Siguiendo con un discurso más duro que se hizo evidente en la rueda de prensa conjunta de los líderes de la RPD y la RPL y la OSCE hace una semana, Alexander Zajarchenko e Igor Plotnitsky advirtieron el lunes de las inmediatas consecuencias que tendría para las empresas ucranianas el mantenimiento del bloqueo impuesto por varios batallones nacionalistas. “Los radicales de Kiev organizaron y continúan un bloqueo de las vías ferroviarias y amenazan con bloquear las carreteras que conectan las Repúblicas de Donbass y Ucrania. Se trata de una directa contradicción a la letra y el espíritu de los acuerdos de Minsk y, por principio, define a las actuales autoridades de Ucrania y su incapacidad de cuidar de sus ciudadanos”, afirma el comunicado conjunto publicado el 27 de febrero.

Las autoridades de la Donbass exigen a Ucrania el levantamiento inmediato del bloqueo. Además, exigen a las empresas que operen en el territorio de las Repúblicas bajo jurisdicción ucraniana que pasen a registrarse en la RPD/RPL. “Tenemos que declarar que si a las 00:00 del 1 de marzo, el bloqueo no ha sido levantado, introduciremos una administración externa en todas las empresas bajo jurisdicción ucraniana que trabajen en la RPD y la RPL. Dejaremos de suministrar carbón a Ucrania. No hay para el suministro de carbón ni capacidad ni forma de pago. Reconduciremos todos los procesos de producción centrados en el mercado de Rusia y otros países. Esta fue una de las primeras promesas en el momento de la proclamación de nuestras repúblicas”.

“Es un intento de atemorizarnos”, afirmó Georgy Tuka, antiguo gobernador de la zona de Lugansk controlada por Ucrania y ahora viceministro para los “territorios temporalmente ocupados”. “Son las empresas clave, que son parte de conglomerados verticalmente integrados”. Y es precisamente ahí donde radica la mayor dificultad, ya que, como ha demostrado el bloqueo, existe una estrecha relación entre las empresas de ambos lados de la línea del frente, tanto en la producción en sí como en la obtención de materias primas. Al igual que sucediera con el bloqueo implantado por las autoridades ucranianas en diciembre de 2014, la única solución para esquivar el embargo pasa por la frontera rusa.

Ante las dificultades para conseguir materias primas, algunas fuentes afirman que desde Rusia se han dado los primeros pasos para contrarrestar esa escasez y se plantea la posibilidad de suministrar a Donbass carbón de coque. Aisladas de la planta de coque de Avdeevka –situada en territorio controlado por Ucrania y  también con dificultades para sobrevivir por la cercanía al frente y por la falta de carbón de antracita, al que ha perdido acceso a causa del bloqueo-, algunas de las empresas más importantes de la zona, que dan trabajo a miles de personas, carecen de esa materia prima, imprescindible para su funcionamiento.

Algunas de ellas, por ejemplo la planta metalúrgica de Yenakievo y las minas de Krasnodonugol -ambas incluidas en el grupo Metinvest, propiedad del oligarca Rinat Ajmetov- ya se han visto obligadas a detener la producción. Ante la amenaza de expropiación en caso de no aceptar, de forma prácticamente inmediata, la legislación fiscal de la RPD, representantes de Metinvest afirman que la medida costaría miles de puestos de trabajo y crearía graves conflictos sociales. Sin embargo, la empresa afirma también no temer la nacionalización de sus empresas subsidiarias en Donbass, que en caso de expropiación no sufrirían un impacto negativo. La compañía recuerda, según cita Interfax, que las empresas situadas en los territorios de la RPD y la RPL han sufrido, en los dos últimos años, unas pérdidas que ascienden a 214 millones de dólares.

Al margen de las evidentes dificultades de tomar el control y hacerse cargo de empresas e industrias con las limitaciones del bloqueo y de la guerra, autoridades y analistas ucranianos buscan además otros motivos por los que la medida sería simplemente imposible de aplicar. Uno de ellos es la falta de expertos para tomar las riendas de las empresas nacionalizadas o intervenidas, un argumento habitualmente repetido por el nacionalismo ucraniano, que siempre ha mirado con desprecio al proletariado industrial y minero de Donbass.

“Es muy difícil romper esta cadena y encontrar mercado para esos productos. Además, los productos de esas empresas no tienen demanda en Rusia”, sentenció Tuka. Una afirmación dudosa, ya que se trata principalmente de industrias metalúrgicas que han continuado la producción ya existente en tiempos en los que Donbass y Rusia formaban parte de un mismo país con economía planificada. Además de la historia, también la realidad actual desmiente a Tuka. Son ya muchas las empresas industriales que exigen a las autoridades ucranianas reanudar las relaciones comerciales con Rusia, principal mercado de sus exportaciones, sin el que dichas industrias sufren para sobrevivir.

