El sueño imposible de Francisco

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El caprichoso y cíclico devenir de la Historia, podría hacer que dos Papas de la Iglesia Católica, separados en el tiempo y en la distancia por 35 años y un océano, queden hermanados por la brevedad de su mandato y la imagen de descrédito de la Iglesia que recibirán como herencia . Así, Juan Pablo I y Francisco pasarán a la Historia por su lucha contra el establishment vaticano, su innegable carisma personal y un estilo revolucionario plasmado en un estilo apologético propio basado en el desapego de las formalidades y en su don de gentes , quedando sus elecciones como hitos del finiquito de la concepción eurocéntrica de la Iglesia Romana y la irrupción de la Iglesia centrífuga.

Así, en los albores del siglo XXI, Francisco comenzó su Papado bajo el signo de la «Franciscomanía”, fenómeno sociológico que logrará que una persona sin conocimiento previo de los entresijos del Poder Vaticano se convierta en icono de la juventud, insufle vientos de cambios y devuelva la ilusión y la esperanza a unos fieles sumidos en la perplejidad y la desilusión tras la significativa erosión de la imagen de la Iglesia Católica debido a los lacerantes episodios de acusaciones de pederastia, ilegalidades en la Banca Vaticana e intrigas palaciegas de la Curia Romana (trama de filtraciones conocida como “Vatileaks” ),que hicieron retrotraer a la Iglesia Católica a escenarios del siglo XIII y a la vigencia de las ideas de Francisco de Asís.

Estilo apologético propio

Ambos compartirán un estilo apologético diametralmente opuesto al de sus predecesores al humanizar la dignidad del Pontificado con su aspecto bondadoso y sus gestos de amistad y cercanía, imagen que se extendió a todo el orbe cristiano tras su primera aparición en el balcón de la Plaza de San Pedro tras su elección y que sería fruto del bagaje adquirido en el ejercicio de su misión pastoral como Patriarca de Venecia y Cardenal Emérito de Buenos Aires respectivamente, despojándose en suma de la máscara hierática que hasta entonces había simbolizado la figura Papal.

Así, Juan Pablo I eligió como lema de su papado la expresión latina Humilitas («humildad»), plasmado en la ceremonia de entronización, sustituyéndola por una simple investidura en contra de lo prescrito por la Constitución Apostólica “Romano Pontifici Eligendo” promulgada por Pablo VI en 1.975. Recordar que fue el primer Papa que eligió un nombre compuesto en honor de sus dos antecesores ( Juan XIII y Pablo VI) y como muestra de su voluntad inequívoca de desarrollar los postulados del Concilio Vaticano II y asimismo el primer papa moderno en descartar el plural mayestático en sus intervenciones. Por su parte, Bergoglio, adoptó el nombre papal de su admirado Francisco de Asís (il poverello d’Assis) y nada más ser elegido Papa, exclamó: “Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres”, frase que sería un guiño al espíritu de pobreza de los primeros cristianos y a los ideales de justicia social de Monseñor Romero, quien hace tres décadas decía: “La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres” , así como un mensaje de esperanza para los que todavía sueñan con hacer factible dicha utopía en América Latina.

Juan Pabo I y Francisco, rehenes del establishment vaticano

Parafraseando a Wright Mills en su libro “The Power Elite” (1.956), el establishment vaticano sería “el grupo élite formado por la unión del lobby eurocentrista, el lobby curial, el lobby masón y el lobby gay”, grupos de presión que serían los verdaderos detentores del poder en la sombra y del que serían rehenes los últimos Pontífices tras el golpe de Estado virtual urdido en los sótanos del Vaticano y que concluyó con la misteriosa muerte de Juan Pablo I apenas 33 días después de haber sido electo, en lo que fue el segundo papado más breve de la historia desde León XI. En la actualidad, estaríamos asistiendo a una lucha soterrada entre Francisco y el establishment vaticano en la cruzada personal que dirige el actual Pontífice para desinfectar las actuales estructuras de la Iglesia de los virus patógenos inoculados por dichos grupos de presión (lobbys de sotana) y proseguir con el desarrollo de los postulados del Concilio Vaticano II. Una de las claves de esa reforma es que las iglesias nacionales, los laicos y las mujeres adquieran un protagonismo creciente en la conducción de los asuntos generales para lo que resulta imprescindible que el otrora poder omnímodo de la curia romana se vaya diluyendo y delegando en las estructuras de base, lo que supondría un auténtico “golpe de mano” de Francisco contra el endémico establishment vaticano por lo que el proceso encontrará resistencias crecientes por parte de los grupos de presión, no siendo descartable la gestación de una trama endógena que mediante métodos expeditivos intente reconducir a la Iglesia Romana a la senda de los pontificados tutelados por el verdadero poder en la sombra (establishment vaticano).

El Banco Vaticano

El Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como Banco Vaticano fue fundado en 1942 por Pío XII para “custodiar los bienes de la iglesia, destinados a obras de religión o de caridad”, una especie de Caja de Ahorros y Monte de Piedad sin ánimo de lucro ni potestad para realizar préstamos o inversiones directas que pronto derivó hacia la opacidad y quedó envuelto por las sospechas de lavado de dinero. Recordar que en enero del 2013, el diario británico ‘The Guardian’ realizó una investigación que reveló que la Santa Sede construyó un imperio inmobiliario secreto con propiedades en el Reino Unido, Francia y Suiza con millones recibidos de Mussolini y que según el diario La Repubblica el IOR operaría como “pantalla para ocultar dinero de clientes que quieren evadir los controles fiscales italianos» .

