«Es un tipo especial de humillación, cuando ayer te bombardean y hoy te hacen creer que estos países quieren venir a ti para pedirte un favor» dice la portavoz de la Cancillería rusa.
«Se trata de imponer el síndrome de Estocolmo obligando a la víctima a sentir afecto por su verdugo. La memoria de los bombardeos de la OTAN en la antigua Yugoslavia aún perdura en la región».
«¿Qué clase de democracia hay aquí? La democracia es cuando se le pregunta a la gente y se deja celebrar un referéndum como ocurrió en Crimea»