagónicas» y como «parte del pueblo», la «integración pacífica» de las clases explotadoras en el socialismo», o el «tercermundismo», el pretendido desarrollo de «país socialista con economía de mercado».

4) La influencia del revisionismo yugoslavo: puede verse en elevar a principio el «no alineamiento», estimular en la economía la «autogestión»;

5) La influencia de las corrientes religiosas: la notable presencia de seguidores de la «teología de la liberación», y la adopción de la noción de que «el marxismo y la religión no son incompatibles».

¡¿Era por tanto menester o no que el MAP-ML no «dejara títere con cabeza» a la hora de criticar y exponer a estos fariseos y sus seguidores en Nicaragua?! ¿Debía tomar o no como una zarandaja la clarificación ideológica de las masas trabajadoras nicaragüenses frente a estas corrientes?

En el trabajo organizativo deberíamos comprender el contexto del MAP-ML y sus militantes que ya hemos perfilado en ocasiones anteriores, muchos de sus militantes venían de militar en organizaciones no marxistas:

«Los elementos marxistas-leninistas que dirigen estos movimientos y partidos son combatientes decididos contra el revisionismo pero, como la mayor parte de ellos provienen de los partidos revisionistas, todavía están bajo el influjo de las formas y los métodos de lucha y de trabajo propios de esos partidos, ya que han militado en ellos durante años. Por eso en ciertos casos practican las mismas formas de lucha que aplicaban los partidos a los que pertenecían. Además, para los nuevos partidos marxista-leninistas existe siempre otro gran peligro, el que la burguesía y los revisionistas se infiltren en sus filas, con objetivos diversionistas y de sabotaje». (Enver Hoxha; Comprender y organizar correctamente el trabajo clandestino y legal del partido, cuestión fundamental de la revolución; Extractos de una conversación mantenido con un amigo cingalés, 17 de mayo de 1969)

Basándonos en esta circunstancialidad objetiva entendemos que el MAP-ML cometió un gran fallo, y es que: 1) o bien supuso que las fuerzas del FSLN que tan revolucionario y progresista se decía, y los aliados a los que arrastraban, no iba a tener el descaro de atacar al partido marxista-leninista nicaragüense echando sobre él todo el peso de la propaganda y los cuerpos y las fuerzas del Estado; 2) o bien que cuando este ataque sucediera ya se habría desmontando frente a las masas nicaragüenses el falso revolucionarismo del FSLN y serían conscientes de la necesidad de no apoyar al FSLN sino al MAP-ML por el bien de sus intereses, pensando los marxista-leninistas nicaragüenses que este posible ataque abierto del FSLN sobre el MAP-ML sería un estimulo, un empujón popular más a la causa del MAP-ML por cumplir sus objetivos entre los que estaban retirar del poder al FSLN para ser tomado por el MAP-ML. En definitiva se subestimó al enemigo; 3) o bien supuso que cuando eso pasara sería demasiado tarde para el FSLN: este ya estaría fuera del poder.

Fuera como fuere, el MAP-ML dio muestras de una falta de vigilancia y una más que deficiente preparación de sus cuadros para la posibilidad manifiesta de que cuando el FSLN se sintiera amenazado al ser señalados sus defectos, y el MAP-ML creciera conforme a esto, finalmente fue efectivamente agredido. Aunque en sus inicios fundacionales el FSLN no era representante directo de la burguesía nacional –aunque tenía gran parte de su representación agrupada en la tendencia del FSLN (Terceristas)– sino que sobre todo lo era de la pequeña burguesía, lo cierto es que pese a ello fue la burguesía nacional la beneficiara final del proceso desembocado tras 1979, puesto que se restauraría sus sistema de explotación y dominaría todo el Estado y sus fuerzas; mientras que el MAP-ML como fuerza que cuestionaba los fundamentos de ese sistema pasaría a ser el enemigo a eliminar por las fuerzas en el poder. El partido marxista-leninista de la clase obrera debe ser consciente que dentro de una sociedad donde el poder reside fuera de sus manos, siempre existe la posibilidad de que se use la represión de las fuerzas que actúan como gendarmes del Estado capitalista, en esto incluimos desde el ejército hasta la prensa. Al no considerar lo expuesto se incorporaron a la lucha legal sin mantener un tejido de lucha clandestina sólido que les permitiera evadir la represión que sufrieron a posteriori.

Todo esto, objetivamente, se correspondía a con los defectos aparecidos en los nuevos partidos comunistas marxista-leninistas, y no solo correspondían al valiente MAP-ML, sino que muchos nuevos partidos de esta época provenían de albergar en su seno a miembros que habían estado acostumbrados a trabajar anteriormente en partidos revisionistas junto a las viejas desviaciones provenientes del revisionismo estadounidense de tipo browderista, del revisionismo soviético jruschovista-brézhnevista, del revisionismo chino maoísta y demás, como también les pasó a los marxista-leninistas de Nicaragua en su movimiento obrero. Enver Hoxha explica así la desaparición o degeneración de muchos nuevos partidos nacidos en los 60 y 70 sobre todo influenciados por el revisionismo chino y la ex militancia en partidos de corte revisionista donde se hacía mucho énfasis en la labor legalista:

«En la actualidad existen dificultades y peligros para los nuevos partidos marxista-leninistas que emergieron después década de los 60, y especialmente que fueron creados bajo la influencia de la Revolución Cultural china. En algunos de estos nuevos partidos marxista-leninistas, especialmente en ciertos países de Europa y Latinoamérica, su aparición en escena, la organización y unidad entre sus filas fue hecha no por sanos elementos de la clase obrera, sino por elementos aislados, quienes tenían una débil experiencia, antimarxista, de trabajo reformista de los partidos revisionistas». (Enver Hoxha; El movimiento marxista-leninista y la crisis mundial del capitalismo, agosto de 1979)

Así eran muchos de los partidos escindidos de los viejos partidos revisionistas en el transcurrir de su actividad:

«Estos partidos fueron formados y desarrollos, por así decirlo, en completa legalidad. (…) Por ejemplo, muchos de ellos no hicieron ningún esfuerzo para obtener un profundo conocimiento sobre el rol principal del partido como el destacamento de vanguardia de la clase obrera y de las principales dificultades que encontrarían en su lucha y trabajo bajo las salvajes condiciones de opresión y explotación del régimen capitalista, un régimen hostil, en primer lugar, para los marxistas-leninistas. (…) Así en el ámbito de la organización, algunos de estos nuevos partidos marxista-leninistas que se separaron de los partidos revisionistas, se organizaron, por decirlo así, en las mismas formas legales que los partidos revisionistas y socialdemócratas, así la entera opinión política e ideológica del país no podía fallar en ejercer una influencia dentro de sus filas. Hasta a día de hoy, hay miembros de estos partidos que piensan que ellos pueden militar en las formas legales como comunistas marxista-leninistas sin que ser molestados por el capitalismo y sin sufrir su aparato de represión. En estas circunstancias, entonces, difícilmente se puede decir que allí existe ese núcleo sólido tan fuerte como para poder estar en condiciones de ilegalidad, siendo capaz de resistir un ataque repentino de la reacción, ataque que seguramente se realizará contra el partido. (…) En resumen, algunos de estos partidos marxista-leninistas se diluyeron debido a que no tenían una educada compresión de su papel en la revolución, porque no se organizaron para una feroz lucha contra la reacción organizada y armada y los partidos revisionistas y socialdemócratas, los cuales tienen gran experiencia y numerosos medios para combatir a cualquier oponente que emerge, para lucha y socavar su trabajo, como las herramientas del capital que son». (Enver Hoxha; El movimiento marxista-leninista y la crisis mundial del capitalismo, agosto de 1979)