Recién asumido su apostolado, Juan Pablo I decidió que la Iglesia no debía entrometerse en asuntos políticos y pretendió desligar la Banca Vaticana de la trama del dinero negro que ingresaba por medio de los partidos políticos, (en especial de la democracia cristiana que siempre contó con las bendiciones del Vaticano para acceder al Gobierno dentro de la estrategia de la CIA de evitar la llegada al poder del Partido Comunista Italiano), pero sus nobles ideales nunca llegaron a hacerse realidad ya que murió el 28 de septiembre de 1978, apenas 33 días después de haber sido electo, en lo que fue el segundo papado más breve de la historia desde León XI.

Por su parte, Bergoglio, a pesar de tener un corazón franciscano y un cerebro jesuítico, habría desoído la máxima del fundador de la Compañía de Jesús, el vasco Ignacio de Loyola: » En tiempos de crisis, malo es hacer mudanza» y habría adoptado como suya la frase atribuida al frailecillo de Asís: “Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible”. Así, tras la detención de monseñor Nunzio Scarano por orden de la Fiscalía de Roma bajo la acusación de fraude y corrupción, Bergoglio habría iniciado el proceso de descabezar el Banco Vaticano y ponerlo bajo sus órdenes directas y en aras de dotar a la Institución bancaria de una mayor transparencia, la Autoridad de Información Financiera del Vaticano habría firmado un acuerdo con el Banco de Italia para el intercambio de información en un intento de reforzar el control y la supervisión de los flujos de activos.

Geopolítica de sus Pontificados

El Pontificado de ambos Papas quedará hermanado por el retorno a escenarios de Guerra Fría EEUU-Rusia y sus efectos colaterales en América Latina. Así, la apertura de la Iglesia hacia su «izquierda renovadora» tras los los pontificados de Juan XXIII y de Pablo VI amenazaba su continuidad expansiva con Juan Pablo I, apostolado que chocaba con los intereses del establishment vaticano de los cuales se valía la CIA para irradiar sus estrategias de expansión en el seno de la Iglesia Católica Latinoamericana.

Así, según el periodista italiano Ennio Remondino, los fondos secretos del Banco Vaticano cuyo origen sería eran el tráfico de drogas y de armas controlado por la CIA, sería utilizado para financiar operaciones especiales con el objetivo de desestabilizar o a derrocar a gobiernos «pro-comunistas» u hostiles a Washington » en el llamado patio trasero latinoamericano (Operaciones del «Contra-Gate» ). La muerte de Luciani, se produjo pues en un contexto latinoamericano donde la Teología de la Liberación se expandía como la pólvora entre las clases humildes mientras las dictaduras militares anticomunistas surgidas al amparo de la CIA desarrollaban su «guerra antisubversiva» con las bendiciones de la ultraderecha católica.

Respecto a Bergoglio, habría participado discretamente en la secreta negociación llevada a cabo entre Cuba y EEUU para romper el deshielo entre ambos países mediante el intercambio de Alan Gross y un oficial estadounidense por tres miembros de “Los 5”, seguido de la desaparición de Cuba de la lista estadounidense de Países Terroristas y de la reciente apertura de Embajadas. Las medidas cosméticas tomadas por la Administración Obama siguiendo la estela de la Administración Clinton (relajación de las comunicaciones y el aumento del envío de remesas a la isla así como el inicio de una ronda de conversaciones sobre temas de inmigración), dejaban intacto al bloqueo y no cambian sustancialmente la política de Washington, aunque reflejaban el consenso de amplios sectores del pueblo norteamericano a favor de un cambio de política hacia la Isla auspiciado por la decisión del régimen cubano de terminar con el paternalismo estatal y permitir la libre iniciativa y el trabajo por cuenta propia. Sin embargo, la renovación automática por parte de EEUU por un año más del embargo comercial a la isla atentarían contra el vigente sistema financiero y político internacional y podrían suponer para Cuba pérdidas estimadas en cerca de 50.000 millones de $, abocando al régimen de Raúl Castro a la asfixia económica por lo que la Administración Obama habría empezado a moverse entre bambalinas para lograr instaurar las bases de una nueva doctrina “interpares” en las relaciones bilaterales EEUU-Cuba.

Por su parte, Obama habría encontrado en el Papa Francisco un estrecho colaborador en su ardua tarea de sustituir la diplomacia de las armas por el diálogo y el consenso. y no ha ocultado el afecto que siente por el Papa y le ha llamado un «líder transformador» cuya influencia ha trascendido a la comunidad católica. Así, el Papa ha adoptado muchas de los temas que Obama ha tratado de avanzar, incluyendo el calentamiento global, la pobreza y el enfoque diplomático con Cuba, Sira e Irán. El Papa cuenta con la simpatía del 87% de los católicos estadounidenses y del 66% de los ciudadanos de este país según un sondeo pero algunos obispos estadounidenses cercanos al Opus Dei lamentan su falta de apoyo en su línea dura contra la administración Obama a propósito del aborto, la anticoncepción y el matrimonio homosexual. Asimismo, los sectores ultraconservadores de Estados Unidos lo ven como un «marxista», por su encíclica «Laudato si» sobre la defensa del medioambiente y sus discursos virulentos en su reciente gira sudamericana contra el ultraliberalismo económico, la finanza ciega y la explotación desenfrenada de los recursos naturales por parte de las multinacionales. A pesar de estos preámbulos, Francisco será el primer Papa en expresarse ante el Congreso de Estados Unidos donde se espera que haga un alegato firme sobre la responsabilidad de Washington para limitar la contaminación y en favor de una transición de las energías fósiles a las energías renovables mientras en la ONU, tendrá la ocasión de desarrollar todo su programa social y ecológico contra «la cultura del descarte» y la «globalización de la indiferencia».

GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ-Analista

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