Rusia es también la esperanza que abiertamente plantean Zajarchenko y Plotnitskiy con este nuevo intento de conseguir alejar de Ucrania a las principales industrias de la zona, cuyo objetivo es integrar la economía de Donbass en el espacio ruso y reducir la dependencia ucraniana. Y frente al alarmismo de la actual administración de empresas como Metinvest, salvar los miles de empleos que se perderían en caso de paralizarse la industria de la zona es otra de las grandes preocupaciones de las autoridades de Donetsk y Lugansk.

Amenazadas sus posesiones a ambos lados de la línea del frente –por la expropiación en la RPD y el bloqueo en la zona ucraniana–, y ante la inacción de las autoridades ucranianas, Rinat Ajemetov parece haber tomado la justicia por su mano. Ayer, los nacionalistas de los batallones voluntarios que bloqueaban una de las vías junto a una de las empresas de Ajmetov anunciaban haber sido atacados por desconocidos, presumiblemente enviados por el oligarca. Tras los enfrentamientos, que dieron como resultado varios heridos y una treintena de atacantes detenidos, las autoridades procedieron a abrir causas penales contra los manifestantes por bloquear las vías ferroviarias. Una actuación similar a la llevada a cabo en los primeros días del bloqueo que no ha tenido impacto alguno y no solo no ha desaparecido, sino que se ha extendido a otras rutas.

Y mientras los organizadores se reafirman en su actuación y se proponen continuar hasta el final, las autoridades ucranianas advierten de los riesgos de una crisis energética pero mantienen su inacción. Tal y como afirmó recientemente el ministro del Interior, Arsen Avakov, no sería complicado dispersar el bloqueo. En su opinión, solo serían necesarios cinco minutos y un número relativamente limitado de efectivos para acabar con la acción. Avakov ha pedido ya autorización para utilizar la fuerza para dispersar el bloqueo. Pero el hecho de que haya transcurrido un mes desde su inicio sugiere, cuando menos, una permisividad de las autoridades ucranianas, que no han dudado en usar la fuerza o la intimidación en otras ocasiones, pero que siguen permitiendo un bloqueo que amenaza la economía de ambos lados de la línea del frente.

Las próximas semanas, o quizá los próximos días, serán clave para definir el desarrollo de los acontecimientos, ya sea para romper de una u otra forma el bloqueo de los nacionalistas y mantener el bloqueo oficial de las autoridades o para caminar en dirección a la expropiación de ciertas empresas y su integración directa en la economía de las Repúblicas Populares. Porque, pese al endurecimiento de la retórica de los líderes de Donetsk y Lugansk, ni las advertencias de expropiación en caso de no registrar las empresas –y pagar los impuestos correspondientes a la Repúlica– en el territorio en el que operan ni la amenaza de dejar de suministrar carbón a Ucrania son nuevas. Los anteriores intentos de lograr que las grandes industrias de la región registraran sus empresas en las Repúblicas Populares no han logrado grandes éxitos, como tampoco se ha cumplido la amenaza de paralizar el comercio de carbón como medida de presión para que Ucrania cumpliera con los compromisos adquiridos en Minsk. Será necesario más que el acual endurecimiento del discurso para cumplir esta vez con las repetidas promesas.

Por el momento, en Donetsk, Lugansk y otras ciudades industriales, miles de personas se manifestaron en favor de una mayor integración económica con Rusia. En Yenakievo, donde la planta de acero propiedad de Rinat Ajmetov se vio obligada a paralizar la producción la semana pasada, miles de personas se manifestaron junto a trabajadores y sindicatos en favor de mayores relaciones económicas con Rusia, dando su apoyo a las medidas propuestas por las actuales autoridades de la RDP y la RPL.

Ante el riesgo de permitir un bloqueo que amenaza la tanto la economía como miles de puestos de trabajo a ambos lados de la línea de separación, Ucrania se enfrenta también a una cuestión puramente política. Como ha expresado abiertamente el expresidente de Ucrania Leonid Kuchma, “estos métodos no ayudan [a Ucrania] sino todo lo contrario”. De la misma forma que el bloqueo bancario y de transporte acercó aún más a la población de la RPD y la RPL a Rusia, la continuación de este nuevo embargo podría lograr el acercamiento de las empresas a Rusia, algo que la RPD y la RPL han tratado de hacer desde el verano de 2014. Sin embargo, todo ello dependerá también de la disposición o no de las autoridades y empresas rusas a integrar a Donbass en su economía.

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