La mitad de la población de Somalia se enfrenta a la posibilidad de morir de hambre. La tasa de desnutrición ha alcanzado niveles críticos y estiman que empeorará en las próximas semanas.

El primer ministro de Somalia, Ali Khaire, informó este sábado durante una reunión con el Comité Nacional de la Sequía que 110 personas murieron de hambre en los últimos dos días en la región de Bay (suroeste), como consecuencia de la sequía que los azota.

El 28 de febrero el presidente Mohamed Abdullahi Mohamed declaró desastre nacional por la sequía y pidió ayuda a la comunidad internacional.

La ONU advirtió un mes antes que cerca de tres millones de somalíes están en situación de emergencia alimentaria y que para junio de 2017 estarían en hambruna.

“Si no se envía ayuda humanitaria de forma urgente y masiva en las próximas semanas, la hambruna podría llegar a ser una realidad en las zonas más afectadas por la sequía en Somalia”, dijo el coordinador humanitario de Naciones Unidas en Somalia, Peter de Clercq.

Unos 363.000 niños padecen de desnutrición aguda y necesitan de tratamiento urgente con suplementos nutritivos mientras que otros 71.000 niños presentan desnutrición severa.

Los somalíes se ven forzados a emprender el viaje hacia Mogadiscio, capital de Somalia, con la esperanza de ser atendidos en uno de los agobiantes y sobrepoblados centros de alimentación ubicado en esa ciudad.

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