El MAP-ML fue víctima de errores de este calado o similares, y fue de modo intrínseco víctima de una represión que se extendió sobre su partido y ramas –sindicato, juventudes y demás– hasta que la burguesía en el poder lo liquidó como amenaza. Históricamente se ha demostrado una y otra vez, que cuando el partido comunista obtiene cierta influencia gracias a los métodos legales, la burguesía arremete contra él, exista amenaza real o no en ese momento de la toma de poder por los comunistas:

«El desarrollo de los acontecimientos tras la Segunda Guerra Mundial muestra que, en el marco de las «libertades democráticas», la burguesía ha actuado enérgicamente y en diferentes formas para liquidar el movimiento revolucionario de la clase obrera. Después que la burguesía y la reacción lograron consolidar sus posiciones, expulsaron a los comunistas del gobierno, de los puestos importantes en el aparato del Estado y del ejército, como sucedió en Italia, Francia y Finlandia. En Inglaterra, Austria y otros países, ni siquiera se toleró la presencia de los comunistas en el parlamento, mientras que en Grecia fueron encarcelados y combatidos por la fuerza de las armas. Cuando la burguesía y la reacción constatan que su poder está amenazado por la fuerza y el prestigio crecientes del partido comunista y del movimiento revolucionario de las masas, juegan su última carta: ponen en acción a las fuerzas armadas, organizan pogromos para aplastar y liquidar al movimiento revolucionario y a los partidos comunistas, como sucedió en Irán e Irak, y, recientemente, con los trágicos acontecimientos de Indonesia. En tales casos la reacción y la burguesía de un país dado han aprovechado directamente también la ayuda de la reacción mundial, incluso el apoyo de sus fuerzas armadas como ha ocurrido en la República Dominicana y otros lugares». (Enver Hoxha; El golpe fascista en Indonesia y las enseñanzas que extraen de él los comunistas, 11 de mayo de 1966)

Eso también se volvió a ver en el caso de Nicaragua con el MAP-ML y el gobierno del FSLN; donde la actividad de los marxista-leninistas acaba suponiendo un problema mayor para el gobierno puesto que los marxista-leninistas desmontaban ideológicamente la política antipopular del partido pseudorevolucionario del gobierno, donde «lejos de defender los intereses de todas las clases de la nación» el gobierno defiende los de las clases explotadoras, es ahí, cuando dicho partido del gobierno reaccionario y antipopular se ve amenazado por este desenmascaramiento y pérdida de credibilidad ante las masas, y teme que dicha crisis se profundice y vaya a más o directamente teme que el descontento se traduzca en una inminente insurrección armada comunista y la consecuente pérdida del poder, es llegados a estos puntos críticos, desde el punto de vista del gobierno reaccionario, cuando entonces no tiene miramientos en revocar las «libertades» de la «democracia burguesa», incluyendo en ello el ejercicio de la legalidad burguesa que presuntamente permite la «libertad de prensa», la «libertad de asociación» o la «libertad reunión», incluida y sobre todo la de los marxista-leninistas. Por eso es un completo error descuidar la lucha clandestina e ilegal del partido ya que:

«La burguesía y, junto a ella, los revisionistas modernos, hablan y hacen cálculos sobre las llamadas «libertades democráticas». En efecto, en cada Estado burgués denominado democrático, existen algunas «libertades» democráticas» relativas. Decimos relativas, porque no rebasan jamás el límite de la concepción burguesa de la «libertad» y de la «democracia», porque llegan precisamente hasta el punto de no perjudicar los intereses vitales de la burguesía en el poder. Naturalmente, la clase obrera y los hombres progresistas aprovechan estas condiciones para organizarse, para difundir sus concepciones y su ideología, y preparar el derrocamiento de las clases explotadoras y la toma del poder. (…) Las llamadas «libertad burguesa» y «libertad democrática» en los países capitalistas no son como para permitir a los partidos comunistas y a los grupos revolucionarios alcanzar sus objetivos. De ningún modo. La burguesía y la reacción toleran la actividad de los revolucionarios mientras no constituya un peligro para el poder de clase de la burguesía. Cuando este poder está en peligro, o cuando la reacción encuentra el momento propicio, sofoca las libertades democráticas, recurre a todos los medios, sin ningún escrúpulo moral ni político, para destruir a las fuerzas revolucionarias. En todos los países en que se ha permitido a los partidos comunistas militar abiertamente, la burguesía y la reacción aprovechan esa situación para conocer toda la actividad, las personas, los métodos de trabajo y de lucha de los partidos marxista-leninistas y de los revolucionarlos, por eso, los comunistas y sus partidos auténticamente marxistas-leninistas cometerían un error fatal si tuvieran confianza en las «libertades» burguesas que les proporciona la coyuntura, si lo hicieran todo abiertamente y no guardaran el secreto de su organización y de sus planes. Los comunistas deben aprovechar las condiciones del trabajo legal, incluso para desarrollar un amplio trabajo propagandístico y organizativo, pero, al mismo tiempo, deben estar preparados para el trabajo clandestino». (Enver Hoxha; El golpe fascista en Indonesia y las enseñanzas que extraen de él los comunistas, 11 de mayo de 1966)

Razón por la que nunca hay que olvidar que como le pasó al MAP-ML:

«La burguesía puede dejarte sermonear para luego dar un golpe fascista y liquidarte, y todo eso como resultado de no haber preparado ni los cuadros de choque, ni la labor clandestina, ni sitios donde guarecerse y trabajar, ni medios de combate. Debemos prevenir esta trágica eventualidad». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros de Moscú, 1960)

Viendo el ambiente internacional donde nació y creció el MAP-ML, una época en que se podía ver cómo se las gastaba la burguesía y toda la reacción internacional en el trato a otros partidos y dirigentes marxista-leninistas:

«Muchos destacados combatientes del movimiento marxista-leninista han sido bárbaramente asesinados por los criminales fascistas que están gobernando en muchos países, han muerto bajo la tortura policial, o siguen languideciendo en las oscuras mazmorras de la reacción. A través de su determinación, su coraje, su elevado espíritu de abnegación y su devoción a la gran causa del proletariado, se han convertido en brillantes faros para la lucha de las masas trabajadoras que trabajaban para la liberación nacional y social. (…) Su intachable imagen y vida revolucionaria vivirá en los corazones de todos los verdaderos patriotas y comunistas como un alto ejemplo de inspiración, de llamada a las armas en la lucha contra la burguesía sanguinaria y la reacción». (Albania Today; En la lucha y la revolución los marxista-leninistas deben ser fuertes e indomables; Extractos de una conversación del camarada Enver Hoxha con el camarada Pedro Pomar 18 de agosto de 1967, 1977)

El MAP-ML como partido real de tipo marxista-leninista no sólo debía desechar la ilusión de la toma de poder «pacífica», como parecía que ya había hecho, sino realizar seriamente labores para preparar la revolución haciendo frente desde el primer momento a cualquier ataque contrarrevolucionario contra el partido:

