El apologismo de Ludo Martens a China y otros regímenes revisionistas-capitalistas

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«Cuando Lenin afirmó que la joven Unión Soviética arruinada y atrasada económicamente poseía todo lo necesario para edificar el socialismo, el nivel de producción per cápita de acero, cemento y carbón, era de 11 a 25 veces más bajo que el de los Estados Unidos. ¡En 2006, como veremos más adelante, el imperialismo chino ha producido tanto acero como sus seis competidores imperialistas juntos! ¿No es todo lo que necesitaría la economía china para desarrollarse contando exclusivamente con sus propias fuerzas, si China realmente fuera un país socialista? ¿Esta gigantesca producción no sería capaz de abastecer inmediatamente una base material y técnica para la mecanización socialista del campo? ¡Los únicos que pueden pasar en silencio este hecho son los lacayos del imperialismo chino! Los únicos antimarxistas que se pueden hacer eco de la teoría de la burguesía imperialista china según la cual China:

«Está en una fase inicial del socialismo. Se trata de un periodo histórico que no se puede saltar en la construcción del socialismo y es la modernización de China que acusa un retraso económico y cultural. Esta fase va a durar más de un siglo. En la construcción del socialismo en nuestro país, debe ser a partir de la situación propia de nuestro país, nuestra vía debe ser a través de un socialismo de características chinas. Nuestras fuerzas productivas, lo mismo que las ciencias, las tecnologías, y la educación, todavía acusan el retraso, la industrialización y la modernización todavía tienen un largo camino que trazar». (Partido Comunista de China; XVIº Congreso del Partido Comunista de China, 2002)

¡Esta estrategia de los revisionistas chinos, no tiene por otra parte nada de nueva, emana de la línea derechista de los diseños maoístas de la «nueva democracia» y de la teoría trotskista de las fuerzas productivas, repetida por todos los oportunistas! ¡Es obviamente imposible para un marxista respaldar estas mistificaciones! Es imposible que un marxista diga que hay que:

«Dar a conocer las experiencia y los puntos de vista de los países que preservan la vía al socialismo». (Ludo Martens; Tian An Men 1989: de la deriva revisionista a la revuelta contrarrevolucionaria, 1991)

Cuando estos países, no tienen nada de socialista, excepto el nombre que quieran ponerse. Esto sólo sirve para proporcionar armas a la burguesía internacional para cubrir de barro al auténtico socialismo:

«Atreverse a defender el socialismo, atreverse a defender a China, atreverse a defender a Cuba, atreverse a defender a Albania, atreverse a defender, a Corea del Norte». (Ludo Martens; Tian An Men 1989: de la deriva revisionista a la revuelta contrarrevolucionaria, 1991)

¡Con esto lo único que se «defiende» un galimatías de teoría y práctica revisionista, que objetivamente sirve a los intereses de la burguesía internacional!:

«A veces, se nos objeta que el Partido Comunista chino ha cometido errores y fallos. Esto es una evidencia. Pero, ¿cuáles son las conclusiones que se sacan de esta constatación? Ponerse del lado de la contrarrevolución y del revisionismo, ¿es ésa la cura para las enfermedades del socialismo?». (Ludo Martens; Tian An Men 1989: de la deriva revisionista a la revuelta contrarrevolucionaria, 1991)

¡No! Los revisionistas chinos no cometieron ningún «fallo», fueron fieles a sus concepciones revisionistas y chovinistas, las cuales simplemente adaptaron a la nueva situación internacional. Las «enfermedades del socialismo» que alude no son más que el producto del poder de los revisionistas. Por lo tanto apoyarlos, si es fusionarse con el imperialismo y el revisionismo. Ya que los revisionistas no van a mover un dedo por el socialismo ni van a curar las «enfermedades» que el país revisionista-burguesa enfrenta.

¿Cómo podemos colocar la etiqueta de «socialista» a un país donde la explotación del proletariado –urbano y emigrante– alcanza grados extremos, un país donde en los campos el campesinado agravado de impuestos comete fraudes masivamente –a finales de los 80, cuando 95 millones de hectáreas fueron declaras cultivadas, un censo aéreo encontraba sin embargo 144 millones de hectáreas– un país donde la escuela es sólo gratuita para la población urbana, un país donde decenas de millones de inmigrantes rurales cuyas rentas son insuficientes son forzados a complementar su renta con la ayuda de empleos no agrícolas, ver la integración de las olas de éxodo rural sin que estos puedan estar acompañados de sus familias, un país donde el papel de usurero es jugado y potentado por el Partido Comunista de China? Aquí es incluso, más palpable los defectos persistente de la antigua sociedad.

