Donbass, Rusia y el futuro de Ucrania

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Rusia y Donbass formalizan su relación. Recientemente se han dado pasos significativos, como el reconocimiento de los documentos de la RPD y la RPL y ahora la industria del carbón se reorienta de Ucrania a Rusia. ¿Significa esto que el Kremlin ha dado por perdida a Ucrania y que se dirige a permitir el acceso de las Repúblicas?

Llegamos al tercer aniversario del primer colapso de Ucrania con sentimientos encontrados. Por una parte, Crimea ha vuelto a Rusia y una parte de Donbass consiguió, por medio del combate, huir del control de las autoridades de Kiev y aguanta en una situación incierta, aunque principalmente no de lucha. Por otra parte, el proceso de reformatear Ucrania se mueve de forma mucho más lenta de lo que se esperaba en 2014.

La lucha de poder entre los clanes oligárquicos, la desintegración, la desilusión de la “opción europea”, la crisis económica, la degradación de la sociedad, todo ello ocurre a una velocidad menor de la esperada. Si los procesos hubieran sido más rápidos, el año pasado habría llegado un nuevo capítulo en la historia de la crisis ucraniana, es decir, un nuevo Maidan.

Distraer la atención de la sociedad a la lucha contra la “amenaza rusa”, la rígida postura pro-occidental, principalmente pro-Estados Unidos, de la “élite”, los patrones y la fatiga de la población a causa de tantos shocks, todo ello ha permitido que Petro Poroshenko se mantuviera en el poder en Ucrania. Pero últimamente se han dado signos de que la relativa tregua en el Gobierno ucraniano ha terminado y los diferentes clanes y grupos de poder están dispuestos a enfrentarse una vez más en una nueva ronda de la lucha por el poder.

Todo esto ocurre a casa de la tensión interna acumulada y los cambios en el contexto exterior: la importancia de Ucrania para Occidente y, especialmente, para Estados Unidos se han reducido de forma significativa. Estados Unidos y Europa se preparan para modificar sus políticas con respecto a Rusia y la “élite” ucraniana ya se siente abandonada. No, Occidente no va a entregar Kiev a Moscú, pero ya no necesita los servicios de la clase política ucraniana para demonizar a Rusia. Y sin eso, la élite de Kiev pierde su estabilidad y, sin grandes perspectivas de integración europea, ya no funcionará la idea de que “somos el escudo de Europa en el camino de los tanques rusos”. La población, por supuesto, está ocupada fundamentalmente buscándose la vida, ya sea con Ucrania mirando a Europa o a Rusia, pero cada vez se ve con más desdén al Gobierno de Kiev. Faltan dos años para las elecciones presidenciales, pero hace tiempo que Poroshenko no es muy popular. Ahora la principal cuestión no es quién le sustituirá; es más importante si eso ocurrirá de forma pacífica o si Poroshenko no aguantará hasta 2019. Hay diversas opciones.

Para empezar porque Kiev tendrá que pretender, de alguna manera, que cumple con el acuerdo de Minsk, lo que lleva a acusaciones de traición y amenazas de un nuevo Maidan. Poroshenko se ha movido al borde del barranco durante los dos últimos años, diciendo que haría regresar a Donbass, pero sin cambiar ninguna ley. Con un cambio de postura en Occidente, esta oportunidad desaparecería. Es necesario hacer algo, pero cualquier acción puede empeorar las cosas. Timoshenko y otras figuras de la “oposición” están al acecho a la espera del momento en que lanzar un ataque al poder de Poroshenko.

En esta situación, la activación de las relaciones entre Moscú y Donbass no es una coincidencia. ¿Qué hace Moscú? En primer lugar, legalizar lo que ya existe, aunque no sea oficialmente: por ejemplo, reconociendo los documentos de la RPD y la RPL. Y después llega la nacionalización de la industria de Donbass y con ella la ruptura de los vínculos económicos entre las repúblicas separatistas y Ucrania. La razón para ello la ha dado la propia Ucrania con el bloqueo de las vías ferroviarias iniciado por los “voluntarios” ucranianos, que ha obstaculizado el comercio de carbón y las minas y otras empresas metalúrgicas de la RPD se ven ahora obligadas a buscar otras vías de suministro y nuevo mercado.

La ruptura de un solo ciclo de producción es un grave problema que no beneficia ni a Donetsk ni a Kiev, pero ¿qué se puede hacer en una situación de bloqueo? Poroshenko no puede dispersar el “bloqueo”: sería inmediatamente acusado de traición y de promover el “comercio con el enemigo”. La RPD no puede permitir que las empresas de ciclo continuo sufran interrupciones en el suministro. El bloqueo será un golpe para la economía ucraniana y la de la RPD y, lo que es más importante, llevará a la separación casi completa de dos partes que antes formaran parte de un mismo Estado. ¿Será esa la separación definitiva de la RPD y la RPL de Ucrania final e irreversible?

No lo será. Porque ya están divididas por la guerra y por la sangre. El comercio de carbón era forzado, pero una vez que [Ucrania] cedió en la esperanza (sin sentido) de sofocar a Donbass, la República sobrevivirá sin ello. Por supuesto, Rusia ayudará y se suministrará de carbón de Donetsk. Pronto aparecerá una distancia económica entre Ucrania y Donetsk, pero eso no quiere decir que la política de Rusia en la “cuestión ucraniana” vaya a cambiar.

Rusia no va a reconocer la independencia de las Repúblicas ni va a seguir un camino en el que se unan a Rusia. Porque Rusia aún no ha renunciado a la lucha [con Occidente] de  toda Ucrania y el reconocimiento legal de la independencia de la RPD y la RPL supondría renunciar al retorno de Ucrania al mundo ruso.

Rusia no reconocerá las Repúblicas no por temor a empeorar las relaciones con Occidente –de hecho, el hecho de que en la cuestión de la lucha geopolítica Occidente no tenga en cuenta l historia de Rusia no es solo un síntoma de ignorancia sino de arrogancia.

No, Rusia no reconocerá oficialmente a la RPD y la RPL porque toda Ucrania es importante, porque está preocupada por todos los rusos y ucranianos que viven en la Ucrania de Maidan. Moscú está luchando por toda Ucrania –Malorossiya, la pequeña Rusia [Ucrania occidental] y Novorossiya [el sudeste ucraniano desde Odessa hasta la región de Járkov] y alejarla de las manos de las élites pro-occidentales. Y en esta lucha ve la preservación de la civilización rusa como tal.

Sí, Ucrania no está unida y Donbass nunca podrá ser gobernado por las actuales élites políticas de Kiev. Pero el actual Estado, formado en febrero de 2014, es una situación temporal y de transición que cambiará y se transformará bajo la influencia de factores tanto internos como externos. Donbass, bajo la protección de Rusia, participará activamente en ese proceso.

Ahora, embarcados en el camino de la integración industrial en Rusia, la población de Donbass podrá vivir, no sobrevivir. Rusia tiene suficientes fuerzas, voluntad y visión estratégica para simultáneamente integrar a Donbass y luchar por el resto de Ucrania, más aun teniendo en cuenta que todo está unido en la misma cadena.

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