«Los comunistas extraen de los trágicos acontecimientos de Indonesia la enseñanza de que no es suficiente desechar las ilusiones oportunistas sobre la «vía pacífica» y reconocer que la única vía para la toma del poder es la vía revolucionaria de la lucha armada. El partido del proletariado, los marxistas-leninistas y todo revolucionario deben tomar medidas efectivas para preparar la revolución, comenzando por la educación de los comunistas y de las masas en el espíritu militante revolucionario y llegando hasta su preparación concreta para hacer frente a la violencia contrarrevolucionaria de la reacción con la lucha armada revolucionaria de las masas populares». (Enver Hoxha; El golpe fascista en Indonesia y las enseñanzas que extraen de él los comunistas, 11 de mayo de 1966)

Todos estos temas son de extrema necesidad que acaben siendo comprendidos por todos los líderes y militancia de los partidos marxista-leninistas. En la llamada lucha legal en la sociedad burguesa, no se puede temer crear huelgas, liderar movilizaciones, realizar discursos, vociferar proclamas o establecer programas que molestan al gobierno de turno que en según qué contexto puede sobrepasar la actividad por así decirlo «legal». Y por descontando el conocido como trabajo «legal» debe hilarse siempre con un trabajo ilegal en la clandestinidad, correspondiendo el trabajo «legal» en la medida de lo posible a la preparación de la próxima revolución proletaria:

«El militar exige grandes sacrificios, incluso hasta el último sacrificio, de nosotros los comunistas. No todos los comunistas entienden esto. Hay algunos que entienden de forma deficiente, creen que restringiendo sus esfuerzos a la propaganda superficial que no causa problemas o peligros a la legalidad «democrática» y adoptan algunas posiciones políticas endebles y no movilizar a los militantes con lo que no obtienen resultados concretos. (…) La existencia y actividad de un partido en la legalidad y las posibilidades de las cuales la burguesía capitalista provee a su trabajo no debe crearle ilusiones malsanas. Debemos aprovechar estas posibilidades para desarrollar el trabajo revolucionario, pero el partido, con su núcleo sólido, puede actuar mejor en la clandestinidad mientras explota las diversas formas de trabajo de la «legalidad» burguesa, sin olvidar en ningún momento la lucha encarnizada contra el ejército de la burguesía que nos atacará. No debemos entender el trabajo del trabajo ilegal de una manera sectaria y encerrarnos en el aislamiento, subestimando las formas de lucha legal que se nos permiten, aunque no hay que olvidar que esta «legalidad» es efímera. El trabajo legal es conocido por el enemigo; mientras que la lucha clandestina, que es combinada con la legal se dirige a permanecer en secreto. La lucha legal debe proponerse metas, lograr bajo ciertos límites, resultados que sean susceptibles de servir a la revolución, crear los factores objetivos para ello, para la preparación de los ataques en masa y a gran escala contra el sistema capitalista opresor y su Estado». (Enver Hoxha; Sólo bajo un genuino partido marxista-leninista se pueden conseguir los objetivos; A partir de una charla con Ernst Aust, Presidente del Partido Comunista de Alemania Marxista-Leninista, 30 de noviembre de 1979)

Como epílogo final para entender estos temas que efectivamente deben ser asimilados y comprendidos por todo marxista-leninista, entendamos todos que el partido comunista marxista-leninista: 1) no debe creer que jamás será molestado por el Estado burgués, ya que su actividad revolucionaria hace propenso el choque entre las fuerzas del proletariado con las fuerzas y cuerpos del Estado burgués; 2) no debe limitar su lucha a la «legalidad» burguesa, sino combinarla con la lucha clandestina y unir ambas para preparación de la revolución; 3) no debe crearse ilusiones sobre el trabajo «legal» y caer en el «cretinismo parlamentario» de derecha y la creencia del «tránsito pacífico al socialismo» bajo el régimen parlamentario burgués, sino que debe de tener como objetivo preparar al partido para la toma de poder bajo la revolución violenta; 4) no debe tener miedo a desenmascarar la falsedad de la democracia burguesa, debe desmontar los mitos al respecto ante las masas populares, contraponiéndola a la democracia proletaria; 5) no debe temer violar la legalidad burguesa cuando dicho acto suponga un avance para el movimiento marxista-leninista, ya que la burguesía viola diariamente su propia legalidad constitucional y ha de saberse que para el proletariado violar la constitución burguesa y legalidad burguesa es la única forma de ver nacer una sociedad nueva libre de explotación asalariada de la burguesía. Todo esto se resume en la siguiente excelente cita:

«Los partidos marxista-leninistas son partidos de la revolución. En oposición a las teorías y las prácticas de los partidos revisionistas, que se han hundido de pies a cabeza en el legalismo burgués y en el «cretinismo parlamentario», no reducen su lucha al trabajo meramente legal ni tampoco ven éste como su actividad principal. En el marco de los esfuerzos por dominar todas las formas de la lucha, dedican particular importancia a la combinación del trabajo legal con el ilegal, dando primacía a este último, por ser decisivo para el derrocamiento de la burguesía y por ser una verdadera garantía para alcanzar la victoria. Educan y enseñan a sus cuadros, a sus militantes y a sus simpatizantes para que sepan obrar con inteligencia, habilidad y valentía tanto en condiciones legales como ilegales. Pero también cuando actúan en las condiciones de la profunda clandestinidad, esforzándose por no exponer sus fuerzas ante el enemigo y proteger la organización revolucionaria de sus golpes, los partidos marxista-leninistas no se encierran en sí mismos, no debilitan ni rompen sus lazos con las masas, en ningún momento cesan su actividad viva entre las masas ni dejan de aprovechar en favor de la causa de la revolución todas las posibilidades legales que permiten las condiciones y circunstancias. El partido marxista-leninista, despojado de cualquier ilusión acerca de la toma del poder a través de la vía parlamentaria, puede juzgar y considerar oportuno participar, en algunos casos particulares y favorables, también en actividades legales, como las elecciones municipales, parlamentarias, etc., con el único objetivo de propagar su línea entre las masas y desenmascarar el régimen político burgués. Pero el partido no convierte esta participación en línea general de su lucha, como hacen los revisionistas, no convierte estas formas en principales o, lo que es peor, en únicas formas de lucha. A la hora de explotar las posibilidades legales, el partido busca, encuentra y utiliza formas y métodos de carácter revolucionario, desde los más simples hasta los más complejos, sin medir sacrificios, haciendo esfuerzos para que estas formas y métodos sean lo más populares, lo más accesibles a las masas. En su actividad, los marxista-leninistas, no se preocupan en absoluto de que, con sus acciones revolucionarias, pisotean y violan la constitución, las leyes, las reglas, las normas, el régimen burgués. Luchan para minar este régimen, para preparar la revolución. Por eso, el partido marxista-leninista se prepara y prepara a las masas para hacer frente a los golpes, que la burguesía puede dar en respuesta a las acciones revolucionarias del proletariado y de las masas populares». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Sobra decir, que la lucha del MAP-ML por lograr el empoderamiento de sus militantes contra estas tendencias derechistas no significaba que el partido no debiera combatir o descuidara otras tendencias izquierdistas: 1) como los discursos exaltados e izquierdistas que no correspondían a la realidad e incluso contribuían a quemar las etapas de la revolución; 2) los actos de terrorismo sin ligazón con las masas y en nombre de las masas; ó 3) el no tomar en cuenta las condiciones objetivas y subjetivas que suele dar a veces como resultado una aventurera acción de insurrección tan heroica como estéril; 4) Aislarse de los focos de trabajo de las masas, y dejadlos a merced de la influencia de los partidos y organizaciones de masas de la burguesía y pequeña burguesía.