En 1989, Ludo Martens, analizaba los «escenarios posibles» en la evolución de China: pero a pesar de la diversidad aparente «diversidad» de posibles escenarios todos los guiones se traducían en la conclusión del peligro de «una victoria final de las tendencias revisionistas en China» que probablemente conduzcan a un «colapso». ¿Quién se atreve a principios del siglo XXI a seguir apostando por una próxima situación de «colapso» en China? ¡Ni siquiera hay competidores imperialistas a su altura! A diferencia de que lo que le pasó a los países revisionistas –como la Unión Soviética socialimperialista– China no fue reducida a un estado de semicolonia, pero pese a ello los revisionistas persisten en descubrir allí supervivencias de «socialismo», y una política «antiimperialista». Cuanto antimarxismo, como decía Lenin:

«Hoy ya nadie cree en milagros, a Dios gracias. La profecía milagrosa no es más que una fábula. Pero, la profecía científica es un hecho. Y en nuestros días, cuando encontramos en derredor muy frecuentemente el abatimiento vergonzoso e incluso la desesperación, es útil recordar una profecía científica que se ha confirmado». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Palabras proféticas, 1918)

En 1978, es decir hace cerca de tres décadas, Enver Hoxha, guiándose por el análisis materialista de la situación internacional –y no sobre suposiciones coyunturales como hacen los revisionistas–, precisamente había sabido prever la vía que seguiría China. Si para él, desde 1973, había pocas dudas sobre el próximo colapso del socialimperialismo soviético a mediano plazo, no menos dudas albergaba sobre el auge del imperialismo chino: observaba así en su obra: «El imperialismo y la revolución» de 1978 que:

«China tendrá que pasar por dos fases principales: la primera, solicitar créditos e inversiones del imperialismo norteamericano y de los otros países capitalistas desarrollados, adquirir tecnología moderna para explotar las riquezas de su país, la mayor parte de las cuales pasará a título de dividendos a los acreedores. La segunda, invertir la plusvalía obtenida a expensas del pueblo chino en estados de diversos continentes, como hacen en la actualidad los imperialistas norteamericanos y los socialimperialistas soviéticos». (Enver Hoxha; El Imperialismo y la revolución, 1978)

Señaló que el establecimiento de estrechos vínculos con los países imperialistas se ilustraría con precisión en su primera fase, y añadió que más tarde, en su segunda fase, el imperialismo chino un gran esfuerzo para:

«Agrupar en torno suyo a todos los países del «tercer mundo» o los «países no alineados», o bien a los «países en vías de desarrollo», para crear una gran fuerza, que no sólo aumentará el potencial global chino, sino que también la ayudará a oponerse a las otras dos superpotencias». (Enver Hoxha; El Imperialismo y la revolución, 1978)

Para Enver Hoxha, estaba claro que China, una vez alcanzado el suficiente potencial económico, se dedicaría a la exportación de capitales, evidentemente bajo el disfraz de ayudas de «carácter internacionalista», con «fines desinteresados», etc., vendiendo que:

«Que está por que los pueblos se liberen del neocolonialismo y pasen al socialismo a través de la lucha contra el imperialismo». (Enver Hoxha; El Imperialismo y la revolución, 1978)

En la carta enviada por el Comité Central del Partido del Trabajo de Albania y el gobierno albanés al Comité Central del Partido Comunista de China y gobierno chino, fechada en el 29 de julio de 1978, los comunistas albaneses demostraban que la rotura unilateral de Pekín con Tirana tenía profundos motivos ideológicos. Recordaban primero las vacilaciones y desviaciones de los dirigentes chinos en la lucha contra el revisionismo jruschovista, antes de mostrar que varias veces ya los dirigentes chinos habían ejercido presión económica en Albania cuando los comunistas albaneses se negaron a seguirles ciegamente.

Desde entonces, era evidente que las pretensiones de la dirección china de presentarse:

«Como «defensor de los países medianos y pequeños», en su lucha «contra la injusta distribución de la economía global», contra «la discriminación económica de los países en vías de desarrollo por los países imperialistas», por «el fortalecimiento de su independencia y soberanía», luchando «contra los dictados de los grandes sobre los pequeños» etc». (Carta del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania y el gobierno albanés al Comité Central del Partido Comunista de China y gobierno chino; 29 de julio de 1978)

Eran utilizadas para ocultar sus pretensiones imperialistas y su objetivo de establecer su propia hegemonía en los países del «tercer mundo» y los países «no alineados». Esta realidad está adquiriendo proporciones gigantescas: un número creciente de países dependientes se están movimiento hacia la cooperación con el imperialismo chino y sus métodos neocoloniales para el deleite de los regímenes compradores burgueses. Éstos comprenden en efecto que la propaganda tercermundista del imperialismo chino es muy eficaz cuando se trata de engañar a los pueblos explotados y desviarlos de la vía revolucionaria a través de la colaboración de clase». (Vincent Gouysse; El socialismo de características china: ¿socialismo o nacionalismo burgués; 2007)

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