Es un paraíso en la tierra. Se dice que tres de cada cinco de los gringos se toca con alguna porquería, sea flojona o una droga-bomba que lo hace explotar.
Hace rato se viene hablando de los opiáceos y su incremento en el mercado gringo lo que obligó a los hombres de negocios a sembrar la amapola en las sierras de México para facilitar el transporte y ahora con el imparable alza de los precios se comenzó a sembrar en las montañas de Colombia.
El caso es que los opiáceos, la morfina y la heroína están matando un adicto cada 19 minutos, es decir unos 75 todos los días llueve, truene o relampaguee.
Esos setenta y cinco muertos diarios en realidad no preocupan a nadie, lo que tiene de malo es que van en aumento y dentro de poco será uno cada minuto, o sesenta por hora y 1.440 por día para medio millón de muertos anuales.
En realidad eso crearía un buen negocio en el sector vinculado a la muerte y si como se dice que un funeral cuesta unos siete mil dólares, el medio millón de muertos crearía negocios por más de tres billones de dólares que en estos tiempos de crisis es la solución del problema de muchos.
El caso es que en este caso, y perdonen la redundancia, los muertos no son negros o hispanos andrajosos que no tienen dinero para pagar esas drogas, esta vez los muertos son gente de bien con sus elevados ingresos, que eligieron mal cómo disfrutar de la vida.
Ahora ese disfrute dicen que se ha convertido en un problema nacional y el presidente Obama anunció un plan de medidas para controlar el desastre. Pero ese proyecto tiene en contra a los hombres de negocios educados en eso de «el dinero no tiene olor» y se puede vaticinar que el plan de Obama no servirá de nada.
Si Obama fuera lo inteligente que dicen sus «guatacas y chicharrones» de los medios, tomaría un avión e iría a Cuba a aconsejarse sobre el tema con Raúl Castro pues los cubanos están probados de que sí saben cómo manejar el asunto de las drogas.
De momento, dentro de una semana serán 20 muertos diarios, algo peor incluso que el terrorismo.
Liborio Guaso