Este último punto parece que si fue sufrido por la organización marxista-leninista nicaragüense. El MAP-ML parece ser, que solo participó en los frentes con su agrupación sindical del Frente Obrero, que participó en la Movimiento Pueblo Unido (MPU) después renombrado como Frente Patriótico Nacional (FPN).

Téngase en cuenta que en el frente del MUP existían más de una decena de organizaciones de todo tipo, tanto de partido como organizaciones de masas, gran parte de la población trabajadora estaba presente allí. Quizás el hecho que no operara allí ni sus juventudes ni el partido mismo, fue una de las razones que llevaron a que cuando el FSLN desató la represión contra el MAP-ML este último no tuviera suficientemente influencia en la población debido a su deficiente trabajo con las masas trabajadoras. Esta razón puede corresponder a dos razones: 1) Si en un frente mandas solo al ala sindical o a la juventud, estas no son el destacamento de clase oportuno para influenciar a la propia clase obrera y al resto de clases trabajadoras y sus organizaciones que están en el frente, por lo que puede que no represente correctamente la línea de partido o no abarques suficientes campos; 2) del mismo modo que si se diera el caso de que el partido estuviera presente en el frente pero no sus ramas como las juventudes, puede que se pierda parte del contacto con ciertas capas de la sociedad juvenil o las mujeres, que son de vital importancia para la revolución y son núcleos de la sociedad para los que precisamente existen las ramas pertinentes del partido que pueden desempeñar mejor el papel de orientador y organizador, pues es su papel esencial. El caso del MAP-ML fue el primero, por eso creemos que era menester haber lanzado todas sus ramas y al propio partido a la lucha en el frente del MPU, después si las condiciones lo exigen, y siempre y cuando ya hubiera consolidado su poder, haber creado otro frente paralelo en contra del eje político claudicador, vacilante, oportunista y burgués de FSLN con otras organizaciones afines.

En Nicaragua, según el contexto de correlación de fuerzas donde el MAP-ML empezaba en 1972 a la zaga de otras organizaciones con más bagaje y más influencia en la sociedad nicaragüense, y dadas las condiciones y tareas principales antifascistas y antiimperialistas de la lucha donde la mayoría de organizaciones se agruparon en frentes como el MPU. Parece que el contexto adecuado para el MAP-ML hubiera sido «bajar a luchar al barro» con todas sus organizaciones e influenciar bajo las técnicas de frente que ya explicamos al principio del documento a la militancia honesta de todas esas organizaciones de variopintas tendencias. Esta era la única posibilidad para que o bien en el desarrollo de un buen trabajo haber agarrado una posición defensiva segura cuando el FSLN desatara una represión contra la organización tras el triunfo de julio de 1979 y poder repelerla y contraatacarla eficazmente.

En resumen parecer ser que el MAP-ML descuidó las tácticas de frente, esto tuvo como consecuencia que cuando el FSLN dirige la represión y la propaganda contra la organización esta no se había granjeado una posición lo suficientemente fuerte como para aguantar la embestida. De nuevo a los marxista-leninistas nicaragüenses les habría venido perfecto estudiar las obras y lecciones de Dimitrov:

«El papel dirigente del partido comunista en las luchas de la clase obrera hay que conquistarlo. Para esto, no hace falta declamar acerca del papel dirigente de los comunistas, sino que hay que merecer, ganar, conquistar la confianza de las masas obreras con una labor cotidiana de masas y una política justa. Esto sólo se logrará si nosotros, los comunistas, en nuestra labor política tenemos seriamente en cuenta el verdadero nivel de conciencia de clase de las masas, su grado de revolucionarización, si apreciamos seriamente la situación concreta, no a través de nuestros de deseos, sino a través de la realidad. Tenemos que facilitar a las extensas masas, pacientemente, paso a paso, el tránsito a las posiciones del comunismo. (…) Queremos encontrar un lenguaje común con las más extensas masas, para luchar contra el enemigo de clase, encontrar los caminos, por los cuales la vanguardia revolucionaria se sobreponga definitivamente a su aislamiento de las masas del proletariado y de todos los trabajadores y para que la propia clase obrera se sobreponga al fatal aislamiento de sus aliados naturales en la lucha contra la burguesía, contra el fascismo. Queremos incorporar a las masas cada vez más extensas a la lucha revolucionaria de clases y atraerlas a la revolución proletaria, partiendo de sus intereses y necesidades candentes y sobre la base de su propia experiencia revolucionaria. (…) Queremos extirpar de nuestras filas el sectarismo satisfecho de sí mismo, que cierra, ante todo, el camino hacia las masas e impide la realización de una verdadera política bolchevique de masas. Queremos que los comunistas de cada país saquen y aprovechen todas las enseñanzas de su propia experiencia, como vanguardia revolucionaria del proletariado. Queremos que aprendan lo antes posible a nadar en las aguas tempestuosas de la lucha de clases y que no se queden en la orilla como observadores y registradores de las olas que se acercan, esperando el buen tiempo. (Georgi Dimitrov; La clase obrera contra el fascismo; Informe en el VIIº Congreso de la Komintern, 2 de agosto de 1935)

Todo apunta, al juzgar los hechos, que ese defecto de mala praxis en las técnicas de frente y aislacionismo con las masas se juntó con lo ya mención: que tras el triunfo el MAP-ML se concentró en exceso en la lucha legal y abandonaron la lucha clandestina; en tanto no tenían un tejido clandestino en el que apoyarse para adoptar posición defensiva ante un eventual ataque de la reacción ni un apoyo de las masas lo suficientemente grande que facilitara su defensa.

Un buen ejemplo de cómo se tiene que comportar un recién creado partido marxista-leninista está contenido en el consejo que Enver Hoxha le dio al brasileño Pedro Pomar en una entrevista bilateral del 18 de agosto de 1967, a poco años de ser brutalmente asesinado por la dictadura militar brasileña:

«Un nuevo partido marxista-leninista no debe ser perturbado por el hecho de que, en un principio, no tenga la fuerza ni la autoridad necesarias sino que por el contrario debe pensar como fortalecer su trabajo y, por otro lado, como asegurarse sus aliados. Tal vez pueda ser débil, no muy bien organizado, y todavía tener poca influencia entre las masas, pero esto no debería hacerlo sectario y evitar el contacto con aquellos a los que son susceptibles de poder explicarles las cosas, y ser ganados para la causa y ser lanzarlos a la lucha. Al mismo tiempo, este partido no debe borrar su individualidad, colocar a cualquier frente por delante y destruirse así mismo. Por el contrario, siempre deberá preservar su independencia, sus principios y sus normas. Debe sin falta, asegurar su papel hegemónico en la revolución a través de la lucha y su política correcta. Para que la revolución sea coronada con éxito debe ser dirigida por su partido marxista-leninista, pero nadie le dará tal hegemonía: esta deberá ganársela». (Albania Today; En la lucha y la revolución los marxista-leninistas deben ser fuertes e indomables, #2, 1977) (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Qué fue de la «Revolución Popular Sandinista»?: Un análisis de la historia del FSLN y sus procesos, 19 de julio del 2015)


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El Ejército sirio llega hasta la frontera turca en Latakia

El Ejército sirio continúa sus ofensivas contra las posiciones de los grupos terroristas takfiris, señaló el portavoz del Mando General, general Ali Maijub, el lunes, añadiendo que las tropas gubernamentales han tomado el control de varias colinas situadas cerca de la frontera turca.

El general Maijub dijo que las tropas sirias junto con combatientes de las Fuerzas de Defensa Nacional en las provincias de Homs y Alepo habían liberado dos localidades en el norte de Homs y otras cinco en el sur de Alepo.

