Por Claudia Laudano* / Foto: Vero Canino

Un hecho inédito se está gestando en el mundo para este 8 de marzo: mujeres de 44 países realizaremos un paro conjunto para exigir el fin de diferentes tipos de violencias sobre nosotras y  medidas concretas para disfrutar vidas dignas.

En Argentina, el proceso organizativo en marcha, sostenido, en mayor medida, desde asambleas locales, se propone desplegar un abanico de acciones de protesta durante la jornada para confluir más tarde en una movilización simultánea que visibilice a las más de 100 localidades que se vienen expresando en las convocatorias multitudinarias del país desde 2015, desde el movimiento #NiUnaMenos y, luego, #VivasNosQueremos, y el paro con movilización del 19 de octubre de 2016.

Entre los principales reclamos figuran temas históricos de la agenda del movimiento de mujeres y el feminismo del país, como la precarización laboral, el fin de los femicidios con medidas y presupuesto acorde, el reconocimiento y la redistribución de los trabajos domésticos no remunerados, el desmantelamiento de las redes de trata de mujeres y chicas para explotación sexual, la aprobación del proyecto de ley por el aborto legal, entre otros, junto a la disputa política frente a la actual coyuntura que en términos generales torna palpable la pérdida de derechos conquistados.

A su vez, otras demandas se suman desde asambleas específicas, entre ellas, terminar con la cultura de la violación y las prácticas del acoso callejero, garantizar la implementación de protocolos de aborto no punibles sin obstaculizaciones religiosas, denunciar las prácticas del extractivismo y sus complicidades, terminar con la misoginia y la lesbotransfobia y rechazar medidas xenófobas.

Desde las Asambleas

A pesar del calor por momentos sofocante, en la actualidad, unas 50 asambleas se reúnen periódicamente. Siguiendo los trazados habituales que recorren el país “a lo largo y a lo ancho”,  se publican fotos, a modo de testimonios, y resúmenes de los debates desde Jujuy a Tierra del Fuego, de La Plata hasta Mendoza, o bien, desde líneas imaginarias que organizan nuevos trazados, por ejemplo, entre Misiones y Neuquén.

En varios casos, la periodicidad semanal facilita a esta altura ultimar detalles de una convocatoria al paro que se planifica multifocal, con un horario confluyente entre las 12 y las 13h, con modalidades variadas, como la gama inmensa de tareas remuneradas y no, realizadas a diario por millones de mujeres para que el sistema funcione y que es preciso visibilizar. Hay quienes incluso se animan a hablar de la ‘plusvalía emocional, afectiva y sexual’ generada por las mujeres en los hogares, a beneficio del capitalismo patriarcal. Y también de su derecho a cuidarse, además de tanto cuidar.

Dentro del menú disponible para efectivizar la medida se proponen, entre otras, el cese de las actividades, los cortes de calles por tiempos determinados, las concentraciones en esquinas, ruidazos, banderazos, identificaciones con el color violeta en Latinoamérica y asambleas en lugares de trabajo, con el protagonismo exclusivo de las mujeres, quienes ese preciso día tienen algo (mucho) que decir.

No es casual que la primera asamblea se haya realizado hacia fines de enero en Rosario, ciudad  sede del 31 Encuentro Nacional de Mujeres que en octubre de 2016 albergó a 70.000 participantes y para lo cual, una comisión organizadora de más de un centenar de mujeres con distintas pertenencias y trayectorias trabajó durante largos meses. Luego, siguieron las reuniones organizativas en CABA, ciudades capitales y otras del conurbano bonaerense, hasta que la multiplicación de estos encuentros cara a cara, con sus procesos propios y autogestivos, los instituyó una vez más como la modalidad predominante dentro de las formas organizativas feministas y del movimiento de mujeres del país, reanimadas por la potencia entusiasta de nuevos grupos activistas y participantes autoconvocadas.

Y las plataformas digitales… ¡Hasta la tuitósfera no paramos!

A la par de las redes sociales presenciales, que permiten debates y acuerdos, muy enlazadas se encuentran las relaciones que se traman mediante las plataformas digitales actuales, tanto a nivel local, regional como global. En gran medida, las conexiones internacionales son producto de contactos que se entablan a diario vía una de las plataformas comerciales más utilizada por amplios sectores del movimiento de mujeres y feminista, Facebook, desde la página oficial Paro Internacional de Mujeres /International Women’s Strike /국제 여성 파업. Allí se publican las principales decisiones acordadas entre representantes de los países integrantes, desde octubre de 2016 a la fecha, en dos idiomas prioritarios: español e inglés, y traducciones y materiales gráficos en otros.

A su vez, cada país adherente genera una página y un evento propios en la misma plataforma comunicacional, para difundir información sobre los procesos organizativos y recopilar información sobre las demandas particulares de cada lugar, al mismo tiempo que sirve como instancia de interconexión entre los distintos espacios y grupos que organizan las actividades vinculados con el paro en todo el territorio. Mientras tanto, para discusiones generales sigue teniendo vigencia la clásica llamada de videoconferencia de Skype, así como infinitas conversaciones de chat y whatsapp para cuestiones más puntuales. De este modo, las prácticas on y off line se entrecruzan y enriquecen hacia el objetivo de la convocatoria internacional.

Por otro lado, como estrategia para ampliar la visibilidad de la organización del evento mundial del paro y considerando que los medios de comunicación en la actualidad prestan especial atención a los hechos que resuenan en las redes sociales, el 22 de febrero se convocó a un tuitazo mundial a mujeres de los 40 países que por entonces conformaban la coordinación internacional. En Argentina, a pesar de que Twitter no es una plataforma tan extendida para las activistas del movimiento de mujeres y feministas, comparada con Facebook, el hashtag principal en español, #MujeresEnHuelga, logró posicionarse como tendencia por más de 6 horas, según las mediciones de las empresas especializadas. Apenas pasada la primera hora de la acción pautada, el hashtag, fogoneado desde un mar de tuits de localizaciones geográficas variadas, escaló dentro de las diez primeras tendencias, sin trolls ni cuentas fakes que embarraran la cancha.

En tal sentido, el hashtag en cuestión operó como articulador de distintos intereses por parte de una comunidad tuitera activa, desde cuentas personales como institucionales, de grupos y articulaciones feministas con considerable cantidad de seguidores, donde se esgrimieron un abanico de razones que movilizan hacia la protesta global (“reconocimiento del trabajo doméstico y los cuidados”, “efectiva implementación de la ley de educación sexual integral”, “aborto legal”, “basta de acoso callejero”, “medidas efectivas para proteger a las mujeres que denuncian violencia”, “separación de la iglesia y el estado”, entre  otras), junto a deseos de transformación de la vida de las mujeres.

Mientras continúan los procesos organizativos de último momento, entrelazando las instancias presenciales cargadas de emociones y ciertas tensiones, con los intercambios ciberespaciales,  y se fantasea con generar un hecho político histórico sin igual en la historia del feminismo local y global, una consigna resuena fuerte en las conversaciones cotidianas entre mujeres: “¡Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras!”.

 

*Investigadora en género y tics

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