«Como resultado de los ataques contra las posiciones de los terroristas, decenas de estos últimos han sido muertos o heridos», indicó el general.

«Nuestras fuerzas armadas han llevado a cabo también misiones de combate en el área de Salam-Yub al Ahmar, cerca de la frontera turca, capturando importante colinas en la misma región», añadió.

En estos últimos días han aparecido imágenes de vídeo que muestran los ataques contra las posiciones de los grupos militantes lanzados por una nueva arma en poder del Ejército sirio: el lanzacohetes termobárico ruso TOS-1 “Buratino” (imagen que acompaña esta entrada). Esta arma fue utilizada por vez primera contra los terroristas del Frente al Nusra, la rama siria de Al Qaida, en la región montañosa de la provincia de Latakia.

Después de varios días de intensos ataques de esta arma, los militantes han abandonado sus posiciones retirándose unos 30 kms hacia el interior de la provincia de Idleb. Otros han preferido cruzar la frontera turca, al norte de Latakia, poco antes de que el Ejército sirio lograra finalmente asegurarla.


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Atraco a mano armada

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Diferencia entre los marxistas y los anarquistas

«1) En que los primeros, proponiéndose como fin la destrucción completa del Estado, reconocen que este fin sólo puede alcanzarse después que la revolución socialista haya destruido las clases, como resultado de la instauración del socialismo, que conduce a la extinción del Estado; mientras que los segundos quieren destruir completamente el Estado de la noche a la mañana, sin comprender las condiciones bajo las que puede lograrse esta destrucción.
2) En que los primeros reconocen la necesidad de que el proletariado, después de conquistar el poder político, destruya completamente la vieja máquina del Estado, sustituyéndola por otra nueva, formada por la organización de los obreros armados, según el tipo de la Comuna; mientras que los segundos, abogando por la destrucción de la máquina del Estado, tienen una idea absolutamente confusa respecto al punto de con qué ha de sustituir esa máquina el proletariado y cómo éste ha de emplear el poder revolucionario; los anarquistas niegan incluso el empleo del poder estatal por el proletariado revolucionario, su dictadura revolucionaria.
3) En que los primeros exigen que el proletariado se prepare para la revolución utilizando el Estado moderno, mientras que los anarquistas niegan esto». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El Estado y la Revolución, Agosto a septiembre de 1917)

El «pecado» de Siria

El “pecado” de Siria es pretender ser una nación independiente, pretender disfrutar de sus propios recursos, pretender desarrollar una política propia, pretender defender su soberanía con uñas y dientes.

El “pecado” de Siria es no contar con un Banco Central en su territorio bajo control de la familia Rothschild, no tener deudas con el Fondo Monetario Internacional, el atreverse a prohibir el cultivo y la importación de alimentos transgénicos, el disponer de grandes reservas de hidrocarburos, el oponerse al sionismo criminal y al apartheid israelí, el ser la última nación laica de Oriente Medio…

Son “pecados” que sabemos que el imperialismo no le perdonara. “Pecados” que EE.UU. y la OTAN no están dispuestos a tolerar.

Pero pese a quien le pese, ni todos los mercenarios y terroristas creados, armados y financiados por los de siempre ni todos los bombardeos de los que ya bombardearon antes otras tantas naciones soberanas ni todos los intentos de desestabilización exterior ni todos los burdos intentos de derrocar un gobierno legítimo y de reducir a Siria a cenizas ni la rapiña de los buitres que quieren saquear una nación digna, podrán con la fortaleza de acero y la voluntad de hierro de los sirios de defender su pueblo, su país y su proceso.

Siria seguirá alzando con orgullo las banderas del panarabismo y del socialismo árabe, con más firmeza y convicción a cada paso.

La determinación siria lleva cuatro años resistiendo al invasor y lo seguirá haciendo hasta las últimas consecuencias. Como dijo el presidente Bashar Al Assad:

“Más de siete mil años de Historia y nuestra Patria no se ha arrodillado ante ningún imperio. Menos ahora”.

Syrians-Support-Reform-Process

Los cambios en las relaciones de clase y nuestras discrepancias; Stalin, 1929

«¿En qué consisten nuestras discrepancias? ¿A qué cuestiones se refieren?

Se refieren, ante todo, a los cambios en las relaciones de clase que se vienen produciendo últimamente en nuestro país y en los países capitalistas. Ciertos camaradas piensan que las discrepancias existentes en nuestro partido tienen un carácter casual. Esto es falso, camaradas, absolutamente falso. Las discrepancias existentes en el seno de nuestro partido provienen de los cambios operados en las relaciones de clase, se deben al recrudecimiento de la lucha de clases que se viene produciendo en estos últimos tiempos y que determina un viraje en la marcha de las cosas.

El error fundamental del grupo de Bujarin consiste en no ver estos cambios operados en las relaciones y este viraje, en no verlos y no querer advertirlos. Eso explica, en realidad, su incomprensión de las nuevas tareas del partido y de la Komintern, incomprensión que constituye el rasgo característico de la oposición bujarinista.

¿Habéis observado, camaradas, cómo, en sus discursos ante el Pleno del Comité Central y de la Comisión de Control Central, los dirigentes de la oposición bujarinista han eludido en absoluto el problema de los cambios en las relaciones de clase ocurridos en nuestro país, no han dicho ni una palabra acerca del recrudecimiento de la lucha de clases y no han aludido siquiera de pasada a la relación que guardan nuestras discrepancias precisamente con este recrudecimiento de la lucha de clases? Han hablado de todo; han hablado de filosofía y de teoría; pero no han dicho ni una palabra de los cambios en las relaciones de clase, que son los que determinan la orientación y la actuación práctica de nuestro partido en el momento actual.

¿A qué obedece este hecho tan peregrino? ¿Se deberá al olvido? ¡Naturalmente que no! Los políticos no pueden olvidar lo principal. La cosa obedece a que no ven ni comprenden los nuevos procesos revolucionarios que se están produciendo en la actualidad, tanto en nuestro país como en los países capitalistas. La cosa obedece a que se les ha escapado lo fundamental, a que no advierten esos cambios en las relaciones de clase que no se le deben escapar al político. Ello explica, principalmente, la perplejidad y la indefensión de que la oposición bujarinista da pruebas ante las nuevas tareas de nuestro partido.

Recordad los últimos acontecimientos producidos dentro de nuestro partido. Recordad las consignas que nuestro partido lanzó últimamente en razón de los nuevos cambios de las relaciones de clase operados en nuestro país. Me refiero a consignas como la de autocrítica, como la de intensificación de la lucha contra el burocratismo y de depuración del aparato soviético, la de capacitación de nuevos cuadros dirigentes de la economía y de especialistas rojos, la de fortalecimiento del movimiento koljósiano y sovjósiano, la de ofensiva contra el kulak, la de reducción del precio de coste y la de mejoramiento radical de la labor práctica de los sindicatos, la de depuración del partido, etc. Para ciertos camaradas, estas consignas eran sorprendentes y desconcertantes, cuando se ve a las claras que son las consignas más necesarias y más oportunas del partido en el momento presente.

La cosa comenzó cuando, en relación con el asunto de Shajti [Se refiere a la labor subversiva de la organización contrarrevolucionaria de especialistas burgueses quede 1923 a 1928 actuó en Shajti y en otros distritos de la cuenca del Donetz – Anotación de la Edición], planteamos de un modo nuevo el problema de los nuevos cuadros dirigentes de la economía, el problema de la formación de especialistas rojos, salidos de la clase obrera, para sustituir a los viejos técnicos.

¿Qué ha revelado el asunto de Shajti? Ha revelado que la burguesía no está, ni mucho menos, aplastada; que organiza y seguirá organizando el sabotaje contra nuestra edificación económica; que nuestras organizaciones económicas y sindicales y, en parte, las organizaciones de nuestro partido no advertían la labor de zapa de nuestros enemigos de clase y que, por tanto, era necesario fortalecer y perfeccionar nuestras organizaciones, por todos los medios y poniendo a contribución todas las fuerzas, y desarrollar y fortalecer su vigilancia de clase.

Con este motivo se hacía hincapié en la consigna de autocrítica. ¿Por qué? Porque no es posible mejorar nuestras organizaciones económicas, sindicales y del partido, no es posible impulsar la edificación del socialismo y poner coto al sabotaje de la burguesía, sin desplegar al máximo la crítica y la autocrítica, sin poner bajo el control de las masas la labor de nuestras organizaciones. Es un hecho que el sabotaje no se manifestaba ni se sigue manifestando sólo en las zonas hulleras, sino también en la metalurgia, en la industria de guerra, en el Comisariado del Pueblo de Vías de Comunicación, en la industria del oro y del platino, etc., etc. De ahí la consigna de la autocrítica.

Además, teniendo en cuenta las dificultades del acopio de cereales y los ataques de los kulaks contrala política soviética de precios, planteamos con firmeza la necesidad de impulsar por todos los medios la formación de koljóses y sovjóses, la ofensiva contra el kulak y la organización del acopio de cereales, presionando, a este fin, sobre los kulaks y los elementos acomodados del campo.


¿Qué revelaron las dificultades del acopio de cereales? Revelaron que el kulak no se dormía, que crecía, que organizaba la labor de zapa contra la política del poder soviético y que las organizaciones de nuestro partido, de los soviets y de las cooperativas, cuando menos una parte de ellas, o no veían al enemigo, o se adaptaban a él, en vez de combatirlo.

De aquí que se hiciera nuevamente hincapié en la consigna de la autocrítica, en la consigna de fiscalización y perfeccionamiento de las organizaciones de nuestro partido, de las cooperativas y de las de acopios en general.

Además, ligada a las nuevas tareas de reestructuración de la industria y de la agricultura sobre la base del socialismo, se planteaba la consigna de reducir sistemáticamente el coste de producción, de fortalecer la disciplina de trabajo, de desarrollar la emulación socialista, etc. Y estas tareas exigían la revisión de toda la labor práctica de los sindicatos y del aparato de los soviets, una reanimación a fondo de estas organizaciones y su depuración de elementos burocráticos.

De aquí que se hiciera hincapié en la consigna de lucha contra el burocratismo en los de sindicatos y en el aparato de los soviets.

Finalmente, el porqué de la consigna de depuración del partido. Sería ridículo pensar en la posibilidad de fortalecer nuestras organizaciones soviéticas, económicas, sindicales y cooperativas, en la posibilidad de limpiarlas de la basura del burocratismo, sin aguzar el filo del partido mismo. Es indudable que los elementos burocráticos no anidan sólo en las organizaciones económicas y cooperativas, sindicales y soviéticas, sino también en las organizaciones del propio partido. Y si éste es la fuerza rectora de todas esas organizaciones, es evidente que la depuración del partido constituye una premisa obligada, sin la cual no puede llevarse a término la vivificación y el mejoramiento de todas las demás organizaciones de la clase obrera. De ahí la consigna de depuración del partido.

¿Son casuales estas consignas? No, no son casuales. Vosotros mismos veis que no lo son. Estas consignas son eslabones necesarios de una cadena ininterrumpida, que se llama ofensiva del socialismo contra los elementos del capitalismo.

Estas consignas responden, ante todo, al período de la reestructuración de nuestra industria y de nuestra agricultura sobre la base del socialismo. ¿Y qué es la reestructuración de la economía nacional sobre la base del socialismo? Es la ofensiva del socialismo, desplegada en todo el frente contra los elementos capitalistas de la economía nacional. Es un avance importantísimo de la clase obrera de nuestro país hacia la edificación del socialismo. Ahora bien, para poder llevar a cabo dicha reestructuración, lo primero es mejorar y fortalecer los cuadros de la edificación socialista, tanto los cuadros dirigentes de la economía, de los soviets y de los sindicatos, como los del partido y de las cooperativas; es necesario aguzar el filo de todas nuestras organizaciones, limpiarlas de basura, redoblar la actividad de las grandes masas de la clase obrera y del campesinado.

Además, estas consignas responden a la resistencia que los elementos capitalistas de la economía nacional ofrecen a la ofensiva del socialismo. El llamado asunto de Shajti no se puede considerar fortuito. Actualmente hay «shajtistas» en todas las ramas de nuestra industria. Muchos de ellos han sido capturados, pero no todos, ni mucho menos. El sabotaje de los intelectuales burgueses es una de las formas más peligrosas de la resistencia contra el avance del socialismo. Y este sabotaje es tanto más peligroso por cuanto está en contacto con el capital internacional. El sabotaje burgués es prueba indudable de que los elementos capitalistas no se han dado por vencidos, ni mucho menos, sino que acumulan fuerzas para lanzarse a nuevas ofensivas contra el poder Soviético.

Por lo que se refiere a los elementos capitalistas del campo, todavía son menos las razones para calificar de casual los ataques que desde hace ya más de un año vienen manteniendo los kulaks contra la política soviética de precios. Muchos no pueden explicarse hasta ahora por qué los kulaks estuvieron entregando voluntariamente el trigo hasta 1927 y a partir de esta fecha dejaron de hacerlo. Pero esto no tiene nada de asombroso. Si antes el kulak era relativamente débil y no estaba en condiciones de montar en serio su hacienda, no contaba con capital bastante para fortalecerla, lo cual le obligaba a lanzar al mercado todo o casi todo el excedente de su producción de cereales, ahora, después de varios años de buena cosecha, cuando ha conseguido organizar su hacienda y reunir el capital necesario, se siente ya capaz de maniobrar en el mercado, puede almacenar trigo –la divisa de las divisas–, haciéndose una reserva personal, y prefiere llevar al mercado carne, avena, cebada y otros productos de cultivos secundarios. Hoy sería ridículo confiar en que el kulak va a entregarnos el trigo voluntariamente.

Ahí está el quid de la actual resistencia del kulak a la política del poder soviético.

¿Y qué significa la resistencia de los elementos capitalistas de la ciudad y del campo a la ofensiva del socialismo? Significa la reagrupación de las fuerzas de los enemigos de clase del proletariado con objeto de defender lo viejo contra lo nuevo. Fácil es comprender que esto tiene que recrudecer forzosamente la lucha de clases. Mas, para aplastar la resistencia de los enemigos de clase y despejar el camino para los avances del socialismo, hace falta, aparte de otras cosas, aguzar el filo de todas nuestras organizaciones, limpiarlas de burocratismo, mejorar sus cuadros y movilizar masas de millones de hombres de la clase obrera y de las capas trabajadoras rurales contra los elementos capitalistas de la ciudad y del campo.

A estos cambios en las relaciones de clase obedecen las actuales consignas de nuestro partido.

Otro tanto hay que decir de los cambios en las relaciones de clase producidos en los países capitalistas. Sería ridículo pensar que la estabilización del capitalismo no ha sufrido modificaciones. Y aún más ridículo sería afirmar que la estabilización se afianza y va adquiriendo solidez. En realidad, la estabilización del capitalismo está siendo minada y se quebranta cada mes, cada día que pasa. La intensificación de la lucha por los mercados exteriores y las materias primas, el aumento de los armamentos, la agudización del antagonismo entre Norteamérica e Inglaterra, los progresos del socialismo en la Unión Soviética, la radicalización de la clase obrera de los países capitalistas, la ola de huelgas y de batallas de clase en los países europeos, el auge del movimiento revolucionario en las colonias, comprendida la India, el avance del comunismo, en todos los países del mundo: todos estos hechos revelan de modo indudable que en los países del capitalismo están madurando los elementos de un nuevo auge revolucionario.

De ahí la tarea de agudizar la lucha contra la socialdemocracia y, ante todo, contra su ala «izquierda», como soporte social del capitalismo.

De ahí la tarea de agudizar, en el seno de los partidos comunistas, la lucha contra sus elementos de derecha, como vehículos de la influencia socialdemócrata.

De ahí la tarea de agudizar la lucha contra las tendencias conciliadoras para con la desviación derechista, tendencias que sirven de refugio al oportunismo en los partidos comunistas.

De ahí la consigna de depurar de tradiciones socialdemócratas los partidos comunistas.

De ahí la llamada nueva táctica del comunismo en los sindicatos.

Ciertos camaradas no comprenden el sentido y la importancia de estas consignas. Pero el marxista comprenderá siempre que, sin llevar a la práctica estas consignas, es imposible preparar a las masas proletarias para las nuevas batallas de clase, es imposible la victoria sobre la socialdemocracia, es imposible seleccionar líderes verdaderos del movimiento comunista, capaces de llevar a la clase obrera a la lucha contra el capitalismo.

He ahí, camaradas, los cambios en las relaciones de clase producidos en nuestro país y en los países del capitalismo y sobre la base de los cuales han ido surgiendo las presentes consignas de nuestro partido, lo mismo por lo que se refiere a su política interior que a la Komintern.

Nuestro partido ve estos cambios en las relaciones de clase, comprende la importancia de las nuevas tareas y moviliza las fuerzas para realizarlas. Por eso hace frente a los acontecimientos pertrechado con todas las armas. Por eso no teme las dificultades que se alzan ante él, ya que está preparado para vencerlas.

La desgracia del grupo de Bujarin consiste en que no ve estos cambios en las relaciones de clase y no comprende las nuevas tareas del partido. Y precisamente por eso, porque no las comprende, le domina por completo el desconcierto, está dispuesto a rehuir las dificultades, a retroceder ante ellas y abandonar las posiciones.

¿Habéis visto alguna vez a los pescadores capear el temporal en un río caudaloso, como, por ejemplo, el Yeniséi? Yo los he visto en varias ocasiones. Unos pescadores, al ver que se avecina la tormenta, despliegan todas sus energías, animan a los compañeros y ponen audazmente proa al temporal: «¡Animo, muchachos! Sujetad bien el timón y hendidlas olas. ¡Saldremos adelante!».

Pero hay otra clase de pescadores que, en cuanto barruntan la tempestad, se desaniman, comienzan a lamentarse y desmoralizan a su gente: «¡Qué desgracia, se acerca la borrasca! ¡Tumbaos en el fondo de la barca, muchachos, y cerrad los ojos; tal vez las olas nos lleven a la orilla!». (Hilaridad general)

Creo que no hace falta demostrar que la actitud y la conducta del grupo de Bujarin se parecen como dos gotas de agua a la actitud y la conducta de los segundos pescadores, los que retroceden despavoridos ante las dificultades.

Nosotros decimos que en Europa están madurando las condiciones para un nuevo auge revolucionario y que esta circunstancia nos dicta nuevas tareas en cuanto al reforzamiento de la lucha contra la desviación de derecha dentro de los partidos comunistas y a la expulsión del partido de los desviacionistas de derecha, al reforzamiento de la lucha contra el espíritu de conciliación que encubre a los desviacionistas de derecha, al reforzamiento de la lucha contra las tradiciones socialdemócratas dentro de los partidos comunistas, etc., etc. Pero Bujarin nos contesta que todo esto son futesas, que no tenemos ninguna tarea nueva de ese tipo y que, en realidad, la cosa se reduce a que la mayoría del Comité Central desea «meterse» con él.

Decimos que los cambios en las relaciones de clase producidos en nuestro país nos dictan tareas nuevas, las cuales requieren una reducción sistemática del coste de producción y el fortalecimiento de la disciplina de trabajo en las empresas, y que es imposible cumplir estas tareas sin un cambio radical en toda la labor práctica de los sindicatos. Pero Tomski nos contesta que todo esto son futesas, que no tenemos ninguna tarea nueva de ese tipo y que, en realidad, la cosa se reduce a que la mayoría del Comité Central quiere «meterse» con él.

Decimos que la reestructuración de la economía nacional nos dicta nuevas tareas en cuanto al reforzamiento de la lucha contra el burocratismo del aparato soviético y económico, en cuanto a la depuración de este aparato de elementos podridos y extraños, de saboteadores, etc., etc. Pero Rýkov nos contesta que todo esto son futesas, que no tenemos ninguna tarea nueva de ese tipo y que, en realidad, la cosa se reduce a que la mayoría del Comité Central quiere «meterse» con él.

¿No es ridículo esto, camaradas? ¿No es evidente que Bujarin, Rýkov y Tomski no ven más allá de sus narices?

La desgracia del grupo de Bujarin consiste en que no percibe los nuevos cambios en las relaciones de clase ni comprende las nuevas tareas del partido. Precisamente por eso, porque no las comprende, se ve obligado a ir a remolque de los acontecimientos y a capitular ante las dificultades.

Ahí está el quid de nuestras discrepancias». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili‬, ‎Stalin‬; Sobre la desviación derechista en el Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1929)

Rajoy y la deriva autocrática del PP

La autocracia, del griego autos (por sí mismo) y kratos (poder o gobierno), sería la forma de Gobierno ejercida por una sola persona con un poder absoluto e ilimitado, especie de parásito endógeno de otros sistemas de gobierno (incluida la llamada democracia formal), que partiendo de la crisálida de una propuesta partidista elegida mediante elecciones libres , llegado al poder se metamorfosea en líder Presidencialista con claros tintes autocráticos (inflexible, centralista y autoritario), lo que corrobora la tesis de Lord Acton “El Poder tiende a corromper y el Poder absoluto, corrompe absolutamente”. Los sistemas autocráticos (gobiernos de facto), serían pues una especie de dictaduras invisibles sustentados en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas) y represión social ( promulgación de Decretos-Leyes que rozarían la constitucionalidad pero que quedarán revestidos por el barniz democratizador del Tribunal Constitucional de turno (Ley Mordaza), síntomas evidentes de una deriva totalitaria que cristalizará en la implementación por el establishment de un régimen Presidencialista autocrático , heredero natural del legado de Franco.

El establishment del Estado español estaría formado por las élites financiera-empresarial,política, militar, jerarquía católica,universitaria y mass media del Estado español,herederos naturales del legado del General Franco que habrían fagocitado todas las esferas de decisión (según se desprende de la lectura del libro “Oligarquía financiera y poder político en España” escrito por el ex-banquero Manuel Puerto Ducet), e iniciado asimismo una deriva totalitaria que habría ya convertido a la seudodemocracia española en rehén del establishment y que tendría como objetivo último la implementación del “Estado Tardofranquista”, anacronismo político que bebe de las fuentes del centralismo jacobino francés y del paternalismo de las dictaduras blandas y refrendado por iniciativas como la aprobación de la nueva Ley de Educación (Lomce);el rechazo del Grupo Popular a la proposición no de ley de IU para “sancionar penalmente los actos de apología de la dictadura franquista, la actividad delictiva de los grupos de ultraderecha”, la modificación del Código Penal para constriñir hasta su nimiedad la libertad de expresión y los derechos de huelga, reunión y manifestación y la controvertida reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral de 1.985.
Además, asistiremos a la modificación de la actual Ley de Huelga a petición de la CEOE y una nueva y agresiva reforma del Código Penal, con el objetivo inequívoco de hacer realidad la frase de Fraga en su etapa de Ministro de la Gobernación del régimen franquista (“La calle es mía”), aunado con la adopción en las ciudades gobernadas por el PP como Madrid, de medidas anticívicas calcadas de la Ley franquista de Buen Gobierno (1948) y la posterior implantación en todo el Estado español de un clon de la Ley de Vagos y Maleantes (ley nacida en la II República y adoptada por aclamación por el régimen franquista).
Posteriormente y en el paroxismo de la lógica distópica, se procederá a la implementación de la “Doctrina Aznar” que tendría como ejes principales la culminación de la «derrota institucional de ETA para impedir que el terrorismo encuentre en sus socios políticos el oxígeno que le permita sobrevivir a su derrota operativa» y el mantenimiento de la «unidad indisoluble de España «, lo que se traducirá en el finiquito de la representación institucional lograda por EH Bildu en base al apoyo popular mediante la ilegalización del partido abertzale Sortu tras la remisión por Dignidad y Justicia a la Fiscalía del TSJPV de una denuncia penal contra el presidente de Sortu, Hasier Arraiz por unas declaraciones en las que emplazó a “dar jaque mate a la Guardia Civil” y la aplicación del Código Penal a Artur Mas por la declaración unilateral de independencia de Cataluña, medidas que conllevarán el final de la más larga experiencia seudodemocrática de la historia del Estado española (35 años).
Sin embargo, la crisis económica, la desafección política de la sociedad española motivada por los sangrantes casos de corrupción de la élite político-económica y el creciente descrédito de la institución Monárquica han hecho revisar los esquemas idílicos de la Transición y la vigencia de la Constitución del 78 en la que se sustenta el actual status quo , por lo que se antoja inevitable un proceso de catarsis y posterior metanoia colectiva que tendrá como efectos benéficos la liberación de la parte indómita del individuo primigenio ( el lobo estepario) que ha permanecido agazapado en un recodo del corazón, sedado y oprimido por la tiranía del actual sistema dominante, neoliberal y constrictor de las libertades democráticas. Así, tras un un parto agónico en el que agonizará lo viejo sin que amanezca lo nuevo, asistiremos al nacimiento del “Individuo Multidimensional” como generador de un tsunami popular de denuncia del actual déficit democrático, social y de valores e instaurador del caos constructivo que terminará por diluir el opiáceo inhibidor de la conciencia crítica (consumismo compulsivo) , finiquitar las estructuras del obsoleto Régimen del 78 y proceder a la instauración de la III República en el horizonte del 2020.
GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ- Analista

El Estado y la Revolución; Lenin, 1917

Introducción de «Bitácora (M-L)»

Se trata de un texto fundamentales de la teoría científica del marxismo-leninismo, en el no solo se aborda la naturaleza explotadora y represora del Estado como expresión de la clase que tiene el poder, burguesía o proletariado, sino de como este, tras un proceso revolucionario irá cambiando su carácter de Estado bajo la destrucción objetiva de la clase burguesa, lo que cambiará la naturaleza del mismo y en consecuencia la necesidad para someter a la clase antagónica.

Con la desaparición de las clases inevitablemente se producirá la extinción del Estado en la sociedad sin clases, pues este que cumple una actividad represora ya no tendrá objeto de existencia.

A modo de aclaración para el lector no familiarizado con la teoría marxista-leninista, cuando en estas, líneas se dice que el Estado pierde su esencia de clase, es decir que deja de ser el Estado que conocemos, se refiere a que cuando la Revolución Proletaria triunfante cumple su tarea de expropiar los medios de producción y con ello elimina objetivamente a la clase burguesa —esta sigue existiendo como un rescoldo cultural, sobre todo en los sectores burocráticos e intelectuales, sostenida por la burguesía internacional—, o lo que es lo mismo, el Estado sigue siendo la expresión de una clase pero objetivamente ya no hay más que una clase porque los medios de producción ya no son «propiedad privada»; en tanto, ese Estado nuevo, bajo la Dictadura del Proletariado, es más un aparato administrador que uno represor, no obstante está actividad última la ejerce en el sentido que subjetivamente la burguesía sigue existiendo y de hecho organizándose en contra del proceso en desarrollo al interior; al exterior la lucha de clases tiene un carácter interestatal.

Con el desarrollo del socialismo y la extinción total de la burguesía y su cultura durante el mismo, el Estado se extinguirá cuando logre la socialización de la vida social en todos los ámbitos, cuando consiga eliminar las taras heredadas en todos los campos por la sociedad capitalista, dicho Estado no necesitará más una clase dominante que lo maniate, pues en ese momento ya no habrá más que clases sociales trabajadoras que han sido transformadas en dicho proceso proletarizándose —sean parte del campesinado o de la intelectualidad—, dicho Estado podrá además dejar de ejercer funciones represivas cuando se logre tanto lo citado anteriormente como el fin del cerco capitalista y el triunfo mundial del socialismo.

Vale expresar que en estas líneas queda totalmente evidenciada la necesidad de la vía revolucionaria, pues la teoría revisionista de la transición pacífica, cuasi evolucionista, del capitalismo al socialismo es una falsa premisa anticientífica del proceso histórico; y si bien puede que alcanzar el poder se produzca de un modo pacífico, pero ese poder no es por sí mismo revolucionario, pues este sólo permite la administración del Estado burgués existente, en cuanto este requiere de una revolución que lleve a la dictadura del proletariado; y claro está que la revolución inevitablemente genera una reacción contrarrevolucionaria.

Notas

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Noticias del frente bélico sirio

Las tropas sirias, apoyadas por la Fuerza Aérea rusa, han intensificado su ofensiva contra los terroristas del Estado Islámico mediante ataques concentrados de artillería y aviación en determinados sectores, según ha informado este lunes el portavoz del Ejército sirio, el general de brigada Ali Mayhub, y ha publicado RIA Novosti.

En particular, el general indicó que las Fuerzas Armadas de Siria «siguen limpiando de terroristas» las zonas de Harasta y Nula, así como el este de Guta, a las afueras de Damasco.

Asimismo el militar aseguró que, durante las operaciones, «hemos eliminado todo un destacamento del grupo terrorista Ajnad Al Sham en el área de Daria (al este de Guta), hemos capturado a un gran número de extremistas y hemos incautado y destruido gran cantidad de equipo bélico».

Para finalizar, el general Ali Mayhub destacó que la Fuerza Aérea de Siria destruyó varios puestos de mando y almacenes de extremistas en la provincia de Idlib y el cuartel general de los terroristas en la provincia central de Homs. En estas operaciones murieron decenas de terroristas, entre ellos varios comandantes.

jmalvarezblog.blogspot.com

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